Hace cuatro años, en las elecciones regionales previas, Yahir Acuña parecía tan golpeado que era difícil creer que se levantaría de la lona política. Una larga estela de escándalos que van desde parapolítica hasta corrupción electoral lo hacían ver como un candidato inviable a futuro. Acababa de ser capturado con una mochila con $480 millones justo cuando su esposa se quemaba en sus aspiraciones a la Gobernación de Sucre. Pero supo rebarajar sus cartas a partir de alianzas cuestionadas y le alcanzó para poner a su esposa como representante a la Cámara. Sin embargo, los cuestionamientos le terminaron pasando factura y el electorado en el que solía arrasar le dio la victoria a su contrincante, el liberal Héctor Olimpo Espinosa, quien le sacó más de 15 puntos porcentuales. Yahir Acuña planeó su resurgimiento a partir de dos alianzas. Supo aprovechar la división de Cambio Radical en su departamento y terminó sumando a sus filas a la casa García, cuyo cacique es Álvaro ‘el Gordo’ García, excongresista condenado a 40 años por la masacre paramilitar de Macayepo. En el pasado, Acuña era rival político de los García, pero estos se distanciaron del partido luego de que no se avalara la exsenadora Teresita Gómez como ficha para la gobernación. Acuña aprovechó la molestia y los sumó a su campaña.

En la región dicen que Acuña también conquistó el apoyo de otro pez gordo, Jacobo Quessep, alcalde de Sincelejo. Un concejal denunció a este último ante la Procuraduría por supuesta intervención en política a favor de Acuña. Como soporte, el denunciante entregó audios en los que un hombre, al parecer el alcalde, le explica a otro concejal cómo cocinó su pacto con Acuña. Aún con esa gran maquinaria, con varias casas políticas de su parte, el electorado castigó su pasado. Acuña pasó de ser un mototaxista, criado en un barrio pobre de Sincelejo, a convertirse en uno de los hombres más poderosos en la región. Toda una máquina de votos que, incluso, fue importante para la campaña de reelección de Juan Manuel Santos en la costa. Pero para lograrlo, durante años, hizo alianzas cuestionadas que aún lo tienen en líos judiciales. Uno de los primeros padrinos políticos de Acuña fue Salvador Arana, condenado por parapolítica. Pero fue con el apoyo de “los gatos”, como se conoce a la familia de Enilce López, la Gata, la popular empresaria del chance señalada de vínculos con el paramilitarismo, que Acuña llegó por primera vez al Congreso. Resultó elegido en 2010 como representante a la Cámara. Una vez en el Capitolio, también le recriminaron su supuesta amistad con otro parapolítico, Juan Carlos Martínez Sinisterra.

Acuña resultó reelegido para el siguiente periodo con una arrasadora votación de más de 130.000 votos. En la cámara baja, Acuña tuvo la suerte de integrar la Comisión de Acusación y que en su despacho cayeran investigaciones contra el expresidente Álvaro Uribe Vélez, lo que le dio visibilidad política en todo el país. Antes de terminar su segundo periodo, renunció a la curul, con la idea de mantenerse habilitado para aspirar a la gobernación de su departamento. Pero se fue del Congreso con varias investigaciones encima. Una de estas, por parapolitica, ha tenido como eje el testimonio del exjefe paramilitar Edward Cobos Téllez, Diego Vecino, quien lo señala de ser el puente para que las Autodefensas Unidas de Colombia (AUC) infiltraran la Universidad de Sucre, donde Acuña fue líder estudiantil. Acuña pasó de ser un mototaxista, criado en un barrio pobre de Sincelejo, a convertirse en uno de los hombres más poderosos en la región. A estas alturas, Acuña ya se veía como el nuevo cacique político de su departamento. Sin embargo, con una larga cola de escándalos, prefirió no encarnar él mismo su aspiración de gobernar Sucre. Fue su esposa, Milene Jaraba, quien había sido diputada, la que se lanzó al cargo en 2015. De nuevo, recibieron un apoyo cuestionado, el del partido Opción Ciudadana, reencauche del PIN, de donde han salido varios parapolíticos cuestionados, entre ellos Luis Alberto ‘el tuerto’ Gil. Con el éxito de Acuña en las legislativas, parecía casi cantado que su esposa se quedaría con la gobernación. Pero dos días antes de las votaciones, Acuña fue capturado cuando iba en su carro con una tula cargada con $480 millones. La Policía lo retuvo y, aunque se especuló que era dinero destinado a la compra de votos, él lo justificó con un negocio de una propiedad familiar. Sin embargo, el golpe de opinión caló y probablemente tuvo mucho que ver con la derrota de su esposa.

Jaraba, finalmente, se reencacuchó en la Cámara de Representantes y alcanzó una de las tres curules de Sucre en las legislativas de 2018. Sin embargo, el caudal electoral de Acuña se redujo sustancialmente en comparación con las contiendas anteriores. Para estas elecciones regionales, el excongresista parecía un candidato menguado. Aun así, con el paso de los meses, su campaña comenzó a coger vuelo, de mano justamente de las alianzas con las casas políticas con las que se había enfrentado en el pasado. En medio de la nueva contienda, no dejaron de aparecer los escándalos que lo relacionan. SEMANA reveló el 20 de octubre varias interceptaciones a Manuel Cadrazco, un candidato a la Alcaldía de San Benito Abad, en Sucre. En ellas, él habla de compra de votos y otros actos de corrupción. Y en uno de esos, sale a flote el nombre de Yahir Acuña, a quien Cadrazco le estaba haciendo campaña. En una de esas llamadas, Cadrazco habla con un hombre identificado como Albeiro. La grabación es del 3 de febrero del año pasado, es decir, 38 días antes de las elecciones del Congreso en los que la esposa de Yahir Acuña salió elegida a la Cámara. Cadrazco le dice a su interlocutor: “Si ustedes pusieron 350, 400 votos, Yahir le puede financiar 400 votos. ¿Yahir a cómo lo financia, pa’ que usted vaya sabiendo? Yahir le puede decir yo le financio 400 votos. Él lo financia a 25 (…) a 25 mil pesos, estamos hablando de 10 millones de pesos. Él les puede decir yo se los financio (…) Ustedes le pueden pedir fináncienos 600, pa’poner 400, pa’que los 200 sean amortigüe. Eso se trabaja así; entonces, estamos hablando de 600 por 25; estamos hablando de 15 millones de pesos”. Hasta el día de las elecciones, Acuña pintaba como el favorito para ganar. Sin embargo, estuvo lejos. Perdió por más de 50.000 apoyos. Una cifra importante para un hombre que sumó a la política más tradicional de su parte. Y un resultado que podría significarle su hundimiento definitivo, aunque en la política no haya nada escrito.