El mayor reclamo que existe alrededor de la reforma a la salud es el desconocimiento absoluto del texto que va a proponer el Gobierno, en cabeza de su ministra Carolina Corcho. A pesar de que ella describió la iniciativa como “la más discutida de la historia republicana”, la realidad es que ninguno de los líderes del sector conoce el articulado, ni los detalles.
Hasta antes del jueves 9 de febrero solo se tenía claro algo: que Corcho pedía un revolcón, un borrón y cuenta nueva, y que la reforma comenzaba acabando las organizaciones que han sido por años el pilar del sistema: las EPS.
Sin embargo, el jueves pasado, una reunión entre el Gobierno y los presidentes de esas empresas cambió el panorama. El presidente la calificó de “excelente” y el ministro del Interior, Alfonso Prada, advirtió que la reforma no tendrá ahora la premisa de que se eliminan las EPS, sino que, por el contrario, se aprovecharán sus 30 años de trayectoria en el sector. La expectativa por lo que el Gobierno presente este lunes es total.
A pesar de ese anuncio, aún quedan muchas dudas sobre cuál es el modelo que se plantea, y especialmente si las EPS no se acaban, entonces cuál será su papel en el futuro. La presidencia envió una invitación abierta para el evento que llaman “Acto simbólico de radicación del proyecto de ley de la reforma a la salud”. Será a las 3:00 p. m., en la Plaza de Armas de la Casa de Nariño y la entrada es abierta. Se espera que haya una asistencia masiva, en una apuesta del Gobierno Petro por llevar sus principales banderas a las calles.
El cara a cara del Gobierno con las EPS y los miedos que aún persisten
“Llevaban ocho meses tratándonos como ladrones y usurpadores de los recursos de la salud y hasta esa noche nunca nos habían dado una cita”. Así comienza el relato de uno de los asistentes de lo que sucedió en el cara a cara de las EPS con Gustavo Petro. La tensión era total. No era para menos. El principal pilar de la reforma a la salud del primer mandatario era, hasta este jueves, acabarlas.
Pero los directivos de las compañías tenían clara una cosa: este no era el día de pelear. El Gobierno, sin embargo, llegó en otra tónica. La reunión la inició la ministra Carolina Corcho, quien les dio la bienvenida y no volvió a hablar. Luego, la palabra la tomó el presidente, que comenzó altivo. “Fue amable, pero amenazante”, narra otro directivo. Lo primero que dijo es que él había llegado con una promesa de cambio y que si la reforma no se hacía, el Gobierno no podía contener la explosión social que vendría.
Aun con esa entradilla, para la magnitud de la andanada del Gobierno contra las EPS, lo que sucedió este jueves para todos fue casi milagroso. Ninguno había escuchado nunca a Petro reconocer el papel que han tenido esas compañías los últimos 30 años en el país, a quienes el Gobierno, en el mejor de los casos, tildaba solo de intermediarios financieros. “No hubo sangre”, resume uno de ellos.
Para los presidentes de las empresas, la sola cita era un enorme gesto. En primer lugar, porque no habían tenido espacios de interlocución en el pasado y, en segundo término, porque se trataba de todos los funcionarios de primer nivel que tienen que ver con la discusión y no solo de la ministra de Salud, quien ha sido despectiva con ellos.
Uno de los presidentes asegura que el gran alivio que les dio la reunión fue ver “desautorizada” a una funcionaria que ha sido “muy irrespetuosa, muy grosera y muy mentirosa” en el debate sobre la reforma. El mandatario, en cambio, fue muy amable y tomó notas en toda la reunión. Además, estaban el ministro del Interior, Alfonso Prada; el consejero para las regiones, Luis Fernando Velasco, y los viceministros técnicos de Hacienda y Salud.
El presidente Petro salió feliz a ponderar la reunión en redes. “Califico de excelente la reunión con las EPS. Hay voluntad de pasar al nuevo modelo. Valoran las EPS la necesidad de implementar el modelo de salud preventiva y atención primaria en toda Colombia”, escribió en Twitter.
El país entendió inmediatamente que las EPS no se acaban. La realidad tiene sus matices. “La reunión sí fue excelente, pero eso no significa que nosotros apoyemos la reforma, ni que continuemos”, aclaró otro de los asistentes.
El ministro del Interior, Alfonso Prada, resumió así la nueva tesis del Gobierno: “El proyecto, bajo ninguna circunstancia, elimina las EPS y tampoco les pone un término de transición de subsistencia. Las que se acondicionen y crean que pueden convivir dentro del nuevo sistema de prevención y de atención primaria van a tener todas las posibilidades de desarrollar objeto social”.
Las declaraciones de Prada acababan de tajo con dos postulados que había dicho la ministra Corcho: que las EPS se acababan y que el periodo de transición no era mayor a dos años. Pero no explicó si siguen, cómo lo hacen. “Prudencia”, contestaban casi todos los presidentes de las compañías sobre lo que pasó.
Los directivos acordaron no hacer declaraciones altisonantes porque agradecen el espacio que se abrió con el Gobierno. Sin embargo, sí tienen muchas dudas. “EPS sí, pero no así”, dice uno de los presidentes. Para él, en la reunión no quedó clara la médula de la discusión: si ellos siguen con el demonizado rol de aseguramiento en el sistema. Eso, en términos sencillos, significa que hoy estas compañías tienen el manejo de los grandes recursos del sistema de salud, que son aproximadamente 70 billones de pesos.
Cada EPS recibe en promedio un poco más de millón de pesos al año por persona por la vía de lo que se llama la UPC (Unidad de Pago por Capitación). Y, con eso, debe asegurar que se le preste el servicio de salud, incluso si cuesta más. Cuando ese colombiano sufre alguna enfermedad que necesita tratamientos no cubiertos en el plan de salud, estos costos los cubre el Estado, por lo que se llama Presupuestos Máximos.
Las EPS pagan y el Adres les devuelve la plata. Lo que proponía Corcho era eliminar esa intermediación y que haya un pagador único en el Estado, manejado por los alcaldes y gobernadores, lo cual en Colombia tiene enormes riesgos. El presidente Petro nunca les dijo que ellos podían seguir teniendo el aseguramiento en el sistema de salud.
Por el contrario, les dio a entender que no. Cuando reconoció el trabajo que hacen las EPS en temas como la gestión de la población, el pago de incapacidades y la auditoría de facturas, les dijo que en el nuevo modelo los podrían contratar para hacer lo mismo. “Nos propuso ser prestadores de servicios de salud”, explica uno de los asistentes. “En el fondo no hay comprensión de lo que significa el modelo de aseguramiento y este es el eje de todo”, agrega otro.
“La reunión duró casi tres horas, pero para mí fueron muy valiosos diez minutos en los que el presidente dijo que esas labores de referencia y contrarreferencia, y de acompañar al usuario cuando se mueve por las instituciones de salud, son el corazón de las EPS y que esa función la íbamos a conservar”, dice uno de los directivos.
En gran parte de la conversación hablaron de muchas cosas en las que ambos lados están de acuerdo: que faltan recursos, que hay que mejorar la atención de los territorios apartados, que el éxito del sistema está en la promoción y prevención. Y el Gobierno les ofreció continuar con los llamados Centros de Atención Primaria (CAP), quizás uno de los ejes más polémicos del sistema, que obligarían a los colombianos a ser atendidos y organizados por su barrio.
“Los CAP no es que me angustien porque simplemente no entendí cómo pretenden meter todo en este modelo”, se pregunta uno de los presidentes. “Lo que nos dijo es que nos llamaremos EPS, pero debemos pasarnos a ser IPS”, advirtió otro.
El balance, sin embargo, es menos amargo de lo que era antes. “Nosotros sí salimos contentos de la reunión, pero la verdad es que ellos no nos dieron muchas pistas”, agrega otro. Los detalles de cómo seguirán los esperan con ansias en el articulado que el Gobierno va a radicar el lunes. “Quedamos en esperar para ver qué es lo que radican. Nosotros no queremos opinar sin un articulado. Ahí le diremos al presidente si estamos o no con la reforma”, advierte uno de ellos.
El giro de Petro fue grande, pero tampoco un acto de nobleza. Como venía la reforma, era prácticamente imposible que fuera aprobada en el Congreso. Su mayor opositor era Roy Barreras, presidente del Senado y escudero del primer mandatario. En una entrevista con SEMANA, el senador se despachó contra la ministra Corcho y la llamó arrogante.
Advirtió que si se asfixiaban las EPS, la vida de 14 millones de colombianos quedaría en riesgo y el sistema colapsaría. En el gabinete, la reforma aterraba a Alejandro Gaviria, quien expresó sus reparos en un documento y aseguró que como iba haría “mucho daño”. Se ha dicho que de lo que se presente depende su continuidad en el gabinete. Se dice que están igual de preocupados el ministro de Hacienda, José Antonio Ocampo, y la ministra de Agricultura, Cecilia López (que fue directora del Seguro Social).
En el despacho de Ocampo está el texto de la reforma, y se sabe que sin su visto bueno esta no será presentada. La revisión de Hacienda y de Planeación es lo que ha impedido que se radique en los días que la ministra Corcho ha anunciado. Se espera que el texto que ella dejó allí salga trasquilado. Como reveló María Isabel Rueda en su Tik Tak, más allá de eso, hubo un hecho detonante.
El presidente Petro se reunió con el presidente de la Nueva EPS, quien fue claro en decirle que el sistema público no estaba en capacidad de recibir todos los afiliados de los privados. Eso encendió las alarmas y abrió este nuevo espacio, que hoy pone otro tono a la discusión.
En el gremio de la salud, sin embargo, hay una mezcla de miedo y esperanza. “Hace ocho días no nos podíamos ver ni en pintura”, explica uno de ellos, pero agrega: “Lo que importa, sin embargo, como hemos dicho desde el comienzo, es el texto. Solo ahí sabremos si nos acaban o seguimos”.