“No existe el crimen perfecto”, esta fue la frase lapidaria que dijo el fiscal en la audiencia de imputación de cargos contra Jhonier Leal, acusado del doble homicidio de su hermano, el famoso estilista Mauricio Leal, y de su madre, Marleny Hernández, cuya coartada cuidadosamente armada se cayó como un castillo de naipes, luego de que fueran reveladas una a una las pruebas en su contra. Hay un factor que resultó clave para desenredar esta trama judicial que hoy tiene puestos todos los reflectores: las huellas de sangre que quedaron en diferentes lugares de la casa.
Tan macabro como el crimen es la reconstrucción que hizo el fiscal de cómo las huellas de sangre pusieron en evidencia a Jhonier como presunto autor del homicidio, y de qué forma trató de borrar estás pistas sin llegar a lograrlo.
Justamente la narración empezó con el primer homicidio, el de Marley Hernández, que no fue en el cuarto de Mauricio, donde fue encontrado el cuerpo. Este asesinato se dio en la habitación de doña Marleny.
Ahí, en esta habitación, encuentran una toalla con manchas de sangre de Marleny, lo que de inmediato generó dudas a los investigadores porque el cuerpo de la mamá de Mauricio y de Jhonier estaba en la cama del famoso estilista donde fueron encontrados los cuerpos.
Al analizar esta toalla se concluye que comparten el mismo perfil genético, como sucede entre madre e hijo, pero dejan claro que no coincide con el de Mauricio Leal, lo que deja solo a Jhonier como responsable del asesinato de su mamá. Es remota la posibilidad de que hubiera sido otra pesona.
“Tuviste tiempo suficiente para atacar con un cuchillo, primero a tu señora madre en su habitación, y luego desplazarla hasta el cuarto de tu hermano Mauricio Leal Hernández, oh sorpresa, Jhonier, que con el mismo cuchillo que atacaste a tu señora madre atacas a tu hermano, con tan mala fortuna que la hoja de se cuchillo se quedó incrustada en el cuerpo”, narró el fiscal.
Ahí es donde empieza a cometer errores y a dejar huellas de sangre en la lujosa casa en la que vivían en un condominio en la vía La Calera. “La forma con sevicia, atacas a tu hermano y, no conforme con ello, Jhonier, decides realizar una modificación de la escena. Trasladar a tu madre desde su habitación, en el subnivel tres, hacia el cuarto de Mauricio, con la mala fortuna, vuelvo y reitero, yo siempre lo digo, no hay crimen perfecto, que se encuentra una mancha de sangre de tu madre en el primer escalón a la salida de la habitación de Mauricio”, esta fue la primera prueba relacionada con rastros de sangre.
Pero el Fiscal fue más allá, “con la mala fortuna que se encuentra una toalla, dentro de tu habitación, con sangre de tu madre y de una persona que tiene vínculo de consanguinidad, es de Mauricio Leal Hernández ¿Y quién estaba en la casa? Jhonier, solo estabas tú en la casa”. Esta es la segunda prueba relacionada con las huellas de sangre que quedaron por el doble homicidio.
Pero hubo un tercer escenario, también relacionado con estas huellas que llamó poderosamente la atención de las autoridades investigativas. “Al destapar la cañería del baño, donde solo tú te bañabas, encontramos sangre humana en el sifón. Sangre humana reciente que, nos dice la genetista, efectivamente no se pudo cotejar el perfil humano, pero sí se llega a la conclusión que es sangre”.
Aunque por la mezcla de agua y por tratarse de una cañería no se podía establecer con certeza absoluta si era de Mauricio o de doña Marleny, la coincidencia más que una pista es una certeza para las autoridades. No hay una explicación para que en la cañería de ese baño existieran esos rastros, la única, y si se quiere obvia, es que Jhonier se bañó y limpió los utensilios con los que pretendió modificar la escena, en este baño.
Aunque suene escabroso, buena parte del hilo conductor de la exposición del fiscal señalando como responsable a Jhonier Leal se hizo con base en los rastros de sangre que había en diferentes partes de la casa, por eso en la audiencia el fiscal dijo que “en la escena donde estaba tu madre, en la habitación, se encontró rastros de sangre, se encontró el teléfono de tu señora madre, que fue manipulado cuando ellos, según pruebas técnicas, ya se encontraban fallecidos”.
Uno a uno fue narrado cada uno de estos hallazgos para repetir, finalmente, la frase que debe retumbar en la cabeza de Jhonier Leal, “no existe el crimen perfecto”. Y agregó, “tú, Jhonier, modificaste la escena, trataste de borrar las huellas, usaste guantes y productos de limpieza que quedaron en el balcón de tu cuarto, donde, señalan las personas del aseo, nunca estaban ubicados”.