Por Cristina Castro* SEMANA: Coronavirus. ¿Cuándo escuchó por primera vez esa palabra? Rey Guerrero: Al puro comienzo de todo. Tuvimos una gira por Asia: China, Filipinas y Vietnam. El objetivo era mostrar la gastronomía de Colombia. Llegamos y vi esa noticia de Wuhan y pensé: anduvimos por todos esos lados. Había comenzado el brote y pues era inevitable no reflexionar acerca del virus. Pero al mes y medio ya todo era una locura. Y ahora es un tsunami imparable.

Con su esposa Claudia Peláez, quien también es su socia y la encargada de la parte administrativa, cumplió el sueño de tener este restaurante hace nueve años. Foto: Juan Carlos Sierra / SEMANA SEMANA: ¿Cuándo llegó este tsunami a Rey Guerrero? Rey Guerrero: La segunda semana de marzo comenzamos a sentir que ya no venían los clientes. Ahí nos dimos cuenta que esto sería muy complicado. El 18 de marzo decidimos cerrar porque no venía nadie y por consiguiente tampoco estábamos facturando nada. Por esos días se creó un chat de restaurantes donde todos nos preguntabamos qué hacer. 

"Nosotros generamos muchos empleos y movemos mucho la economía. Y somos un sector demasiado golpeado. Pero yo siento que con el Gobierno no pasa nada".

SEMANA: ¿Y qué ha pasado desde entonces? Rey Guerrero: Todo se puso peor. No creíamos que esto nos iba a pegar tan duro. Ni que éramos tan frágiles ante una situación como ésta. Con el tiempo, todo se desmadró. Llevamos dos meses que no producimos, dos meses donde el sauce se nos volteó. Todo el concepto de la economía del negocio cambió por completo. Y hoy en día estamos a punto de quebrarnos. 

Rey Guerrero nació en Cali pero pasó buena parte de su infancia en Buenaventura. Con sus primos cogía cangrejos para que su abuela los cocinara. También disfrutaba ver la alegría con la que su mamá preparaba la comida y desde ahí dice que lleva la gastronomía en las venas. Foto: Juan Carlos Sierra / SEMANA SEMANA: ¿Cuando se sabe qué se llegó a este punto en un negocio como el suyo? Rey Guerrero: Es una sensación muy fuerte. Uno tiene una cantidad de personas a cargo, responsabilidades con proveedores, responsabilidades con los arriendos, con la familia y cuando no comienza a producir para suplir esas necesidades no hay de otra que echar mano de los ahorros. Entonces, desde el mismo momento que dejamos de producir fue cuando supe que la vaina no pintaba bien, que la cosa estaba muy seria.  Le puede interesar:

SEMANA: ¿Qué tiene que pasar para que pueda salir a flote? Rey Guerrero: Nosotros en ningún momento pedimos que nos regale nada, porque para eso somos empresarios o emprendedores. Pero siento que así como el gobierno ayuda a otros  sectores, como ayudan a otras empresas, pues también sería clave que nos voltearan a mirar y nos dijeran que también van a apoyarnos. Eso sería la lógica. Nosotros generamos muchos empleos y movemos mucho la economía. Y somos un sector demasiado golpeado. Pero yo siento que con el Gobierno no pasa nada...No pasa nada con las promesas que hacen. Hasta ahora no hemos recibido ninguna clase de auxilio, de beneficio. "Yo tengo que resistir por doña doña Isabel Mosquera, quien nos manda la longaniza desde Quibdó. Por doña Esperanza Cuero, nuestra proveedora en Guapi (Cauca). Por Lucía Solis que nos manda las bebidas de Buenaventura. Por las mujeres de Iscuandé que nos mandan piangua. Por los pescadores de Bahía Solano".

Luego de cerrar las puertas de su restaurante empezó a pensar cómo ayudar a toda la cadena de personas que dependen de su negocio. Como los proveedores que le mandan sus productos del Pacífico y por quienes no puede desfallecer. Foto: Juan Carlos Sierra / SEMANA SEMANA: Pero para volver a la pregunta, para usted ¿Cuál sería el punto de quiebre? Rey Guerrero: El punto de quiebre para Rey Guerrero puede llegar en cualquier momento. El arriendo es una cosa muy brutal. Es una responsabilidad que no podemos cumplir en este momento. No solamente nosotros, casi todos los que tienen restaurantes, porque casi todos estamos en arriendo. Nosotros por ejemplo estamos en un estrato cinco, pero los alivios son solo para estratos 1, 2 y 3. A mi los recibos de servicios me siguen llegando y eso que no estoy gastando nada. Es entendible la posición de los arrendadores, porque también viven de eso. Pero en donde estoy los locales pagan 10, 15, 20 millones de pesos. Y si no tienes un ingreso para suplir este costo ¿Cómo pagas? No funciona esa fórmula de no pague ahora pero me paga después porque esto a largo plazo se ve muy complicado, muy difícil.  Le recomendamos:

SEMANA: Usted alcanzó a empacar todo para devolver el local... Rey Guerrero:  Sí. Porque no habíamos llegado a ningún acuerdo con el dueño. Entonces simplemente nos quedaba devolverle las llaves. Con mi esposa Claudia Peláez, quien además es mi socia y la que maneja los números,  llevamos nueve años de trabajo, de construir una marca, de conformar una familia con nuestros empleados. Todo se puede perder en tan solo dos meses. Lloramos juntos. Yo me lloré mis varios días. Nos abrazamos y dormíamos abrazados, pensando en cómo nuestro sueño se podía acabar así no más. Fue muy duro. Es muy duro sentir que puedes perder un negocio al que le has dedicado gran parte de tu vida por una situación que no puedes controlar. Pero después de la lagrimeada por un par de días, dijimos ‘Mami palante es paya... si así toca, le hacemos y comenzamos de nuevo’. Cotizamos  el desmonte de todo y valía un ojo de la cara, pero dijimos si toca toca. Soy muy afortunado de tener la mujer que tengo, la hemos guerreado juntos desde el principio y la seguiremos guerreando con ella para las que sea. Ya estábamos listos pero después del Día de la Madre, nos llama el dueño y nos dice que habláramos.  Y ahí sentimos un alivio y se cayó un peso que nos tenía  a punto de ahogarnos. No solo cierras un negocio, cierras muchas cosas que quedan ahí sin resolver.

Para Rey Guerrero la mejor manera de ayudar al sector gastronómico es pedir los domicilios porque es la única forma que tienen en este momento para sobrevivir. Foto: Juan Carlos Sierra / SEMANA SEMANA: ¿Y qué ha hecho ya después de saber que no cierra por ahora? Rey Guerrero: Comenzamos a pensar en reinventarnos, esa palabra tan de moda ahora. A mirar a ver que hacíamos porque de este restaurante dependen muchísimas personas que nos mandan sus productos del Pacífico. Yo tengo que resistir por doña doña Isabel Mosquera, quien nos manda la longaniza desde Quibdó. Por doña Esperanza Cuero, nuestra proveedora en Guapi (Cauca). Por Lucía Solis que nos manda las bebidas de Buenaventura. Por las mujeres de Iscuandé que nos mandan piangua. Por los pescadores de Bahía Solano. Esta es una cadena por la que vale demasiado la pena luchar. El Pacífico ha sido una de las regiones más olvidadas y apartadas de la sociedad colombiana. Y si hay alguno de ellos que tenga un ingreso fijo por algún producto y que nosotros podamos comprarles, pues se lo compramos y eso le ayuda a mejorar su economía. "Es muy duro sentir que puedes perder un negocio al que le has dedicado gran parte de tu vida por una situación que no puedes controlar. Pero después de la lagrimeada por un par de días, dijimos ‘Mami palante es paya... si así toca, le hacemos y comenzamos de nuevo’". En contexto:

SEMANA: ¿Hay mucha gente que quiere ayudar, cómo hacerlo? Rey Guerrero: Yo creo que esta es una oportunidad para volver a consumir lo nuestro. para regresar a los restaurantes nuestros. Y pues para ayudar hay que pedir domicilios, no solo de Rey Guerrero, sino del restaurante al que la gente va. Hay que pedirlo. ¿Por qué? Porque de esa manera es que podemos nosotros sobrevivir. Solo así podremos volver a arrancar. 

Guerrero no piden que le regalen nada pero sí cree que el Gobierno debería apoyar más al sector gastronómico, uno de los más afectados por la pandemia. Foto: Juan Carlos Sierra / SEMANA SEMANA: ¿Cuál es la historia de Rey Guerrero?  Rey Guerrero:  Rey Guerrero es mi nombre y el nombre de nuestro restaurante. Nací en Cali, pero toda mi familia es de Buenaventura. Yo pasaba mis vacaciones allá con mis primos. Cogíamos cangrejos en el patio de la abuela y los cocinamos en agua caliente. Recuerdo ver a mi mamá con esa alegría cocinando y así comencé a enamorarme de la gastronomía. Llevo esto en las venas. Cuando me gradué decidí estudiar Administración Hotelera con énfasis en gastronomía. Y me vine a vivir a Bogotá. Al comienzo fue difícil porque nadie me contrataba en la cocina, entonces comencé como pregonero de las pescaderías del centro. Luego fui mesero, tuve una cevichería, después un restaurante y ahora esté, aquí comenzamos un sueño con mi esposa en el que como le dije llevamos 9 años. 

 SEMANA: ¿Qué miedos siente hoy?  Rey Guerrero: Yo no soy un hombre de  miedos. Siempre he sido muy positivo. No le temo al fracaso. Tengo la fuerza para volver a empezar con más fuerza, además cuento con mi mujer  que le pone orden a las cosas y eso es una ventajota tremenda. *Editora General de Semana