En los últimos meses de su vida, y tras el diagnóstico de un cáncer terminal, Rodolfo Hernández tomó decisiones fundamentales. Una de ellas fue cómo quería que su familia dispusiera de sus restos. El ingeniero quiso descansar en dos lugares. El primero, en Los Colorados, su finca en Piedecuesta, Santander, bajo un bonsái que sembró su esposa, Socorro Oliveros. Hoy, a escasos metros, reposa el cuerpo de Narco José, el perro bulldog francés que murió 20 horas después que su amo y que terminó sepultado envuelto en una camisa de Rodolfo José, uno de los hijos del dirigente político.
La otra mitad está en el corredor de las personalidades del Cementerio Parque Memorial Tierrasanta, en el área metropolitana de Bucaramanga. La adorna una excéntrica lápida en la que se lee: “No robar, no mentir, no traicionar y cero impunidad”, las consignas del exalcalde de la capital santandereana que se convirtieron en una amenaza política para Petro en 2022. Y más abajo, la frase que el millonario ingeniero dejó escrita en vida: “Aquí yace Rodolfo Hernández, quien persiguiendo el trabajo y el dinero, perdió la salud; aquí yace Rodolfo Hernández sin dinero y sin salud”.
El ingeniero luchó como un tigre contra un cáncer de colón que le diagnosticaron hace un año. Frentero, como siempre, varias veces habló del fin de la vida. El 16 de marzo de 2024, en una de las entrevistas que le concedió a este medio, el excandidato presidencial dijo que: La muerte es algo natural, no tendría sentido la vida ni los días si uno viviera para siempre. Tengo claro que daré mi batalla hasta cuando pueda; ya cuando sea inevitable, la aceptaré con altura, como un paso más que debo dar”.
¿Cómo le gustaría que fuera recordado si muere?, le preguntó SEMANA. Y él, con el estilo santandereano que lo caracterizaba, respondió: “como un luchador”.
“Mi mamá todavía me dice ‘mi muchacho’, ella en abril cumplió 100 años. Yo entiendo y siento que la vida tiene ciclos, y estoy en una etapa madura. He sido fuerte y eso me lleva a enfrentar con valentía las cosas, eso sí, también me dijo: ‘El cementerio está lleno de guapos’. A esta edad tengo tiempo para dedicarme a eso, le estoy metiendo las ganas”, aseguró.
“Claro que he pensado en la muerte. No le tengo miedo, pero si puedo evitarla, la evito”, enfatizó.
En otra entrevista, Hernández había contado cómo había cambiado su vida tras el diagnostico. “El cáncer come azúcar, no lo consumo. Verduras todas las que se puedan, harinas poquiticas, el 10 % de las que normalmente yo comía. En lo posible no comer carnes rojas y hacer actividad física, toda la que se pueda. Aunque la actividad física me ha tocado poca, porque la operación que me hicieron me dejó una herida vertical de casi 25 centímetros en el estómago, todavía no ha terminado de cicatrizar. Eso me ha limitado mucho. Después de la operación alcancé a bajar casi 15 kilos, y poco a poco los voy recuperando. Ahí vamos”, narró en su momento.
“Esta batalla no ha sido fácil, pero sé que debo darla, porque de eso se trata la vida”, le había dicho Hernández a SEMANA, recientemente.
Hernández falleció el lunes 2 de septiembre en el Hospital Internacional de Colombia, en el área metropolitana de la capital santandereana, donde permaneció internado en las últimas semanas debido a serios problemas de salud.
“A pesar de todos los esfuerzos realizados por nuestro equipo médico y asistencial, el ingeniero Rodolfo Hernández falleció hoy debido a complicaciones de su patología neoplásica metastásica de colon”, confirmó el Internacional de Colombia, donde pasó los últimos días de su vida.