Adriana Torres ya no juega tenis, procura no salir en las noches ni alejarse mucho de su barrio. Cuando pasa por el semáforo donde fue atacada, reza por encontrarlo en verde. Esas son las secuelas que le quedaron de un ataque de rompevidrios. Hace poco menos de un año, volvía a su casa después de entrenar cuando llegó al semáforo de la calle 170 con carrera 17A. Lo vio en amarillo y pensó en acelerar y cruzar. Pero finalmente paró. Revisó un mensaje que acababa de entrar a su celular y volvió a poner el aparato en el asiento del copiloto. Fue entonces cuando sonó un estruendo y llovieron vidrios. La mujer volteó a mirar a la ventana ubicada a su costado derecho y apenas pudo ver la figura de un hombre de mediana edad, con gafas transparentes que lo protegían de la salpicadura de vidrios, y un objeto metálico en sus manos con el que rompió la ventana. Con destreza y en un par de segundos, el delincuente tomó el celular y la raqueta que estaba al lado y huyó. Adriana quedó paralizada en su puesto. Apenas pudo salir del shock cuando el semáforo cambió a verde y la cola de carros empezó a pitarle para que se moviera. Le recomendamos: En flagrancia: así cayó uno de los ‘rompevidrios’ que atemorizaban a conductores en Bogotá Adriana Torres fue víctima de una modalidad de hurto que está disparada en la ciudad. Los rompevidrios generan miedo no solo por el robo, sino por el grado de violencia de sus acciones. También intimidan a sus víctimas usando armas de fuego o puñales. La situación se volvió preocupante al punto que la Alcaldía y la Policía de Bogotá tuvieron que tomar cartas en el asunto. Destinaron 300 auxiliares de Policía para 16 puntos críticos de la ciudad donde se ha identificado este tipo de robo, y 100 gestores de convivencia para labores de prevención. Incluso se han usado drones para identificar a estos criminales. A la fecha, van 21 personas capturadas por esta conducta. El último de los rompevidrios capturado es alias el Bizco, quien tiene al menos 10 denuncias por este tipo de ataques. La Policía lo encontró el martes pasado cuando iba a atracar a una nueva víctima en el norte de la ciudad. El Bizco se hacía pasar por habitante de calle para acercarse a los vehículos y con un cuchillo intimidaba a sus objetivos, generalmente mujeres. Además, escondía ropa en su zona de operación para cambiarse luego de cada uno de sus robos. Según las autoridades distritales, el Bizco también tendría relación con el ataque a Ana Milena Hoyos, que sucedió el 10 de julio en la calle 127 con carrera 19 y se viralizó por su denuncia en redes sociales. Ella fue víctima de uno de estos robos cuando iba en su carro con su pequeña hija. “Estoy muerta de pánico de esta ciudad, es imposible que permitamos que esto siga pasando”, dijo la mujer, evidentemente afectada por el asalto. El mismo que relató así: “Llegué a un semáforo, sentí a alguien en el vidrio de atrás como si lo fuera a limpiar, pero de una manera brusca. Inmediatamente otra persona se me acerca por la puerta principal, me agacho, cojo unas monedas y una comida que llevaba para compartir con alguien que lo necesitara. Abrí un poco la ventana para darle las monedas y la comida, pero inmediatamente este ladrón me dice: Abra y entrégueme el celular, si no quiere que le demos una puñalada en la cara, señalando a mi hija”. Le recomendamos: “Estoy muerta de pánico de vivir en esta ciudad”: víctima de rompevidrios Aunque este tipo de ataques suceden en distintas localidades, es especialmente el norte de Bogotá la zona más afectada. Las autoridades han identificado varios puntos "calientes". Sobre la avenida 19, en los cruces con las calles 134 y 127; también sobre la 12, en las calles 116 y 170; en la Séptima, sobre la calle 94; en la avenida Suba con 127 y en la calle 100 con la autopista norte. "Ellos utilizan elementos como la loza de las bujías de carros, las que parten para fraccionarles, las mojan y las lanzan a los carros para romperlos. El otro estilo es lanzar una piedra o utilizar elementos punzantes para romper el vidrio. Se introducen al vehículo, jalan lo que encuentran y corren", explicó a SEMANA el coronel Roberto Hernández, jefe del comando del Norte de Bogotá, la zona más afectada en los últimos meses por los rompevidrios. Además, en este tipo de robos, los asaltantes suelen tener cómplices como habitantes de calle o vendedores que les ayudan a escoger a sus víctimas entre las hileras de carros. Como en el caso de Javier Rodríguez, en la calle 82 con 15. Saliendo del trabajo, este ingeniero fue atacado por un hombre que supuestamente limpiaba vidrios, con agua y trapo en mano, y lo amenazó con un puñal para robarle el celular y la billetera. Muy cerca había una mujer, aparente cómplice que servía de campanera. Natalia Restrepo, una líder de vecinos en el norte de la ciudad cuenta cómo empezaron a llegar estas bandas. "Aquí había una familia que lleva 15 años trabajando en esta zona, limpiando los vidrios, incluso se identificaban, uniformados con unas camisetas que la misma comunidad les dio. Y son personas muy amables. Pero hace unos meses hubo un robo con una de estas camisetas, de alguien que se mandó a hacer una igual, y desde ahí empezó el tema fuerte de rompevidrios. Ellos (la familia de limpiavidrios) fueron desplazados. Y empezaron a llegar personas que están haciendo el mal". El coronel Hernández le recomienda a la ciudadanía que denuncie este tipo de ataques, pues uno de los grandes retos para detener a estas bandas es identificar e individualizar a sus integrantes. También, como precaución, indica que es preferible llevar objetos de valor visibles, sino guardados en las guanteras o al interior del carro. Esto, especialmente en las horas pico, cuando los rompevidrios aprovechan los trancones para atacar. Entretanto, las autoridades avanzan en la cruzada contra estos delincuentes.