La semana pasada un estudio de la Universidad Nacional que registró presencia de mercurio en el atún enlatado causó gran controversia. La investigación, realizada como tesis por un estudiante de la maestría de Toxicología, demostró niveles por encima de lo permitido de esa sustancia en marcas comerciales adquiridas en 12 supermercados de Cartagena.El Invima, la entidad que certifica las condiciones sanitarias de los alimentos, reaccionó de inmediato y afirmó que “no existe riesgo para la salud por el consumo de atún enlatado en Colombia”. El anuncio del Invima tranquilizó a los consumidores, pero el debate alrededor del atún dejó en evidencia que el problema del mercurio es mucho más grave de lo que hasta ahora se creía.El mercurio no tendría que levantar mayores alertas sino fuera por la minería ilegal e informal, que según Naciones Unidas produce el 35 por ciento de las emisiones de esta sustancia en el mundo. Por cuenta de este fenómeno Colombia es el país con mayor contaminación por mercurio en América, según la organización Mercury Watch. Se estima que el país emite 180 toneladas anualmente, una cifra bastante alta, pues es el doble de la de Perú (70), el triple que la de Ecuador (50) y cuatro veces mayor a la de Brasil (45), que es ocho veces más extenso en territorio. La preocupación por el mercurio se debe a que es una sustancia muy tóxica. Según la Organización Mundial de la Salud esta “entra a la cadena alimenticia por el consumo de agua y pescado contaminado”. Puede atacar el corazón y el sistema circulatorio y si es ingerido regularmente puede producir falla renales, neurológicas, respiratorias e incluso la muerte. Es más peligroso en el embarazo, pues puede afectar el desarrollo del cerebro del feto y tener efectos negativos en la función cognitiva, la memoria, la atención y el habla de los niños.Prevenir que el mercurio llegue a los ríos y mares es una misión imposible mientras sea legal y de venta libre. Hoy está prohibido que se vierta a los ecosistemas, pero ese es un tema muy difícil de controlar frente a las 9.000 explotaciones mineras ilegales que registra el país y ante las legales que todavía la utilizan. En enero, Colombia firmó con 140 países un tratado para prohibir gradualmente el uso del mercurio, pero cumplir con sus compromisos no ha sido fácil. El Congreso estudia un proyecto de ley presentado para reducir su uso por el presidente de la Cámara, Augusto Posada, pero está enredado en el Capitolio. Y aunque el ministro de Minas, Federico Renjifo, propuso restringir su importación, su iniciativa no ha tenido respuesta. La locomotora minera tiene en la lucha contra el mercurio una de sus grandes talanqueras. Hoy son muy pocos los países que permiten esta sustancia. La Unión Europea y Estados Unidos incluso prohibieron su exportación. El tema hace parte de la agenda global pues se sabe que lo que se vierta en el río San Juan en el Chocó puede llegar hasta el Ártico. Si el Congreso aprueba el proyecto contra el mercurio, Colombia habrá dado un paso muy importante para esa causa.