Lo que parecía una consulta médica rutinaria para control de embarazo, terminó en una enorme sorpresa. El pasado sábado 29 de septiembre el médico de turno le soltó una noticia que desplomó a Yusmeiry Pino, una joven venezolana que desde hace cinco meses llegó a Colombia, luego de huirle al hambre y la pobreza en su país natal.Cuando empacó maletas y agarró a sus tres pequeños de 11, 6 y un año, tenía bien clara su meta: reunificar el hogar que tiene con Édgar Poveda, su esposo que migró a Colombia desde el año pasado, y trabajar para ayudar a su mamá y cinco hermanos que aún están en Venezuela. A Édgar lo conoce desde la infancia y la relación empezó cuando apenas tenía 16 años; hoy tiene 29.El destino final de esa fuga humanitaria fue el municipio de Yotoco, en el Valle del Cauca. Allí la esperaban Édgar, su hermana Marian, su esposo Neveres Poveda y su hijo. Las dos parejas son concuñados entre sí y oriundos del estado venezolano de Zulia. Le recomendamos: Así renace la ilusión de tres venezolanos en Colombia Los Poveda–Pino no vivían con demasiados lujos en Venezuela, pero eran felices. Édgar se ganaba la vida manejando su propio taxi, mientras que Marian, la hermana de Yusmeiry, trabajaba como profesora, ya que es docente comunitaria y enfermera.“Aquí en Yotoco trabajé algunos meses en la misma panadería donde labora mi compañero, pero estoy de nuevo cesante”, dijo Marian, la hermana de Yusmeiry que llegó a Colombia en febrero pasado.De ahí que, si bien el nuevo embarazo de Yusmeiry fue recibido como una bendición para el hogar de los migrantes, ella sabía que no era el momento indicado, “no me lo esperaba porque hace un año me operé para no tener más hijos. Me cortaron las trompas”, dijo la joven venezolana. Puede interesarle: Somos Panas Colombia, una campaña de solidaridad creada por AcnurPor eso la noticia del médico dejó a la joven estupefacta. Esa tarde le informaron que el proceso de gestación avanzaba sin dificultades, pero con un detalle adicional, no era un bebé, sino cinco.“El médico me soltó la notica de golpe. Primero dijo son mellizos, luego trillizos y al final que eran quintillizos. Se me vino el mundo encima”, relató Yusmeiry, tras aclarar que en las dos ecografías que le han tomado, una arrojó trillizos y la otra quintillizos. Las preocupaciones de la familia venezolana no son gratuitas. En Yotoco los dos hogares de concuñados viven en una misma casa ubicada en el barrio Jorge Eliécer Gaitán de ese municipio y por la que pagan una renta de 350.000 pesos mensuales. Se trata de una vivienda con dos habitaciones, un baño, sala y cocina, pero allí conviven ocho personas (cuatro adultos y cuatro niños). Y muy pronto llegarán otros cinco chiquillos. Le sugerimos: “La xenofobia hay que combatirla siempre”Por ahora los únicos que trabajan son los hermanos Poveda y sus pagos no superan el salario mínimo. Édgar, el compañero de Yusmeiry se gana la vida como ayudante de construcción; mientras que Neveres, el novio de Marian, labora en una panadería del municipio valluno.Y a todos los embarga la misma preocupación. En el caso de Yusmeiry, los gastos tendrá que multiplicarlos por ocho y para tener una idea de la difícil carga económica a la que se enfrentan, basta decir que tres de los niños “aún no asisten a clases porque no hemos podido comprar los útiles escolares”, explicó Neveres.En Yotoco la noticia de los quintillizos de los venezolanos causó conmoción. Incluso, la alcaldía tomó cartas en el asunto y desde la secretaría de Salud le brindan asesoría y asistencia prioritaria a Yumeiry. Puede leer: “Los latinoamericanos debemos tenderle la mano al pueblo venezolano”“Por ahora se le presta el servicio de urgencia y desde otras IPS de mayor complejidad están colaborando para las ecografías y exámenes. Todo mientras logramos incluirla en el Sisbén para vincularla a una EPS del régimen subsidiado”, aseguró Kamel Hassan Yedallah Estrada, secretario de Salud de Yotoco.Agregó, que paralelo a la asistencia médica que se le brinda a la migrante venezolana, líderes comunitarios organizaron campañas “con el propósito de recaudar elementos básicos que les sirvan a los niños, como ropa, pañales, leche, medicamentos”, explicó el funcionario, tras aclarar que el estatus legal de la familia Pino, está en regla.Los miembros de esta familia esperan que la suerte y las oportunidades laborales los abriguen. El reto no es menor, porque a comienzos del próximo año a su hogar llegarán los quintillizos que fueron concebidos mientras huían de su país natal. Las personas que deseen darle un empujón a esta familia venezolana migrante, pueden llamar al número celular 3155220336.