Para el círculo más cercano al poder de las Fuerzas Armadas, no fueron una sorpresa los últimos movimientos que el gobierno de Juan Manuel Santos hizo en la cúpula militar. Los cambios estaban ya planificados pero, al parecer, todo fue a destiempo. La llegada del mayor general Leonardo Barrero -quien hasta este lunes lideró la ofensiva del Ejército en Cauca, Valle y Nariño- al Comando General de las Fuerzas Militares, significa el retiro de más de una decena de oficiales que estaban por encima de él. Lo usual es que quien pase a liderar las FF. MM. haya escalado hasta la jefatura de su respectiva fuerza y de allí pase al Comando General. De hecho, el turno aparentemente era para el jefe de la Fuerza Aérea Colombiana, el general del aire Tito Saúl Pinilla, quien ahora también pasará a retiro. Es un movimiento extraño, pero no del todo inusual y habría tenido un objetivo claro: dejar por fuera del juego al comandante del Ejército, general Sergio Mantilla, a quien varios consideran una piedra en el zapato para los diálogos con las FARC en La Habana. El detonante de esta situación tuvo lugar hace un par de semanas. Semana.com pudo establecer, según fuentes que pidieron su anonimato, que en un consejo de seguridad en Bucaramanga quedó en evidencia un secreto a voces: el rompimiento entre el general Mantilla y el Gobierno. Asistentes de esa reunión cuentan que Mantilla agredió de palabra al ministro de Defensa, Juan Carlos Pinzón, que incluso le faltó al respeto y esa fue la gota que rebosó el vaso. De esa manera habría quedado sellada la salida del oficial, considerado por algunos como un palo en la rueda de los diálogos de La Habana, y la de aquellos que lo acompañará al retiro. Pinzón, por su parte, se convierte en uno de los pocos ministros de Defensa que ha estado al mando de dos cúpulas y su continuidad dejaría al descubierto que tiene cierta incidencia sobre las decisiones del presidente Santos. Mantilla, ¿palo en la rueda? Lo que queda sobre la mesa es que el general Sergio Mantilla, al parecer, no le ‘jalaba’ a los diálogos de paz entre el Gobierno y las FARC. Hubo quien dijo que no gustaron sus recientes declaraciones, en una entrevista al diario El Tiempo, donde señala que “las FARC terminarán siendo intrascendentes” y que “la guerra se acabará a las buenas o a las malas”. Para algunas personas cercanas a la situación, el general era visto como un ‘palo en la rueda’ de las negociaciones y así probablemente era visto desde el gobierno y por el equipo negociador. Ya se había definido que para noviembre próximo Mantilla debía salir, pero el rifirrafe con Pinzón terminó por acelerar las cosas. Si bien es misma época del año en que -según el gobierno- deberían estar definidos los términos de la paz con las FARC, es todavía temprano para afirmar que la nueva cúpula es la que estará al frente de las fuerzas oficiales en el posconflicto. Al interior del Ejército, el discurso de Mantilla se percibía como guerrerista, lo que potencialmente podía ser responsable de causar divisiones al interior de las tropas. Y, además, era algo que iba en contra del mensaje conciliador del comandante general de las FF. MM., general Alejandro Navas. El nuevo comandante mayor general Barrero es cercano a Mantilla, y, de hecho, fueron compañeros de curso. Es pública su amistad. Si bien podría pensarse que el nuevo comandante tiene un pie en cada lado, el alto gobierno considera que es confiable y se trata de alguien que no es beligerante. Léon Riaño, el breve Por su parte, el periodo del ahora exdirector de la Policía Nacional, general José Roberto León Riaño, era de transición. Duró a lo sumo un mes más de lo que estuvo en el cargo general Teodoro Ocampo, el jefe policial que menos tiempo estuvo al frente de la institución. Entre la alta popularidad de su antecesor, Óscar Naranjo, y el ascendiente entre sus hombres de su sucesor, Rodolfo Palomino, la estampa de León Riaño luce desgastada. No falta quien considere que el haber salido de la Policía en este ‘paquete’, es un todo favor para este oficial que marcha hacia su retiro. El ocaso de la gestión del director saliente estaba signada -según dijeron fuentes cercanas a Semana.com- por rumores en su contra ambientados por el hecho de que su hermano, el brigadier general Jaime León Riaño, está al frente de la jefatura de Planeación de la Policía. El general Palomino, por su parte, viene de liderar las estrategias de Seguridad Ciudadana. Su llegada se considera refrescante y su figura se perfila como la de alguien intachable, con manejo de sus hombres, de los medios y de la política. Por ahora, las fichas de este intrincado ajedrez están sobre el tablero y la partida iniciará en breve. Pero solo hasta entonces se sabrá cuál será el alcance de los nuevos nombramientos y cuáles serán sus próximos movimientos. Y, por supuesto, se dilucidará a qué le apuesta el gobierno.