El presidente de Colombia, Juan Manuel Santos, volvió a hacer énfasis en las últimas horas en la necesidad planetaria de buscar alternativas distintas en la lucha contra el narcotráfico. Su diagnóstico es demoledor: "La guerra global contra las drogas ha fracasado, y ha tenido numerosas consecuencias involuntarias y devastadoras a nivel mundial". La afirmación fue hecha en el marco de un foro a propósito del Día Internacional de la Lucha contra la Corrupción y entre cuyos organizadores estaba la revista SEMANA. El acto se realizó en Congreso de la República en donde Santos se salió del libreto y profundizó sobre el drama del narcotráfico. Entre las categóricas declaraciones del mandatario, señaló que: "Va uno al Cauca, y ve un campesino que está cultivando la marihuana, y le dice que usted está cometiendo un ilícito, usted tiene que erradicar o se va para la cárcel. Y allá el gringo, en Colorado, metiéndose su varillo, tranquilo". Además, se refirió a un documental sobre este tema que se dio a conocer en la noche del miércoles en el Reino Unido y que apareció junto con una carta pública cuyo primer firmante es Santos. Se trata una Carta Pública de la Fundación Beckley. En esta se afirma de manera categórica que "cincuenta años después de que fuera lanzada la Convención Única sobre Estupefacientes de las Naciones Unidas en 1961", la guerra contra las drogas fracasó. "El uso de los estupefacientes controlados más importantes –agrega la misiva– ha aumentado, y su suministro es más barato, más puro y más accesible que nunca. De forma conservadora, las Naciones Unidas estiman que hoy en día hay 250 millones de consumidores de drogas en el mundo. Las drogas ilícitas constituyen actualmente la tercera industria más rentable del mundo, después de la industria alimenticia y el petróleo, con un valor estimado de más de 350 billones de dólares anuales, completamente bajo el control de criminales". "La lucha contra las drogas le cuesta al contribuyente mundial incalculables billones por año. Hay millones de personas en prisión a nivel mundial por delitos relacionados con estupefacientes, por lo general consumidores y traficantes menores. La corrupción entre los políticos y aquellos encargados de velar por el cumplimiento de la ley, especialmente en los países productores y de tránsito, se ha extendido como nunca, poniendo en peligro la democracia y la sociedad civil. La estabilidad, seguridad y desarrollo se ven amenazados por las consecuencias de la lucha contra las drogas, y lo mismo sucede con los derechos humanos. Decenas de miles de personas mueren cada año en la guerra contra las drogas", sostiene el documento. La citada Carta Pública considera además que "el mejoramiento de nuestras políticas de drogas es uno de los desafíos clave de nuestro tiempo. Es tiempo de que los líderes mundiales evalúen de manera fundamental las estrategias con las que han respondido al fenómeno de las drogas". Y concluye: "Ya que no podemos erradicar la producción, demanda o uso de drogas, debemos encontrar nuevas maneras de minimizar los daños. Es imperativo estudiar nuevas políticas basadas en evidencia científica. Rompamos con el tabú del debate y la reforma. Éste es el momento de actuar". Sin embargo, durante el Foro realizado en el Congreso, el Mandatario reiteró que mientras se da esta discusión y el mundo decide qué hacer respecto a este tema, Colombia mantendrá la lucha contra las drogas de manera contundente, como lo ha venido haciendo. "En el caso colombiano, tengo clarísimo que mientras esa discusión se da, y si logramos que la comunidad internacional y todos descubramos una mejor alternativa, mientras tanto no tenemos opción diferente a continuar nuestra lucha como la venimos ejecutando en los últimos años, donde –repito– hemos sido relativamente efectivos", dijo. Y puntualizó: "¿Por qué? Porque infortunadamente para nosotros este es un problema de seguridad nacional. Es la fuente de toda la violencia que estamos viendo, que es alimentada por el narcotráfico. Y si nosotros bajamos la guardia, inmediatamente nuestros enemigos se van a fortalecer. Por eso no tenemos alternativa diferente a continuar con esa lucha, de forma determinada y contundente". Finalmente, al referirse al problema del consumo de droga, el Mandatario expresó: "Si un hijo mio, Dios no lo quiera, se vuelve drogadicto, prefiero mandarlo a una institución a que lo curen y no a la cárcel. Creo que hay una gran diferencia de lo uno a lo otro. En la cárcel posiblemente lo corrompan más y lo tuerzan más".