Si el compromiso del presidente Juan Manuel Santos se cumple, el 23 de marzo del 2016 será el día en que se ponga fin al conflicto armado más antiguo del hemisferio, el colombiano, que durante más de medio siglo ha desangrado al país. Y aunque muchos crean que en esa fecha se firme la paz, lo cierto es que apenas empezará el verdadero camino para alcanzarla.Después de la firma del acuerdo entre el gobierno y las FARC, la sociedad colombiana enfrentará múltiples retos (ver especial). Uno de ellos será mayúsculo. La forma como se reintegren a la vida civil los desmovilizados de la guerrilla. El desafío de atender a los desmovilizados de este grupo insurgente le correspondería, en teoría, a la Agencia Colombiana para la Reintegración (ACR), antes llamada Alta Consejería para la Reintegración, organismo que se ocupó de la reincorporación de las Autodefensas. Aunque hay versiones extraoficiales que indican que esta agencia podría desaparecer, pues el acuerdo de paz con las FARC obligaría a una nueva institucionalidad en la materia. Sin embargo, el gobierno aún no confirma esta posibilidad. Y es que, precisamente, la ACR tiene una experiencia de doce años que la posicionan como la agencia con mayor posibilidad de asumir el reto de reintegrar los excombatientes. La entidad calcula que de firmarse acuerdos con las FARC, así como con el ELN, se podrían desmovilizar entre 30.000 y 40.000 personas. Esta cifra es alta si se tiene en cuenta que entre el 2003 y el 2015 se han desmovilizado 57.537 personas, de forma individual o colectiva, pertenecientes a todos los grupos armados ilegales, en su mayoría las AUC. Como "nada estará acordado hasta que todo este acordado", la forma como se reintegrarán los guerrilleros tendrá modificaciones según lo decida la Mesa de Negociación. Sin embargo, según la ACR, se partirá del proceso que se lleva a cabo actualmente con los reinsertados. Por tanto, la reintegración no será un proceso obligatorio, cada guerrillero desmovilizado decidirá si se acoge o no al programa. Actualmente tiene una duración de seis años y medio y pueden iniciarlo las personas que hayan sido certificadas por el Comité Operativo para la Dejación de las Armas (CODA). Dentro de esa cifra de personas que se podrían desvincular se encuentran los menores de edad que en este momento integran las filas de los grupos armados al margen de la ley. Ellos, según la ruta actual, van a un proceso de restitución de derechos con el ICBF y después, cuando alcancen la mayoría de edad, pasarán a un modelo de víctimas o de desmovilizados. Sin embargo, Joshua Mitrotti, director de la ACR, asegura que los menores de edad “no deberían ser victimarios, porque a su edad todavía no se autodeterminan”. Mientras que los adultos son atendidos por la ACR, quienes se concentran en garantizar salud, educación, inserción económica, atención psicosocial, formación para el trabajo y asistencia jurídica.Pero más allá de esta experiencia, en el caso concreto de las FARC, su reincorporación será un auténtico desafío, pues se trata de personas que prácticamente han pasado la mayor parte de su vida en el monte, y empuñando armas. Los retos 1. ¿Las FARC querrán reintegrarse? Para Eduardo Álvarez Vanegas, coordinador del Área de Dinámicas del Conflicto y Negociaciones de Paz de la Fundación Ideas para la Paz (FIP), esta es una de las preguntas fundamentales. “No conocemos su proyecto de vida, cuando uno habla con ellos, dicen: es que yo tengo 20 años con las FARC, ¿yo a qué me tengo que reintegrar?”, asegura. Por tanto, el proceso con los integrantes de este grupo insurgente debe ser diferente partiendo de la naturaleza política de la negociación. “Pensar que las FARC van a pasar por un proceso de reintegración igual que al de los desmovilizados de las AUC es no dimensionar la naturaleza de con quién se está negociando”, explica Álvarez. 2. Garantizar la seguridad económica: Este es uno de los puntos que pueden marcar el éxito o el fracaso de la paz a largo plazo, según explica José Antonio González, asesor en cooperación internacional para el desarrollo con experiencia en procesos de paz. “Se debe garantizar la integración económica y las posibilidades de vida digna de las personas que proceden de mundos de extranormalidad, en el caso de los guerrilleros que han pasado largo tiempo en la selva y deben adaptarse a la ciudad”, argumentó González. 3. ¿Quiénes son realmente los guerrilleros? Según Álvarez, todavía no hay certeza del perfil de los integrantes de las FARC, circunstancia que aumenta la dificultad del proceso. “El conocimiento que tiene la ACR de los desmovilizados de las FARC es el conocimiento que tienen de los que se han desmovilizado hasta el momento de forma individual, pero no es suficiente”, dijo Álvarez. 4. ¿Qué pasará con los milicianos? Los milicianos son los integrantes del grupo que se encuentran en las zonas urbanas. La preocupación que se tiene es que no se sabe si serán objeto de negociación y si se hará un proceso de reintegración particular con ellos. “El tema se ha tratado con mucho secretismo, debería encender las alarmas porque podrían ser, según las cifras conservadoras, cuatro veces más del estimado que se tiene de integrantes de las FARC”, aseguró Álvarez. 5. Mantener las reglas del juego: Joshua Mitrotti, director de la ACR, plantea que en el proceso de reintegración de las FARC no se pueden cambiar las reglas de juego a mitad de camino, como ocurrió con las AUC, a quienes primero les dijeron que se acogían como delincuentes políticos y en el 2007 la Corte Constitucional y la Corte Suprema les dijeron que eran delincuentes comunes (Ver artículo de Verdad Abierta). “Si hay una inestabilidad con lo que a mí me prometieron, esto incidirá en mi capacidad de reintegración”, manifestó Mitrotti. Advirtiendo que esto no puede volver a suceder si se quiere garantizar un proceso que lleve a la reconciliación.