Manizales, 7 de enero de 2023. El torero francés Sebastián Castella decidió regresar a los ruedos vestido de torero, después de más dos años de haber anunciado su retiro.
No es un detalle menor que haya elegido la Plaza de Toros de Manizales para hacerlo, con otro ingrediente especial, lidiar y matar a seis toros de casta: dos de Ernesto Gutiérrez Arango, dos de Las Ventas del Espíritu Santo y un par más de Juan Bernardo Caicedo.
Encerrona. Sí, ese es el término taurino cuando un matador, matadora o rejoneador entrega su alma en el ruedo, dejándolo todo ante seis toros de lidia.
El ruedo de Manizales, donde Castella ha obtenido grandes triunfos y se ha ganado a punta de torería y grandes faenas, el máximo trofeo de la Feria Taurina de la capital caldense, la réplica en oro de la Catedral de Manizales.
Paseíllo de máxima responsabilidad para el francés, con un traje precioso, lila y plata, muy torero, ante el serio compromiso en una tarde en la que lidió, en solitario, seis animales, con la ilusión del que regresa a lo que más ama hacer.
Reconocimiento de los areneros y del tendido joven, con pañuelos lilas, el color favorito de Sebastián Castella, que pintaron de color -como si fuese un cultivo de flores- las gradas del tendido uno de la plaza de toros. Vea aquí el resumen de la encerrona de Feria TV.
Con el capote, verónicas suaves y templadas, en las que Boticario (456 kilos), toro negro de la ganadería de Ernesto Gutiérrez, humilló con dulzura por ambos pitones. Cerró con una media verónica, rematando a la cadera con mucha elegancia.
Puyazo, apenas justo, en buen sitio. En banderillas, solo un par bien ejecutado. Los otros dos, especialmente el segundo, caído. Baja nota en el tercio.
Castella brindó el toro a cuatro mujeres: a su mamá, sus dos hijas y a su novia (Katia Sol), presente en la plaza, que recibió la montera del matador de toros francés. Momento especial.
Toreó Castella fenomenal. Con temple, suavidad, dibujando derechazos, naturales, trincherazos. Lo ligó en redondo. Faena muy bien estructurada. Llegó el pasodoble de la plaza de Nimes, El cantador de Carmen, y fue la banda sonora del toro de la reaparición de Castella, con su toreo intacto. Y, así, con una estocada trasera, tres cuartos de esta en el morrillo del toro, y acertando en el primer descabello, perdió las orejas.
Petición minoritaria de la primera oreja. Aplausos para Boticario en el arrastre y silencio para Castella.
Un Zafiro que no brilló
El segundo toro de la tarde fue Zafiro, que busco los terrenos de las tablas muy temprano. Vara trasera y muy corta. No hubo lucha en el caballo. En banderillas, nuevamente baja calificación. Solo valió un par de Ricardo Santana.
Toreó con mucha clase con el capote. Verónicas suaves y una media muy bien rematada. Quite por tafalleras, de lo mejor que se ha visto en la feria, donde con el capote están en deuda los matadores.
Faena carente de emoción en el inicio. Con la derecha, Castella logró pases, unos buenos y otros en los que le enganchó la muleta. Tomó la muleta con la mano izquierda, y con mucha honestidad lo intentó, con un toro sin fuerza y que mostró falta de casta. Críticas en el tendido ante las condiciones del toro.
Espadazo completo y tendido. Rodó Zafiro, pero la actuación de Garrido con la puntilla fue fatal, con múltiples fallos. El toro se levantó y resistió varios minutos antes de caer fulminantemente. Silencio para Castella y pitos para el toro en el arrastre.
Panela, sin fuerza y energía
Salió un toro negro, enérgico, hermoso, de 460 kilos. Recorrió el ruedo en dos ocasiones, fue aplaudido en la salida.
Pero irónicamente esta Panela no tenía energía, débil de remos delanteros, perdió la estabilidad en varias oportunidades y el público pidió el cambio. Extrañamente, el toro no fue picado y salió el pañuelo verde con el que se indica el cambio del toro.
Oculto de casta
El tercero bis, Oculto, segundo toro de las Ventas del Espíritu Santo, no lució en el capote, fue más de trámite.
Vara trasera y dos muy buenos pares de Garrido, quien se desagravió con los espectadores con la correcta ejecución de las banderillas, con el pecho muy cerca de los pitones.
La faena, en modo Oculto, el toro tardó para embestir y, entendiendo esas condiciones, Castella puso todo lo que no tenía el toro: casta. Manso y soso.
Cerró, con bronca Castella, con muletazos para demostrarle a los espectadores que el toro no embestía. Fin con la espada defectuoso. Trasera y desprendida. Silencio respetuoso para Castella y pitos para el toro.
Un Arabesco de lidia
Salió Arabesco, cuarto toro de la tarde, un castaño requemado, muy bien presentado, de 470 kilos, ligeramente cornivuelto.
El toro no tuvo embestidas de clase con el capote. Puya trasera. Pelea larga del toro. La vara debió ser rectificada y no lo hizo.
Tres puyazos innecesarios. Desorden en el ruedo, hasta ocho personas y el toro suelto, nadie apareció para hacer un recorte. A Castella le faltó voz de mando en el tercio de vara.
Otro toro más sin casta ni emoción en las embestidas. Las cosas no salieron bien desde el principio. Poco o nada más para decir de una faena que no se consolidó, aunque Castella lo intentó una y otra vez, y apenas el toro pasaba, aburrido el público y el torero.
Como si fuera poco, otra estocada trasera para hacer más sombrío el ambiente en la plaza y Garrido, de nuevo desatinado con la puntilla. Letargo entre los 11 mil espectadores.
Descarriado: triunfo y éxtasis
Salió otro toro negro de las Ventas del Espíritu Santo (530 kilos), que recorrió con alegría, fuerza y velocidad el ruedo. Remató las embestidas en los burladeros de la plaza.
Verónicas para recibirlo. Lo llevó templado al caballo, puya en gran sitio, peleó Descarriado y tumbó al caballo y al picador.
Alegría en la plaza tras un tercio de banderillas completo. Saludo de los banderilleros, quienes recibieron una gran ovación, que pareció eterna y que se multiplicó en el primer brindis al público, en la que los aficionados se entregaron en afecto con Sebastián.
Faena completa, templada, en la que el francés ejecutó naturales desmayados. Intentó un circular invertido, pero el toro no acompañó el vuelo de la muleta.
Suerte suprema. Pinchó en el primer intento, sin soltar. Lo llevó al medio del ruedo y la montera, en una casualidad taurina, volvió a la mística posición que dicta el agüero: boca abajo viene buenos aires y energías.
Entro a matar Castella y dejó un espadazo en muy buen sitio. Por fin llegó el triunfo. Dos orejas y vuelta al ruedo para un Descarriado que ayudó a pasar el mal sabor de poca en la plaza y de César Rincón, quién afirmó por los micrófonos de Caracol Radio, desde la Plaza de Toros de Manizales, que deseaba que las cosas fueran a más, y así fue, Castella abrió la puerta grande y la fiesta brava recobró la esencia y la alegría.
Sexto y último
Cerrajero, toro negro de Ernesto Gutiérrez y 452 kilos de peso, auguró cosas buenas desde su salida. Toro bien presentado, como el encierro, en general. Aunque las notas de casta y bravura no superaron el examen.
Faena de capa lucida. Con verónicas lentas, ceñidas, donde el toro humilló con calidad y se vio torear a pie junto con clase.
Buena puya, en lo alto. Aplausos del público para el picador.
Faena de mucho mérito, ante un toro que fue de menos a más, fijo, pero que le faltó repetir las embestidas. Aguantó Castella en la cara del toro, y en tandas de tres y cuatro muletazos, estructuró la faena.
Espada completa, levemente tendida. Acertó en el tercer intento con el descabello. Palmas, para Castella y para el toro Cerrajero, de la ganadería de Ernesto Gutiérrez.