A Ignacio Londoño la muerte lo acechaba desde hace muchos años. Su trabajo como abogado penalista de varios de los capos más poderosos del país en el último cuarto de siglo lo tuvo en la mira de los asesinos en varias oportunidades. “Si me dieran un peso por cada vez que me han dicho que me van a matar estaría rico”, solía repetir constantemente en tono de broma al referirse al tema. Sin embargo, en las últimas semanas Nacho, como era conocido, ya no bromeaba con el tema de la muerte. Por el contrario. Estaba preocupado y por primera vez pensó que su vida sí corría serio peligro. Cinco días antes de su asesinato, la noche del lunes de la semana pasada, les dijo a algunos de sus conocidos que lo iban a matar. Contó que a comienzos de junio un golpe de suerte lo había salvado de caer víctima de las balas. Un joven sicario lo buscó en Cartago, en donde realizaba su campaña política para aspirar a la Alcaldía de ese municipio, y le dijo que era parte de un grupo de asesinos contratado para matarlo. El sicario arrepentido le hizo esa confesión porque conocía a la familia de Londoño, para la cual trabajó como jornalero años atrás antes de dedicarse al mundo del sicariato en el Valle. Le dio detalles del plan y pistas sobre quiénes habrían ordenado el crimen. El abogado manejó discretamente la información, como era habitual en él, y le contó el asunto a unos pocos a quienes les dijo que el tema tenía que ver directamente con su aspiración de llegar a la Alcaldía de Cartago. Concretamente, dijo, el asunto estaba relacionado con la oposición de Londoño a dejar que un grupo de personas, entre las que estaba un socio y amigo suyo, conocido en la región como Gafas, se quedará con el control del botín económico y burocrático de las empresas de servicios municipales y algunas secretarías. También con el manejo de dos gigantescas y multimillonarias licitaciones de alumbrado y recolección de basuras, que superaban los 70.000 millones de pesos, las cuales se adjudicarían el próximo año pero que desde ya estarían prometidas por sus socios a contratistas a cambio de jugosos dividendos. Según les contó Londoño a varias personas, su oposición a esos temas fue la causa de una agria disputa con el grupo de Gafas y la razón de que lo quisieran matar.Londoño fue asesinado poco antes de las siete de la noche del pasado 20 de julio. Un sicario le disparó a través de una ventana cuando estaba en una reunión de su campaña en compañía de su esposa, su publicista, y el secretario de Hacienda de Cartago. El crimen ocurrió tres días antes de que Londoño se inscribiera oficialmente como candidato tras haber recolectado más de 50.000 firmas, lo que lo hacía el favorito para ganar. “Es absurdo que digan que yo pude tener algo que ver. Él era mi socio, mi amigo y era como un hermano para mí, para que ahora digan que yo tuve algo que ver. Con ese tipo de informaciones lo que buscan es que yo corra la misma suerte y desviar las investigaciones sobre los verdaderos responsables”, dijo Gafas a SEMANA.Los fantasmas del pasadoLa advertencia que Londoño les hizo a varias personas sobre Gafas pocos días antes de morir salió a la luz pública la semana anterior, y dejó a este en el ojo del huracán. Sin embargo, la pelea por el multimillonario botín de la Alcaldía de Cartago no es la única hipótesis que las autoridades manejan sobre los responsables del homicidio. La lista de sospechosos incluye al extraditado narcotraficante Hernando Gómez Bustamante, alias Rasguño. Londoño fue su abogado en la década pasada pero en 2010 terminaron de enemigos. En enero de ese año, Diego Buitrago, sobrino del capo, fue asesinado en una discoteca en Cartago. A Rasguño le dijeron que Londoño tuvo que ver con ese crimen y en múltiples ocasiones el narco declaró ante la Fiscalía que Londoño estaba vinculado en el magnicidio de Álvaro Gómez. Rasguño estaba convencido de que Nacho ordenó la muerte de su sobrino y decidió vengarse. El año pasado en una cárcel de Nueva York, Rasguño se encontró con Javier Calle, alias Comba, un capo del Norte del Valle a quien Londoño representaba y a quien hizo entregar a la justicia estadounidense en 2012. En ese encuentro, Rasguño le reclamó a Comba por haber dejado que Londoño asesinara a su sobrino. En medio de insultos de lado y lado, este último defendió la inocencia de su abogado no sin antes acabar la discusión con una frase lapidaria de Rasguño: “Estoy preso pero no soy manco”. Durante un tiempo la pelea entre Londoño y Rasguño se libró en la Fiscalía con acusaciones mutuas. Pero el pasado 22 de junio Davinson Gómez, un primo hermano de Rasguño, también fue asesinado en Cartago y nuevamente las sospechas recayeron sobre Londoño. “Un segundo familiar muerto no lo iba a perdonar Rasguño, que además tiene la ventaja que muchos de sus antiguos sicarios siguen acá en Cartago”, dijo a SEMANA un político local, socio de Londoño. Otra de las hipótesis tras la muerte de Londoño señala a Daniel Rendón, alias Don Mario, y a Dairo Úsuga, jefe de la banda criminal los Urabeños. El año pasado, mucho antes de lanzarse como candidato, a Londoño lo había buscado la cúpula de los Urabeños para que los representara y comenzara a trabajar en un plan de entrega y sometimiento a las autoridades, aprovechando los buenos contactos que Londoño tenía y que ese tema de entregas era una de sus especialidades. Parte del compromiso consistía en que, en teoría, los jefes de los Urabeños no serían extraditados. Londoño comenzó las gestiones ante la Fiscalía y la DEA pero el tema quedó a mitad de camino porque Londoño se fue a vivir a Cartago para trabajar en su campaña. A finales de junio pasado, la justicia de Estados Unidos pidió en extradición a 25 de los principales integrantes de los Urabeños y algunos de ellos culparon a Londoño de esa decisión por haber abandonado el tema.Otro nombre también hace parte de la lista. Se trata de Martín Farfán. Conocido con el alias de Pijarvey, es el jefe de la banda criminal más poderosa de los Llanos Orientales. Como abogado, Londoño participó en la entrega y sometimiento de uno de los rivales de ese capo. En ese proceso fue el propio abogado quien consiguió que sus clientes entregaran a la Fiscalía y la DEA valiosa información para atacar la estructura de Pijarvey, como en efecto ocurrió. En los últimos dos meses, personas cercanas a Londoño afirman que habían detectado la presencia de hombres de Pijarvey que habían viajado desde el Meta hasta Cartago. Algunos han intentado relacionar la muerte de Londoño también con algunos de los clientes más recientes que tuvo y quienes hicieron controvertidas y duras declaraciones ante la justicia. Uno de ellos es el mayor retirado Juan Carlos Meneses, un polémico testigo que acusa de haber tenido supuestos vínculos con grupos paramilitares a Santiago Uribe, hermano del expresidente Álvaro Uribe. Londoño fue su defensor por un breve tiempo y consiguió que se entregara a la justicia colombiana en enero del año pasado. También fue abogado del no menos polémico coronel retirado Róbinson González del Río, tristemente célebre a raíz de unas grabaciones suyas hablando sobre negocios non sanctos con generales del Ejército. Londoño fue su defensor cuando este oficial declaró en la Fiscalía el año pasado en contra de Santiago Uribe.El último de sus clientes ‘famosos’ fue el hacker Andrés Sepúlveda, quien se transformó en el testigo clave contra Luis Alfonso Hoyos y quien también ha mencionado en sus declaraciones al expresidente Uribe, quien lo tiene demandado por injuria y calumnia por intentar relacionarlo con su actividad ilícita durante la campaña a la Presidencia de Óscar Iván Zuluaga. La lista de los amigos de Londoño prácticamente en todas las instituciones del Estado colombiano y en agencias antidrogas estadounidenses, es casi tan amplia como la de los cuestionados clientes que defendió como abogado durante los últimos 25 años. De igual forma, no menos extenso es el listado de enemigos que acumuló durante todo ese tiempo. Sin embargo, resulta irónico que, tras un cuarto de siglo de sobrevivir en las turbulentas aguas de la mafia, hoy la hipótesis más real sobre la causa de su homicidio sea la de que lo mataron por sus grandes opciones de quedarse con la Alcaldía de su pueblo. Lo cierto del caso es que es muy probable que su muerte termine como fue su vida: un completo misterio.