Esta nota fue publicada en noviembre de 1994, poco después del asalto al Banco de la República de Valledupar. El único rastro que dejaron los ladrones que la semana pasada se llevaron 24.000 millones de pesos de la bóveda del Banco de la República, en Valledupar, fué el registro de la hora de entrada y salida de la sucursal bancaria. En uno de los computadores del sofisticado sistema electrónico de alarma del banco, quedó grabado el ingreso de los delincuentes a las 6:15 de la mañana del domingo y su posterior salida a las 2:51 de la madrugada del lunes. Las 21 horas que permaneció la banda de asaltantes en el interior de la sucursal del Emisor fueron suficientes para ejecutar el que hasta ahora es considerado el robo bancario más grande de dinero en efectivo en la historia delictiva del país. Y no sólo eso. Aún en un país con elevados índices de asaltos a entidades financieras, resulta sorprendente saber que la cifra sustraída es superior a todos los robos ocurridos en los últimos 10 años . Hasta el pasado lunes 17 de octubre, el delito de este tipo más espectacular que se había cometido había sido el de las cajillas de seguridad de la Caja Agraria en Bogotá. El 5 de noviembre de 1991 una banda de ocho delincuentes excavó un túnel de 22 metros que les llevó de una cafetería a la bóveda de la sede central de la Caja Agraria en pleno corazón de la capital. Los asaltantes cargaron con 200 de las 2.500 cajillas de seguridad, las cuales contenían esmeraldas, joyas, títulos valores, moneda extranjera y morrocotas de oro. Las autoridades nunca lograron establecer el monto exacto del millonario hurto. Pero cálculos realizados por expertos estimaron en su momento que el costo de los bienes robados ascendía a la increíble suma de los 100.000 millones de pesos.
Pero a diferencia del asalto a la Caja Agraria, en el robo al Banco de la República los ladrones se llevaron en esta oportunidad dinero contante y sonante. De los 24.000 millones de pesos, 18.560 millones correspondían a billetes sin emitir por el Banco Emisor. Es decir, que a pesar de no ser dinero falso, ninguno de estos billetes tiene, técnicamente hablando, valor comercial. Un funcionario del Banco de la República afirmó que los 18.560 millones son billetes que se pueden comparar con los que se utilizan en el juego del monopolio: "solo sirven para jugar". El problema es que el juego puede llevar a los jugadores, en este caso la ciudadanía, a la bancarrota. A pesar de que el Emisor tiene en su poder los números de las series de billetes de 10.000, 5.000 y 2.000 pesos que fueron sustraídos de su bóveda en Valledupar, y ha informado de manera oportuna a la gente sobre cómo identificar ese dinero que entró en circulación ilegal, la realidad es que los afectados ya son muchos. En ciudades como Cartagena, Barranquilla, Santa Marta y Bogotá, las autoridades han detectado varios de estos billetes ‘defectuosos‘ en poder de personas que regularmente empeñan sus enseres en los famosos negocios de compraventas. Existe otro dolor de cabeza tanto para las autoridades como para los funcionarios del Banco de la República. La banda que asaltó la sucursal de Valledupar se llevó 5.512 millones en efectivo, moneda que legalmente esta en circulación y que había sido consignada en las entidades de crédito de la ciudad, durante el curso de la semana previa al robo. EL ROBO Cómo logró la banda de asaltantes llevarse 24.000 millones de pesos de la sucursal del Banco de la República en Valledupar? Es una de las muchas preguntas que hoy se hacen las autoridades. La investigación que adelantan conjuntamente la Policía, el DAS, la Dijin y la Fiscalía ha comenzado a arrojar los primeros resultados. SEMANA logró consultar a varias fuentes oficiales que están a cargo del caso para reconstruir la forma en que se efectuó el robo al Emisor.
En las primeras horas de la mañana del domingo 16 de octubre, una patrulla de la Policía recorrió la calle 16 con carrera novena donde está localizada la sucursal del banco. Los agentes realizaron su ronda matutina y reportaron al comando general de la Policía completa normalidad. Sin embargo, otra cosa estaba ocurriendo. Minutos antes y de acuerdo con las primeras investigaciones, un grupo de por lo menos 10 hombres ingresó por la puerta principal del banco. Conocían como la palma de su mano las instalaciones y el complejo sistema de seguridad. Voceros de la entidad bancaria y varios de los oficiales que están al frente de este caso, señalaron que para poder desactivar las alarmas se requería de un plano en el que figurara la distribución del moderno equipo de vigilancia electrónica. Y, si en algo el Emisor se ha cuidado es en el montaje de los sistemas de seguridad de las diferentes sucursales que están localizadas en las principales ciudades del país. El sistema instalado es uno de los más modernos del mundo lo que hace que para quien no lo conozca, sea prácticamente invulnerable. En Bogotá funciona un centro de monitoreo que está conectado al circuito cerrado de cada una de sus oficinas en el país. A través de microondas los agentes de vigilancia pueden detectar cualquier anomalía que se presente al interior del banco y en especial de su caja fuerte. Cada sede tiene también un sistema de video, el cual permite observar todo lo que ocurre en el interior del banco. El sistema está interconectado con el comando central de Policía de cada ciudad, lo mismo que con la estación de Bomberos. En el caso de Valledupar, el sistema de seguridad tuvo su último mantenimiento hace escasos 15 días. El complejo de vigilancia de esta sucursal ostenta la más avanzada tecnología, que alcanza cuatro niveles de seguridad, obteniendo que el número de funcionarios que tienen acceso a él sea muy limitado. La bóveda tiene un sistema aparte de la red convencional de la entidad y en caso de alguna falla, tiene otro de reserva conectado a la red central de seguridad del Emisor. Todas estas medidas habían convertido al banco en una fortaleza casi inexpugnable hasta el domingo 16 de octubre. La investigación todavía no ha podido armar el rompecabezas de lo que ocurrió en las instalaciones del banco a partir del amanecer del domingo. Hay muchos interrogantes y pocas respuestas. El principal de ellos es cómo los asaltantes lograron ingresar por la puerta principal del banco. Uno más tiene que ver con la entrada de un pequeño camión al sótano de la sucursal. Pero la gran incógnita es saber cómo se logró desactivar el complejo sistema de seguridad sin que ni una sola de las alarmas conectadas con el centro de monitoreo y con el comando de la Policía, haya dado el más mínimo aviso. Lo único claro que tienen las autoridades es que la banda de asaltantes estaba conformada por genios de la electrónica. Primero porque lograron burlar el sistema de seguridad y segundo por la forma como consiguieron abrir la bóveda. La puerta de la caja fuerte tiene un espesor de un metro, lo cual hace imposible que pueda ser cortada con un simple soplete de acetileno. Las autoridades están convencidas de que los ladrones tenían un alto grado de especialización en áreas como la ingeniería eléctrica y la electrónica.
El tiempo utilizado para el robo -21 horas- es considerado record por la magnitud de la operación. Los cálculos hechos por las autoridades las han dejado perplejas. Desactivar las alarmas del sótano, el primer nivel y lograr anular los sistemas detectores, requiere de varias horas de trabajo y todo parece indicar que los asaltantes lo hicieron en cuestión de minutos. La apertura de bóveda es todavía una operación más complicada. Nadie sabe cómo lograron perforarla y vulnerar las claves. Como si esto fuera poco el botín que se llevaron estaba conformado por cuatro millones de billetes los cuales pesan cuatro toneladas. Tarea en la que debieron invertir la mayor parte de las 21 horas que permanecieron en el interior del banco. Todos estos ingredientes han convertido el robo del Emisor en Valledupar en una de las operaciones delictivas más espectaculares en Colombia. Tal vez sólo pueda compararse con el ingenio de los topos en Pasto y con el túnel de la Caja Agraria en Bogota (ver recuadro). PLAN DE EMERGENCIA Mientras las autoridades policivas continúan atando cabos para encontrar el dinero y los ladrones del multimillonario robo, los funcionarios del Banco de la República pusieron en marcha un plan de emergencia orientado a evitar un colapso económico y un caos en el sistema monetario de la Nación. Como primera medida se divulgaron a través de los medios de comunicación los números de serie de los billetes de 10.000, 5.000 y 2.000, que fueron sustraídos de la bóveda del Emisor en la capital del Cesar. Se impartió orden al resto del sistema bancario de ejercer estricto control sobre los billetes que ingresaran a sus arcas, con el fin de recoger el dinero robado, porque ninguno de estos billetes sin emitir se van a pagar. Incluso, las directivas del Banco de la República han pensado en adelantar la circulacion oficial del billete de 20.000 pesos con el objeto de contrarrestar los efectos derivados de la circulación de moneda sin valor. En el mercado existen 580 millones de billetes circulando que corresponden a 300 millones de series. El dinero robado, a pesar de la cuantiosa cifra, apenas representa 11 series. Las medidas adoptadas han generado controversia y caos. Por una parte, Asobancaria, a través de su presidente, César González Muñoz, manifestó que es imposible que los bancos ejerzan un control sobre cada uno de los billetes que reciben. También puso en tela de juicio la posición del Emisor respecto de la ilegalidad de los billetes sin emitir, ya que los bancos no estarían dispuestos a incurrir en pérdidas por orden del Banco de la República. Pero no sólo la controversia es a nivel de altos funcionarios. El robo de Valledupar ha generado pánico entre la ciudadanía. Nadie quiere hacer negocios en efectivo y mucho menos con billetes de 10.000, 5.000 y 2.000 pesos. Largas colas se vieron en las cajas de los bancos al finalizar la semana, por cuanto los cajeros con lista en mano revisaban uno a uno los billetes de las consignaciones de sus clientes. En medio de la discusión surgió una propuesta para buscar una solución a este problema. Emisor y Asobancaria coincidieron en afirmar que es necesario acelerar la emisión de nuevos billetes de las denominaciones implicadas que permitan reemplazar a los que están en este momento en circulación. El problema es que la emisión de este dinero tomaría un buen tiempo. En la actualidad están circulando en el mercado 94 millones de billetes de 10.000; 96 millones de 5.000 y 94 millones de 2.000. Recogerlos es un trabajo mucho más complejo y dispendioso que el realizado por los ladrones en Valledupar.- ROBOS FAMOSOS EL ROBO más espectacular que se recuerde fue el conocido como ‘el gran robo del tren‘. Su historia fue llevada al cine. Scotland Yard nunca llegó a atrapar a los implicados en este golpe, y mucho menos recuperar el dinero. En Colombia, a pesar de los altos índices de delincuencia, son muy pocos los robos que han hecho leyenda. Sin embargo hay algunos que son ‘clásicos‘. En agosto de 1973 en el Banco de la República de Cartagena, celadores de la entidad en connivencia con delincuentes comunes, sacaron más de 40 millones de pesos en billetes y monedas de oro. Los culpables fueron capturados pero del dinero se recuperó muy poco. Los llamados ‘topos‘ de Pasto sacaron de la caja fuerte del Emisor 82 millones de pesos el 25 de abril de 1977. Ellos construyeron un túnel desde el baño de una cafetería, el cual pasaba por una transitada calle del centro de la ciudad. Dicha construcción estaba sostenida por gatos hidráulicos que sostenían el peso del tráfico vehicular. El 4 de mayo y el 29 de octubre de 1991 fueron violadas las cajillas de seguridad del Banco de Colombia en sus sucursales Chapinero y Unicentro. Aún no se ha descubierto a los ladrones. El monto de las joyas, títulos, y demás bienes extraídos sumó más de 5.000 millones de pesos. El botin más elevado que se han llevado los roba-bancos fue el que se hurtó de las cajas de seguridad de la Caja Agraria el 5 de noviembre de 1991. Gracias a un túnel de 22 metros construído entre un restaurante y la bóveda de la entidad, los delincuentes se llevaron bienes cuyo valor ha sido estimado en más de 100.000 millones de pesos.