En una alocución corta, el presidente Juan Manuel Santos mantuvo la condición de reanudar los diálogos con la FARC solo si son liberados el general Rubén Alzate, sus dos acompañantes, además de los dos soldados secuestrados en Arauca. Ante ese escenario, el presidente reveló que pidió a los países garantes: Cuba, Chile Venezuela y Noruega, que intercedan con las FARC para la liberación de estas personas. “Confío en que, con la intervención de los países garantes –con quienes ya entramos en contacto para ofrecer nuestra colaboración–, se pueda encontrar rápidamente la respuesta que el país está esperando”, dijo el presidente. El mandatario, quien minutos antes se había reunido en la Casa de Nariño con los negociadores del Gobierno, le exigió a las FARC, “que demuestren su voluntad de paz”. El presidente dejó claro que la respuesta que dé esa guerrilla será definitiva para “seguir avanzando”. Se espera que en la mañana de este martes las FARC hagan un pronunciamiento. Por ahora los negociadores se quedaran en Colombia. “Mientras esta situación no se solucione, les he reiterado a los negociadores del Gobierno que no podrán viajar a La Habana para reanudar las conversaciones”, dijo el presidente. Esta es la declaración Compatriotas: La paz es un valor supremo para los colombianos y un anhelo nacional. Por ello tomé la decisión de adelantar el proceso de paz con las FARC, con firmeza y sentido de responsabilidad, consciente de que este camino no sería fácil de recorrer. Yo sé que a veces hay confusión sobre los avances que se han logrado, por desconocimiento y –sobre todo– porque es difícil entender que, mientras se habla en La Habana, la confrontación sigue en el país. Pero estamos hablando de parar la guerra de una vez por todas. Esto se logra con la terminación del conflicto. No con una simple tregua. Créanme, conversar en medio del conflicto es la forma más efectiva para ponerle punto final a esta absurda guerra. Lo anterior no significa que en el curso de las conversaciones no se puedan dar los primeros pasos para des-escalar el conflicto, como ya lo venimos discutiendo desde hace algún tiempo con las FARC. Hay que ser claros: aunque estamos negociando en medio del conflicto, las FARC tienen que entender que a la paz no se llega recrudeciendo las acciones violentas y minando la confianza. La muerte de los indígenas en Toribio, Cauca es solo un ejemplo. El secuestro ayer en Chocó del general Alzate, de un suboficial y una abogada, que se une al de dos de nuestros soldados en Arauca, son actos que en nada ayudan a avanzar hacia la paz. Las FARC son responsables de su integridad física y deben devolverlos de inmediato. Los colombianos exigimos su liberación. Es el momento para que demuestren su compromiso con el proceso. Mientras esta situación no se solucione, les he reiterado a los negociadores del Gobierno que no podrán viajar a La Habana para reanudar las conversaciones. A las FARC les exijo –y no solo yo: se los exige nuestra nación y toda la comunidad internacional– que demuestren su voluntad de paz con acciones y no solo con palabras. Confío en que, con la intervención de los países garantes –con quienes ya entramos en contacto para ofrecer nuestra colaboración–, se pueda encontrar rápidamente la respuesta que el país está esperando. El compromiso de las FARC está puesto a prueba. De su decisión depende seguir avanzando hacia el fin del conflicto y la reconciliación. Siempre es más fácil optar por la violencia. Es de valientes optar por la paz. Y esa paz sólo se construye con gestos de paz y con sentido de responsabilidad histórica.