La construcción del nuevo puente Pumarejo sobre el Magdalena, que comunica a Barranquilla con Santa Marta, es una necesidad que nadie discute. De hecho, esta es una de las megaobras de mayor importancia estratégica para el gobierno nacional.Sin embargo, nunca se discutió el tema de los posibles efectos de sedimentación o erosión que la nueva estructura podía generar, tanto aguas abajo como aguas arriba, y empezó desde hace varias semanas a preocupar a las empresas portuarias y de navegación que operan en la capital del Atlántico.En mayo, el Consorcio SES comenzó a construir el puente, que contempla una inversión de 690.000 millones de pesos en una longitud de 2.250 metros más 990 metros adicionales de conexiones viales y viaductos. El nuevo puente tiene un ancho de 40 metros y tres carriles en cada sentido, una obra importante si se sabe que el actual tiene 15 de ancho y un carril a cada lado.Para sostener la estructura, la empresa construye dos columnas de 40 metros cuadrados cada una, compuestas a su vez por 50 pilotes, más otras tres más pequeñas en cercanías de la ribera oriental. Con el avance de las obras, las alertas se empezaron a encender porque la velocidad del agua se duplicó en el puente, lo que empezó a generar sedimentaciones y erosiones. De hecho, no se conocen los efectos que la nueva estructura pueda causar en el canal navegable y en la infraestructura de la zona portuaria del río, donde operan 12 terminales y otras seis concesiones no han comenzado a trabajar.Esta semana el presidente de la Sociedad Portuaria Regional de Barranquilla, René Puche, advirtió que el “canal navegable ha estado inestable y nos hemos visto afectados por fenómenos de sedimentación. Por eso hemos pedido al Invías que nos envíe la documentación sobre estudios de corriente que hayan hecho las simulaciones que garanticen que las obras del nuevo puente no están provocando esa sedimentación”.En diálogo con SEMANA, el presidente de Asoportuaria, Alfredo Carbonell, dijo que el 11 de noviembre solicitó al Invías información sobre el impacto hidráulico en el canal navegable, porque en el kilómetro 19, la zona de giro, donde ha habido profundidades de 14 metros, se está sedimentando, lo mismo que en el kilómetro 11. “Creemos que el estudio para medir el impacto de la construcción del puente es limitado e insuficiente”, dice.Uno de los primeros en encender las alarmas fue el oficial de marina Enrique Lequerica Otero. Como dijo a SEMANA, “la modelación hidráulica realizada se apoyó en un modelo hidrodinámico que solo mide niveles y velocidades, pero no aborda fenómenos como efectos erosivos o sedimentarios, no simularon los cambios morfológicos, ni de distribución de caudales, formación de barras sedimentarias ni los efectos sobre la navegación y la infraestructura portuaria”. Solo en inmediaciones del nuevo puente hay terminales con inversiones superiores a 2.000 millones de dólares, como Zona Franca, Sociedad Portuaria de Barranquilla, Portmagdalena, BITCO y Riverport, terminales que manejan cerca del 80 por ciento de la carga que entra y sale de la ciudad.El piloto práctico Cayo Jiménez dijo a SEMANA que en las últimamente han observado fenómenos sedimentarios, y que la velocidad del río pasó de 2,5 nudos a 4,5 nudos. “Creemos que va a haber modificaciones significativas, no conocemos un estudio sobre las obras y cuál es el plan de manejo para los cambios de corrientes, para los niveles del río, para medir los fenómenos geológicos e hidráulicos. Si al río le cortan una sección, se mueve, es como una manguera cuando la tapan con un dedo, aumenta la presión y el chorro sale con mayor fuerza y llega más lejos”.Otras fuentes consultadas por SEMANA no solo están preocupadas por la sedimentación del canal de acceso al puerto, al que hay que dragar permanentemente porque el río transporta 200 millones de toneladas de sedimentos. Sobre todo les preocupa la sostenibilidad de una zona portuaria que siempre tendrá limitaciones de calado y que ahora parece estar más amenazada. Mientras que esperan a que el Invías les muestre los estudios, otros creen que ante las obras irreversibles del puente Pumarejo será necesario construir un nuevo superpuerto en la desembocadura del Magdalena. Pero, por ahora, solo hay incertidumbre.