La semana pasada, cuando varios puntos del país ardían y Bogotá veía quemar con impotencia sus majestuosos cerros orientales, la ministra de Ambiente, Susana Muhammad, aseguró con total convicción que el origen de semejante tragedia ambiental eran manos criminales.
“El 95 % de incendios son provocados y ya llevamos 19 capturas en flagrancia de personas inescrupulosas, sea por malas prácticas o sea porque a propósito querían incendiar. Agradecemos a Conaldef, alcaldías y gobernaciones por su acción coordinada y a la Policía por las capturas. Hacemos un llamado urgente a denunciar y prevenir futuros incendios. Este delito tiene hasta 12 años de prisión”, señaló enfática.
La tesis de que había mucho más que el fenómeno del Niño detrás de estas conflagraciones la había esgrimido, en primer lugar, el fiscal general de la nación, Francisco Barbosa. A la fecha, ya van 26 capturados.
Desde el Foro Colombia 2024, aseguró que, en el caso específico de los cerros orientales, la entidad está lista para recibir los reportes de los bomberos “para que determinen a través de un informe si pudieron o no existir manos criminales”, dijo el fiscal Barbosa.
Desde entonces, muchas autoridades han llamado la atención sobre este hecho. El gobernador de Cundinamarca, Jorge Rey, fue también enfático: “Hemos hablado con todos los organismos técnicos de gestión del riesgo y evidenciamos que el 90 % de los incendios son provocados, son producto de la acción humana. Realmente son manos criminales las que utilizan este tipo de mecanismos para acabar con nuestros recursos naturales y agotar la capacidad institucional”. El director de la CAR, Alfred Ballesteros, también respaldó esa tesis.
Lo mismo narraron las autoridades de Santander.
¿Por qué los queman?
La idea de un ejército de pirómanos atacando los recursos naturales en el país ha sorprendido a muchos colombianos. La realidad es mucho más compleja que eso. Lo que sucede lo explicó bien la ministra de Agricultura, Jhenifer Mojica: “Los incendios forestales son provocados, algunos por negligencia: se hacen fogatas, quemas de basura y se propaga el fuego; y otros con dolo, como este caso”.
La alta funcionaria pidió, por esta razón, a las autoridades de los municipios “que se encuentran golpeados por sequía y tienen lugares vulnerables a incendios entablar medidas policivas para evitar esto, como restringir acceso a zonas de riesgo de incendio”.
La primera causa de incendios, que es la negligencia, se agrava en el fenómeno de El Niño. Todos los días, decenas de personas dejan en las laderas de los bosques objetos que pueden provocar un incendio: vidrios, colillas de cigarrillo prendidas, restos de fogatas.
Pero estas no se convierten en los devastadores incendios que ve el país hoy por cuenta del clima. Por cuenta del fenómeno de El Niño, todo el país ha vivido un aumento en la temperatura. Bogotá, por ejemplo, que registra entre 8 y 20 grados, este lunes marcó 25 grados, que es lo que suele vivirse en Medellín.
La ola de calor que vive el país es tan fuerte que el Instituto de Hidrología, Meteorología y Estudios Ambientales (Ideam) reveló que Colombia alcanzó un nuevo récord de altas temperaturas en algunos municipios. Por ejemplo, en lugares como Jerusalén (Cundinamarca), ya se han superado los 40,4 °C.
Cuando el sol pega así de fuerte, se crea una especie de efecto lupa que produce incendios con mayor facilidad que en las condiciones normales de esos ecosistemas.
Pero los otros incendios son los que se producen con dolo. La rectora de la EAN y exdirectora del Humboldt, Brigitte Baptiste, cree que esta es la tesis más probable de los incendios en Santander, por ejemplo.
“La quema del páramo de Berlín sucede porque hay gente que provoca incendios para abrirle el paso al pasto para poner sus vacas”, le dijo a SEMANA.
Algo similar ocurre en la Amazonía, donde vastos territorios son quemados de mala fe para apropiarse de baldíos de la nación, para poner allí cultivos o ganado, explica el director de la FCDS, Rodrigo Botero. “Los incendios son provocados y tanto en el páramo como en la selva las razones son coincidente: abrir la frontera agrícola”, asegura.
En medio de la ola de calor que se vive, el país está en alerta y debe actuar con prontitud en ambos frentes.