“¿Alguno tiene problema con mi orientación sexual?”, fue lo que preguntó el arquero Nicolás Fernández en medio del camerino y antes de salir a enfrentar con su equipo de la época, Deportivo Rivera, al Atlético Macachín, por la liga cultural de Santa Rosa.

No hubo silencios incómodos, reproches o desprecios. Por el contrario, hubo comprensión, respeto y un espaldarazo del capitán del equipo a la revelación del arquero.

“Mis compañeros me conocieron primero como persona y después por mi vida privada. Me sirvió contarles para quitarme un peso de encima por los prejuicios de la sociedad en la que vivimos. Me dio tranquilidad”, contó Fernández.

Nicolás siente que se quitó una gran carga, pese a estar en la época en la que el machismo, la homofobia y el bullying son tendencia. Además, la trágica historia de Justin Fashanu, futbolista inglés que luchó contra el odio y los prejuicios por ser homosexual, sirvió para tomar la decisión.

“No agredí sexualmente a ese chico. El sexo fue consentido (...) por fin encontraré la paz”, dijo en una nota Fashanu, el delantero que despuntó en el Norwich y que fue fichado por el Nottingham Forest como el primer jugador negro por un millón de libras. A los 37 años (1998) se ahorcó en Shoreditch, pues un mes antes había sido acusado de abusar sexualmente de un joven de 17 años en Maryland (Estados Unidos), donde se había trasladado para ser entrenador.

En ese momento, el diario The Sun reveló que la presión lo llevó a revelar su orientación sexual y a tomar la decisión de quitarse la vida.

Confesar presionado, según medios ingleses, por el diario The Sun que era gay fue el final de su carrera. “La estrella del fútbol de un millón de libras: ‘Soy gay’”, titularon los grandes medios deportivos en su momento.

Nicolás fernández

Su familia lo repudió, incluso, su hermano le habría ofrecido 75.000 libras para que no saliera del clóset. Además, la falta de apoyo dentro del club y los insultos de los aficionados terminaron por apartarlo del equipo y causar un desequilibrio emocional.

Por eso, Nicolás Fernández se siente afortunado. Su confesión la hizo jugando en primera, pero siempre se ha destacado en clubes aficionados. Actualmente, forma parte del Huracán de Pellegrini, de la liga de fútbol de Trenque Lauquen, en Argentina, y es el primer futbolista de su país en salir del clóset.

“Siempre tuve claro quién fui. Mis compañeros y seres queridos me mostraron afecto. Sin embargo, cuando lo confesé fue una locura, empecé a recibir mensajes de gente que la estaba pasando mal. Me di cuenta de la importancia de contarlo, serví de ayuda”.

Nicolás comprobó que el fútbol es definitivamente el reflejo de la sociedad. Durante el partido entre Huracán de Pellegrini y Foot Ball Club Argentino, el guardameta de 27 años fue víctima de hostigamiento por uno de los rivales. “Benjamín Orozco empezó a insultarme por mi condición sexual, desde que arrancó el partido hasta que terminó. Por suerte, el árbitro escuchó y elaboró un informe detallado hasta con cosas que yo no sabía, como insultos del cuerpo técnico”.

La expulsión del delantero que se ensañó con Nicolás desencadenó los gritos homofóbicos en las tribunas. El partido terminó suspendido con siete expulsados, cuatro del lado de Huracán y tres del equipo contrario.

“Si bien es solo una sanción, se pudo hacer más, pero el reglamento de las ligas afiliadas a AFA tiene algunos desajustes. Veo lo positivo, porque antes de insultarme lo van a pensar por la sanción que se les puede venir”.

Aunque su historia ha trascendido para bien, no se ha hecho tan conocida como lo que sucedió con Iker Casillas. El exportero del Real Madrid y campeón del mundo con la selección de España sorprendió con una publicación hecha en su cuenta de Twitter. “Espero que me respeten: soy gay. #felizdomingo”.

Con tan solo unos minutos de publicado su trino, recibió más de 11.000 ‘me gusta’, 7.500 retuits y más de 2.500 comentarios, entre los que se destaca el de su rival en el Barcelona y compañero de selección Carles Puyol. “Es el momento de contar lo nuestro, Iker”, dijo el exjugador acompañando su mensaje con un emoticón de corazón y otro de un beso.

La polémica creció, se viralizó y tras casi una hora de la publicación, el trino se borró para posteriormente aclarar lo sucedido. “Cuenta hackeada. Por suerte todo está en orden. Disculpas a todos mis followers. Y por supuesto, más disculpas a la comunidad LGTB.”, puntualizó.

Sin embargo, la aclaración de Iker, pareció ser tardía para recuperar los tres millones de seguidores que perdió. Increíblemente, pasó de tener 12,3 millones de seguidores a 9,6.

“Cuando vi lo de Iker me pareció una falta de respeto. Si bien después dice que le habían hackeado la cuenta, es mentira. Se dio cuenta de que la había pifiado mal hacia la comunidad. Fue una burla que no cayó muy bien”, dijo Nicolás Fernández. El debate de nuevo quedó servido.

¿Qué tan fácil es confesar ser gay en el fútbol masculino?

Las marrullerías en el balompié, son casi tan antiguas como este deporte. Entre las estrategias extrafutbolísticas para desestabilizar al rival, se cuentan insultos a las esposas, irrespeto a los hijos, chistes pesados con la orientación sexual, golpes solapados en las partes íntimas que, según varios exfutbolistas exitosos de Colombia, un homosexual poco soportaría.

“Lo difícil es aceptar y que se vuelva público. El problema está dentro del fútbol. Es terrible lo que te dicen dentro del campo sin ser homosexual, el jugador que lo sea, no lo resiste. Hay que tener carácter y personalidad para estar en este gremio siendo gay”, dijo Willington Ortiz, exfutbolista colombiano de los años setenta y ochenta.

“Creo que sería un tema complejo porque es un mundo muy machista. El bullying sería grandísimo de parte de hinchas y contrarios. Hasta en los mismos vestuarios sería difícil el manejo”, señaló Fabián Vargas, exjugador de Boca Juniors y de la selección Colombia.

En el fútbol femenino, el tema se trata con más naturalidad. Jugadoras emblemáticas de la selección, como Leicy Santos, del Atlético de Madrid, muestra sin ningún tapujo a su pareja, Maitane López Millán, centrocampista del club colchonero.

Gisela Robledo, del Tenerife de España, nunca ha escondido que sostiene una relación con la influencer Mariana Gómez, quien tiene más de 200.000 seguidores en redes sociales.

Pero la relación más conocida por su estabilidad es la de la capitana Daniela Montoya con la también futbolista profesional Renata Arango. Llevan ocho años juntas. “Realmente no es fácil en un país como el nuestro ser parte de la comunidad LGTBI+. Hemos sido muy afortunadas, siempre contando con el apoyo de nuestras familias”, dicen las jugadoras.

daniela montoya y renata arango

El éxito de su carrera y su romance se ha basado en el respeto mutuo, pero también a la mirada de los demás. Saben que pocos comparten que dos referentes sean pareja. Por eso, han enfrentado juntas la discriminación y han sacado de esos malos momentos el mejor provecho para no dejar de ser ejemplo para las futbolistas más pequeñas.

“Pensamos que debemos visualizarnos para que al final sea tan normal que la gente no discrimine, sino que pueda aceptarlo. Esto no nos hace ni más ni menos deportistas”.

Conocen casos dentro del gremio que por miedo al qué dirán no aceptan sus orientaciones sexuales y trabajan cada día para ayudar a liberar esos temores que, en muchos casos, pueden terminar en tragedias.

“Queremos ser ídolos de nuestro deporte desde la comunidad LGTBI+, que no solo existan referentes heterosexuales”, aseguraron Daniela y Renata.

Son muy pocos los jugadores varones que han hablado abiertamente sobre su orientación sexual. Nicolás Fernández es un caso de esperanza. Muchos de sus colegas han tenido que abandonar el fútbol por el acoso.

Jake Daniels, delantero del Blackpool de Inglaterra; Josh Cavallo, lateral izquierdo del Adelaide United de Australia; Andy Brennan, extremo del South Melbourne de Australia; David Testo, centrocampista estadounidense; Collin Martin, volante del San Diego Loyal, y Anton Hysén, del Utsiktens BK, celebran cada 19 de febrero el Día Internacional Contra la LGTBIfobia en el deporte, cuyo símbolo es Justin Fashanu.

justin fashanu | Foto: 2014 Getty Images

Sin quererlo, Casillas abrió el debate sobre la homosexualidad en el deporte y es hora de que algunos jugadores salgan del clóset futbolístico.