Parecía una jornada común en Unicentro, al norte de Bogotá. Al mediodía, frente a tantos, un hombre con gafas oscuras, vestido con ropa que lo hacía parecer un enfermero, hablaba por celular. Otro, con un tapabocas y un delantal, como si fuera un cocinero, cargaba una bolsa de papel que parecía contener comida. Y una mujer de estatura baja ojeaba los estantes. Estaban a punto de cometer un robo como sacado de un manual criminal.A las 11:40 de la mañana del domingo pasado, cuando el pasillo del segundo piso del centro comercial, donde queda la joyería, estaba vacío, entró la mujer. El relato de una de las víctimas indica que adentro la administradora y la dependiente conversaban cuando la vieron entrar. La supuesta cliente les pidió unos aretes, y la dependiente se fue a buscarlos tras la vitrina.Entonces entró el aparente cocinero y puso la bolsa que parecía contener comida sobre el mostrador. "Nosotros no pedimos ningún domicilio", le dijo la administradora.Podcast: A mediodía y con armas: impresionante robo a joyería en UnicentroEl hombre, con el rostro tapado por el tapabocas, levantó la bolsa y dejó expuesta el arma que escondía debajo. Encañonó a la mujer y al instante, el que lucía como un enfermero desenfundó también. Les apuntó a las dos mujeres y apenas les susurró una amenaza: "Calladitas".Afuera, las cámaras de vigilancia grababan la aparente tranquilidad. Los escasos clientes seguían pasando frente al local. Un minuto después de haber entrado, el cocinero salió al pasillo como si no pasara nada, a fungir de campanero. Adentro, el falso enfermero llevó a las mujeres a la parte trasera del local, amenazándolas con el arma y con palabras: "Mejor no me hagan actuar".Luego preguntó que quién podía abrir la caja fuerte y ante la respuesta de la administradora, la llevó frente al cofre que no tardó en estar abierto. Afuera, la presunta ladrona se hacía cargo del local. El relato de las víctimas dice que un cliente se asomó y los criminales le contestaron que no lo atendían porque estaban decorando el local.
A las 11:44, se ve en los videos de seguridad, un vigilante del centro comercial se acercó a la joyería. El falso cocinero se puso nervioso y se paró en la entrada. El guarda entró desprevenido. Adentro, la mujer asumió el papel de dependiente e incluso firmó la minuta que certificaba la visita del empleado. El vigilante salió igual de desprevenido como entró, con los papeles en la mano.Mientras se vaciaba la caja fuerte, las empleadas legítimas permanecían sentadas en el suelo, mirando hacia la pared, con las manos y los pies amarrados. El celular de la administradora timbró y el falso enfermero se puso colérico. Entre gritos les preguntaba qué estaba pasando. Finalmente les dijo que no se movieran.Puede leer: ¿Qué tan seguro es el norte de Bogotá?El falso cocinero entró al local y segundos después, sobre las 11:47 de la mañana, salió con una bolsa grande montada sobre sus hombros. Le siguió los pasos el enfermero con una carga similar, y la mujer con las manos vacías. Justo en la puerta del local se encontraron de frente con un vigilante que los miró a la cara y siguió su rumbo. Adentro de las maletas llevaban el botín: joyas de oro, esmeraldas, dijes. Todo avaluado en 901 millones de pesos, según el inventario de la joyería.Los asaltantes se fueron a paso largo pero en calma. Nadie advirtió el robo hasta que la administradora pudo desatarse y liberar a su compañera, para dar aviso a la seguridad del centro comercial y a la Policía. Las autoridades investigan el caso que, por ahora, parece un asalto eficaz.