Cuando el Congreso aprobó el procedimiento legislativo especial, o fast track, para implementar los acuerdos de paz de La Habana, se pensó que las nuevas leyes y reformas se diseñarían en cuestión de días, o por lo menos en un lapso de tiempo más reducido que el habitual. La fase de implementación ya completa más de seis meses, y este mecanismo solo tendrá vida hasta diciembre. Aunque faltan cuatro meses para que se cumpla ese término, el reloj empieza a ser enemigo del Gobierno.El ministro del Interior, Guillermo Rivera, y la Comisión Primera de la Cámara de Representantes, completan tres semanas debatiendo la reforma política y electoral, uno de los compromisos derivados del acuerdo de paz firmado en el Teatro Colón. En cinco largas sesiones, este miércoles apenas se empezó a votar cada artículo de la reforma. Solo tres artículos se debatieron, dos fueron aprobados y uno eliminado. Aún faltan 20 artículos, y su discusión va a paso de tortuga.El poco avance de la reforma política deja entrever que los partidos políticos no están tan convencidos de cambiar las reglas de juego para las próximas elecciones, donde muchos tienen intereses particulares. Cambio Radical, por ejemplo, a pesar de seguir en la Unidad Nacional, propuso el archivo del proyecto.Puede leer: Crispación en la Cámara por la reforma políticaA eso se suma la cascada de proposiciones que congresistas de todos los partidos presentan para modificar la redacción propuesta por el Gobierno. Este miércoles se eliminó el artículo que limitaba la facultad sancionatoria de la Procuraduría o la Contraloría a funcionarios de elección popular, y se aprobaron el que habilitaba la recolección de firmas por vía electrónica, y el de las consultas internas, donde se restringió la posibilidad de participar solo a militantes afiliados. Hasta ahí va el proyecto.Sin embargo, al Gobierno no le preocupa el poco avance. “Las mayorías de la Comisión Primera sí quieren que se tramite una reforma política”, dijo Rivera, quien contó con el respaldo de 22 representantes para sacar adelante los primeros tres artículos.A pesar del parte de tranquilidad, en el partido de Gobierno, La U, se expresaron preocupaciones frente a la forma tan lenta como se ha desarrollado la reforma política.Le recomendamos: Reforma Política: por firmas ya no se podrá aspirar a la Casa de NariñoRoy Barreras cuestionó que haya partidos políticos que intenten mantener “el pantano de la clientelela”, como denominó a las actuales reglas de juego electoral, y señaló directamente a Cambio Radical de querer mantener el orden establecido, precisamente el que el proyecto pretende modificar.Por eso consideró que las reformas a la justicia y a la política que el país reclama no se pueden tramitar en el Congreso. La justicia, por el sistema de “yo te investigo y tú me investigas” que determina la relación entre el legislativo y las altas cortes. Y la reforma política por el interés de mantener las reglas de juego con las que se han beneficiado.En ese sentido, consideró que el Gobierno no puede perder más tiempo y aprovechar esta legislatura para convocar a una Asamblea Nacional Constituyente que se ocupe de estos dos temas.Le puede interesar: Reforma política: el proyecto de la controversiaPara ello, le pidió al presidente Santos enviar mensaje de urgencia para el proyecto de la senadora Viviane Morales (P. Liberal) para que en marzo del año próximo se convoque la consulta popular y en mayo se estén eligiendo los constituyentes. Sería una figura como la que sucedió entre los gobiernos de Virgilio Barco y César Gaviria, el primero convocó la Asamblea, que deliberó en el del segundo.La idea fue descartada por el ministro Rivera quien aseguró que el Gobierno apuesta por los mecanismos ordinarios, y en este caso es el fast track. “Es el camino expedito para la implementación. Ese procedimiento se agota este año y en lo que resta se tiene que hacer uso del mismo. Confiamos en que el Congreso haga su papel, que podamos sacar esta reforma política”.Rivera no parece angustiado con la lentitud de la reforma política, de momento le está costando que la coalición de Gobierno le marche al ritmo del fast track.