Luis Carlos Galán está entregado a un juego audaz. En estas elecciones de mitaca, quiere repetir la hazaña de Gaitán en 1947, cuando ante las elecciones para cámaras, asambleas y concejos, logró un triunfo electoral tan amplio en todo el territorio del país que obligó al oficialismo liberal, encabezado en aquél entonces por Eduardo Santos, a reconocer en Gaitán al jefe único del partido, posición que ejerció desde aquellas memorables elecciones de 1947 hasta el día de su muerte.En las últimas tres semanas se han precipitado una serie de acontencimientos que hacen que el galanismo, que antes aspiraba a obtener una victoria moral al medir fuerzas contra el oficialismo, ahora aspire a obtener una victoria real. Hoy el Nuevo Liberalismo cree que su líder puede salir de mitaca con la jefatura o la candidatura presidencial en el bolsillo.LAS CIFRAS MAGICAS El hecho que precipitó el cambio fue la divulgación de los resultados de la encuesta pre-electoral de Invamer, según la cual de los colombianos liberales de las cuatro grandes ciudades del país -Bogotá, Medellín, Cali y Barranquilla- un 73.4% están a favor de que sea Galán quien gane en marzo, mientras que sólo un 21.7% quieren que triunfe el oficialismo.Estas cifras, según las cuales Galán arrasa a sus contendores, cambiaron la actitud de la prensa de la noche a la mañana. Comentaristas serios,como Enrique Santos Calderón, que tan sólo un mes y medio antes especulaban sobre la inevitabilidad de Barco como candidato presidencial liberal, pasaron a especular sobre la posibilidad real de la candidatura de Galán. Entusiasmados con los resultados de las encuestas, otros columnistas, como Daniel Samper y el Ayatolah se lanzaron a darle su apoyo directo.Ese mismo domingo, el diario El Tiempo le reconocía a Carlos Lleras Restrepo la jefatura única, real aunque no proclamada, del partido liberal, el mismo día en que éste anunciaba que votaría por Galán.Para completar el panorama, por esos mismos días regresaba el ex presidente Julio César Turbay de Nueva York. Una mañana quienes escuchaban el noticiero de Caracol se quedaron estupefactos cuando el ex mandatario, recién desembarcado, abrió el fuego contra Galán con virulentas acusaciones de insolvencia moral, que según Turbay se derivaban del hecho de que los implicados en el asesinato de Gloria Lara hubieran hecho parte de las listas del Nuevo Liberalismo. Tan osada diatriba no tenía fundamento. Aún asumiendo la culpabilidad de los acusados, de su vinculación al galanismo lo máximo que se podía deducir era que este movimiento no era propiamente un modelo de criterio en la selección de sus listas, pero de ahí a la insinuación de responsabilidad indirecta de Galán en el hecho, había mucho trecho.En realidad, el día que desató la tormenta radial el ex presidente Turbay estaba ardido por unas declaraciones previas que -según un editorial de El Tiempo- habría hecho Luis Carlos Galán, en las cuales éste había largado la irresponsable insinuación de que Julio César Turbay, (Junior) estaría involucrado en el caso de los 13 millones de dólares.Las dos acusaciones, igual de absurdas, bajaron la discusión a nivel de sótano. Sin embargo, justa o injustamente, el movido episodio favoreció a Galán, en la medida en que el veto que le formuló Turbay se tradujo en simpatías aún mayores hacia su candidatura y en un sentimiento de solidaridad en torno suyo. Por otro lado, dentro de una campaña que pasaba por un momento de perezoso estancamiento, los dardos envenenados de Turbay le depararon a Galán primeras páginas en todos los diarios y una oportunidad de oro para defender la idoneidad de su candidatura presidencial, que Turbay de un sólo golpe descalificaba de antemano diciendo que no la apoyaría ni siquiera si Galán era proclamado en una convención.A todas éstas parecía que el oficialismo estaba "encima de gordo, hinchado". Como si fuera poco problema su división interna y su multiplicación de listas, Bernardo Guerra Serna salió elegido cabeza de la Comisión Política Central. Guerra, aún cuando a sus habilidades como político le suma el hecho de ser el mayor elector del partido liberal en el país, a nivel de imagen se ha convertido en el símbolo del clientelismo contra el cual Galán enfila todas sus baterias, apropiándose de una bandera que le ha dado buena parte de su popularidad.VICITIMA DE LAS EXPECTATIVAS Todos los factores anteriores, acumulados en escasos 15 días, le dieron una dinámica triunfalista al galanismo, que se entusiasmó más que nunca; con la posibilidad de que en mitaca su líder conquistara desde el 86 la candidatura presidencial, en vez de espera hasta el 90 para hacerlo.Sin embargo, el problema está lejos de quedar resuelto. Para que Galán efectivamente pueda llegar a la altura de las expectativas que ha despertado se tendría que registrar un vuelco completo en las costumbres políticas Aún cuando a nadie le caben duda de que la votación galanista será muy voluminosa, para que cause el impacto necesario y obligue al oficialismo agachar la cabeza, tendrá que acercarse al millón de votos.Y son varias las razones que hace ver esta cifra como inalcanzable. En primer lugar, porque es prácticamente imposible que una disidencia derrote al oficialismo, puesto que las elecciones de mitaca generalmente las define la maquinaria. Galán esta tratando de compensar esta desventaja encabezando personalmente las listas en todos los departamentos, contraponiendo asi en cada lugar su prestigio como figura nacional a la efectividad del cacique regional. Pero éste es un experimento cuyos resultados aún están por verse.Además es sabido que en el país desciende sensiblemente la votación en mitaca frente a las elecciones presidenciales, y si en 1982, Galán obtuvo 700.000 votos, es dificil que ahora en marzo mantenga esta cifra, más aún que la supere.Por otra parte, las encuestas que tan buenos augurios pronosticaron para Galán registran tan sólo los datos de las cuatro grandes ciudades del país, y todo parece indicar que la popularidad del líder del Nuevo Liberalismo es sensiblemente inferior en las zonas agrarias y en las ciudades intermedias que en las grandes concentraciones urbanas, donde arrastra el voto de la gran clase media. Así, si se toma la cifra de 620.000 votos que fue la registrada en Bogotá, Medellín Cali y Barranquilla en las ultimas elecciones de corporaciones públicas de mayo de 1982 y se le aplica a ésta el 73.4% que la encuesta de Invamer le da a Galán, esto le representaría aproximadamente 450.000 votos en esas cuatro ciudades. Si una cifra de este orden se da este marzo, es difícil ver de dónde saldrían los votos faltantes para llegar al millón, la magica cifra que lo consagraría.Para concluír hay que reconocer que la fuerza de Galán es tal, que si hubiera que sintetizar la actual política del partido liberal en una frase, esta sería "Todos contra Galán". Sin embargo, la historia ha demostrado que las realidades del sistema electoral y de la mecánica política a veces juegan trucos inesperados. De todos los factores que se enumeraron antes se deduce que a pesar de que el galanismo se consolidará en mitaca como un movimiento de gran caudal electoral, está siendo victima de un exceso de expectativas. Esto hace que si Galán obtiene una votación de alrededor de 750.000 votos -cifra que es perfectamente factible que alcance, y que significaría un enorme triunfo personal- simplemente quedaría en tablas, en su pugna con el oficialismo, con su situación actual. Para que el oficialismo se incline ante él, Luis Carlos Galán tendría que superar en 200.000 o 300.000 votos la cifra previsible, lo cual constituiría poco menos que un milagro. Si logra hacerlo, habrá repetido la hazaña de Gaitán.