La competencia por la Alcaldía de Bogotá está al rojo vivo. Hace apenas unas semanas Claudia López parecía invencible con su aplastante ventaja en todas las encuestas. En la de Invamer, elaborada en abril pasado, la candidata de la Alianza Verde tenía un 45 por ciento en intención de voto, mientras Carlos Fernando Galán la seguía en segundo lugar con tan solo 16 por ciento. Con el pasar de los meses, la campaña se fue apretando. La candidata de la Alianza Verde sigue adelante en la mayoría de las encuestas, pero la ventaja que le llevaba a sus contendores se ha ido acortando, y esta semana, por primera vez, Galán la superó. Los resultados de la última encuesta de Yanhaas-RCN muestran que el candidato de Bogotá para la Gente tiene una intención de voto del 31 por ciento, mientras la representante de la Alianza Verde llega a 24 por ciento. Entre tanto, Miguel Uribe tiene un 12,9 por ciento y Hollman Morris un 9,6. Galán, en cambio, ha sabido jugar su carta de “candidato independiente”, aunque se especula que tiene bajo cuerda el apoyo de Cambio Radical porque hizo su carrera en ese partido, de la mano de Germán Vargas. Por otro lado, el voto en blanco sigue alto, con 16 por ciento, y los indecisos representan un 5,4 por ciento. Se trata de dos rubros a los que posiblemente los candidatos le apuntarán de aquí al 27 de octubre, pues cualquier voto cuenta. En la encuesta de Guarumo S. A. S. y EcoAnalítica Medición y Conceptos Económicos S. A. S., en alianza con EL TIEMPO y La W también se ve que la competencia se hace cada vez más estrecha: Claudia López cuenta en esta medición con intención de voto de 25,8 y Galán con 25,7. Lo que muestra que Claudia ya no la tendrá tan fácil. En esta encuesta a Miguel Uribe le va mejor con 20,6 por ciento y en el cuarto lugar se ubica Hollman Morris con 13,6 por ciento. En abril Claudia López parecía tener el apoyo de toda la izquierda. Pero cuando Gustavo Petro se definió por Hollman Morris, muchos de sus electores se fueron con él. Uno de los ingredientes de la discordia fue que en el momento en que Claudia ganó la candidatura de la coalición de centroizquierda, ella proclamó a Sergio Fajardo para la presidencia en 2022, lo cual fue una bofetada para Petro. A eso se sumó una tema no negociable para el presidente de la Colombia Humana: su visión sobre el metro de Bogotá. En efecto, Claudia López acompañó a los concejales del Polo a interponer una demanda ante el Consejo de Estado para que revise la legalidad de la obra. No obstante, ha dejado claro que si esta es adjudicada la sacará adelante
Nadie discute que la candidata de la Alianza Verde tiene grandes virtudes para la política de hoy. Es inteligente, preparada (cuenta hasta con un doctorado en una prestigiosa universidad de Estados Unidos), tiene mucho carácter y gran capacidad dialéctica para los debates, conoce la ciudad y es muy activa en las redes sociales. Con ese arsenal, ¿cómo se explica su descolgada?
Primero, su tono pendenciero le ha hecho daño. De una actitud valiente y comprometida contra la corrupción se empieza a percibir un tono altisonante que molesta a unos electores cansados de tanta rabia y pelea en el ambiente político. Segundo, estos perciben posiciones contradictorias frente a candidatos y personajes que en otro momento criticó y hoy apoya, o viceversa. Galán, en cambio, ha sabido jugar su carta de “candidato independiente”, aunque se especula que tiene bajo cuerda el apoyo de Cambio Radical porque hizo su carrera en ese partido, de la mano de Germán Vargas. Pese a que se alejó por la corrupción de esa colectividad, nunca renunció a su curul en el Congreso y se mantuvo con los votos de esa base electoral. No obstante, el candidato de Bogotá para la Gente ha sabido posicionar su postura de la opción del centro, que no divide a la ciudad y que no polariza. Era una apuesta arriesgada en una atmósfera electoral polarizante en la que, generalmente, los discursos extremos se posicionan mucho mejor que los conciliadores, vistos como tibios, demasiado racionales y faltos de carácter, como se ha podido evidenciar en Estados Unidos y Europa. Galán ha jugado a un riesgoso punto medio en el que es capaz de darle continuidad a muchos de los proyectos de Peñalosa, pero también de criticar lo que considera que está mal. Es delfín porque es hijo del mártir Luis Carlos Galán; aunque no lo es porque su padre fue asesinado y ha hecho su carrera solo. Ha estado en cuestionados partidos tradicionales, sin embargo, lo ven como independiente. Es un candidato ni-ni, pero tiene carácter. Y esa apuesta, que quizá hace un par de años garantizaba el fracaso, parece funcionarle.
De hecho, después de que se conocieron los resultados de la última encuesta, la propia Claudia dijo: “Es evidente que Carlos Fernando hace algo bien con su cuento de independiente, de calmado y tal, y yo tendré que reforzar el tema que más importa, el de las propuestas”. Otra ficha en el ajedrez, Miguel Uribe, se ha perfilado como un gran candidato. Carga con el peso de haber sido secretario de Gobierno de Enrique Peñalosa, que sigue siendo impopular, pero los debates y sus apariciones públicas lo han proyectado como un candidato serio, con sentido político y capacidad de gestión. Su rostro imberbe y juvenil disimula una exitosa carrera; cicatrices que lo han forjado en la política y haber sido la mano derecha del actual alcalde le dio un gran conocimiento de los temas de Bogotá. Aunque avaló su candidatura por medio de 400.000 firmas por el movimiento Avancemos, Uribe Turbay ha recibido apoyos de partidos que lo hacen ver como el candidato de la política tradicional. Hoy cuenta con la bendición del Centro Democrático, del Partido Liberal, del Partido Conservador, de ASI, de MIRA y otras iglesias evangélicas. Al alejarse Galán del lote, puede producir una migración de votos anti-Claudia de los seguidores de Uribe. Pero lo mismo puede pasar con los votos de izquierda de Morris hacia Claudia. Este respaldo puede ser importante para Miguel, quien hasta ahora tiene la campaña publicitaria más robusta. Pero a la vez puede resultar contraproducente teniendo en cuenta que un electorado como el bogotano simpatiza con las formas “alternativas” de hacer política. Las maquinarias fuertes y los partidos tradicionales persisten en Bogotá, sin embargo, las figuras nuevas y las tendencias de centro y de izquierda tienen más fuerza en la capital que en ningún otro lugar del país. De hecho, los alcaldes elegidos en el pasado (Peñalosa, Petro, Garzón, Mockus y Samuel Moreno) llegaron al Palacio Liévano más por su figura que por los partidos tradicionales y la maquinaria. Por eso en estas elecciones no hay candidatos de toldas políticas, sino de coaliciones y movimientos “independientes”.
No obstante, el único candidato que realmente representa una ruptura con la visión de ciudad entre Claudia, Galán y Uribe Turbay es Hollman Morris, la prueba de la fuerza electoral de Gustavo Petro. Este candidato ha venido creciendo y su discurso progresista, pro-derechos humanos y de metro subterráneo tiene sus seguidores en la izquierda. A un mes de las elecciones, empiezan las cábalas. Una de las mayores ventajas electorales de Claudia era el empate entre Galán y Uribe Turbay en la intención de voto. Al alejarse Galán del lote, puede producir una migración de votos anti-Claudia de los seguidores de Uribe. Pero lo mismo puede pasar con los votos de izquierda de Morris hacia Claudia. Sin embargo, faltan muchas encuestas y bastantes días para sacar conclusiones. En estas elecciones todavía nada está escrito y es difícil apostar quién llevará las riendas de la capital del país en los próximos cuatro años. Le puede interesar la última encuesta Invamer: