La disputa de Miguel Polo Polo y Lina Martínez, hija del parapolítico Juan Carlos Martínez, por una curul afro desnudó una serie de situaciones que hoy las comunidades negras ponen sobre la mesa para denunciar que, pese a avalar candidatos mediante los consejos comunitarios, no es esa población la que elige a sus representantes en el Congreso.
Desde el momento en que la Registraduría entregó el balance preliminar, las dos curules afro se convirtieron en uno de los caballitos de batalla en estas elecciones. De un lado, Ana Rogelia Monsalve se quedó con uno de los puestos, tras sacar una votación superior a los 27.000 sufragantes; de otro lado, Polo Polo y Martínez se disputan cabeza a cabeza la segunda plaza en unos comicios muy reñidos.
En diálogo con SEMANA, Martínez se mostró prudente y aún no celebra la victoria, pese a que los primeros escrutinios la dan ganadora. “Como abogada, tengo claro que es solo la Registraduría Nacional quien me reconoce como congresista al terminar los escrutinios. No tengo dudas del trabajo que realicé en este proyecto, pero no puedo ser irresponsable al declararme ganadora”.
La postura de Polo Polo es distinta y habla, de frente, de posibles amaños a favor de Martínez. “En audios filtrados hace semanas, Laureano Acuña habla de 20 a 25.000 votos por 300 millones para que la hija del Negro Martínez se quede con la curul afro. No se esperaban la votación que obtuvimos y por eso ahora los votos están apareciendo por arte de magia”.
Pero por fuera del escándalo mediático que ha suscitado esta curul, representantes de las diferentes comunidades afro en el país han mostrado su descontento con estas elecciones, al asegurar que ninguno de los tres representa el sentir y sufrimiento del pueblo negro. Señalan, además, que la mayoría de votos de estos candidatos no corresponden a votantes afrocolombianos, sino a maquinarias políticas que pretenden quedarse con esas curules.
En el caso de Monsalve, alegan que habría sido elegida con maquinaria de su hermano Rumenigge Monsalve Álvarez, actual alcalde de Malambo, Atlántico, y quien está avalado por el Partido Conservador, así como por un gran sector de Cambio Radical. Sobre Polo Polo y Martínez, insisten en que recibieron votos de amplios sectores políticos como el Centro Democrático, ASI y liberales.
El abogado Víctor Golu, representante de las comunidades negras del norte del Cauca y experto en estudios afrocolombianos, señala que “al poder votar cualquiera, evidentemente pueden meter sus manos los clanes como, quizá, ha pasado en este momento”.
Su molestia viene acompañada de una propuesta concreta que pretenden llevar al Congreso en el próximo cuatrienio: “Es inadecuado y no tiene ningún sentido, porque nosotros avalamos, pero el grueso de la población es la que decide. Hay que regularlo para que los afro voten por los afro”, dice.
Desde la Constitución de 1991, las comunidades afro tienen dos puestos en la Cámara de Representantes, pero para llegar a ocupar esas curules, los aspirantes deben ser avalados por consejos comunitarios. En las más recientes elecciones participaron 48 organizaciones afrodescendientes.
“Hay errores. A esas curules deberían llegar personas que hagan un trabajo para resarcir todo ese abandono histórico al que hemos sido sometidos las comunidades afro en el país”, recalca Golu, quien es crítico de las representaciones pasadas. Según él, ninguno de los 12 representantes afro que han ocupado esta curul entre 1994 y 2022 (durante 1998 y 2002 no hubo ocupación de las curules afro) no han tramitado una sola ley, ni realizado un solo debate en pro de las comunidades negras.
Por eso, asegura, a raíz de esta disputa mediática, las comunidades afro se están organizando para dar un golpe de opinión y escoger desde el seno de las organizaciones a sus representantes.