Ecuador también tenía a su propio Pablo Escobar, llamado así no solo por la sangrienta guerra que libró para convertirse en un megacapo del narcotráfico, sino además por el control piramidal que tenía de su negocio ilegal. Pasó de ser un humilde lanchero en el Pacífico a un temido criminal desconocido para la opinión. Y también se quiso colar en el proceso de paz con las Farc.En su país natal se identificaba como Washington Prado Alava y en Colombia –donde fue capturado en abril del año pasado– se hacía llamar Jhon Alex Rengifo García. A los dos lados de la frontera, no obstante, lo conocían con el alias de Gerald. Pero ahora, y a pesar de su férrea oposición a que este paso se diera, es solo cuestión de días para que termine extraditado desde Bogotá y tras las rejas de una prisión de máxima seguridad en Estados Unidos.Los seguimientos de las autoridades, por supuesto con ayuda estadounidense, revelaron que este hombre logró enviar a las costas norteamericanas –en solo dos años– 250 toneladas de cocaína, usando para ello rutas por el mar Pacífico y algunas escalas en Centroamérica. Y otras 150 le fueron decomisadas en ese mismo lapso.Puede leer: El Pablo Escobar de EcuadorGerald también disponía, al estilo de Pablo Escobar, de un grupo de fieles sicarios que se encargaban de asesinar a sus rivales, incluyendo policías, jueces y fiscales. Un brazo armado encargado de intimidar a todo aquel que se opusiera al exitoso negocio criminal que había logrado consolidar.Reportes oficiales dan cuenta, además, de que en la casa en que vivía su madre se encontró una caleta con 12 millones de dólares en efectivo; pero no fue la única que se le encontró al megacapo. También se logró documentar la propiedad sobre más de 20 barcos y varias docenas de lanchas rápidas, conocidas como go fast, que eran utilizadas precisamente para mover la droga por las aguas del Pacífico.Con el mismo ingenio criminal que utilizó para pasar de ser un humilde lanchero de Manta (Ecuador) a un megacapo que con 35 años tenía influencia en los carteles más sangrientos de la región, como los mexicanos, Gerald quiso colarse en el proceso de paz con las Farc.De alguna manera logró que Gustavo González, exjefe de la columna Daniel Aldana de las Farc, le firmara una carta –sin fecha– en la que lo reconoce como colaborador de la guerrilla y que, como tal, podía acogerse a los beneficios de la Justicia Especial para la Paz (JEP), incluyendo la suspensión de la extradición.Le sugerimos: El narcotráfico sigue extendiendo sus tentáculos por AméricaNo obstante, su jugada logró ser identificada a tiempo y fue excluido de las listas que las Farc le entregaron a la Oficina del Comisionado de Paz y en las que relacionaban a sus militantes. Con este paso, su orden de extradición a Estados Unidos fue reactivada y el propio presidente Juan Manuel Santos, en dos instancias, avaló el envío de este megacapo a una prisión norteamericana.La resolución ejecutiva 019 de 2018 –conocida por SEMANA– confirma su envío a prisión en territorio estadounidense por pedido de la Corte del Distrito Sur de Florida. En ella se lee que las mismas Farc, al ver la intención del capo de colarse, solicitaron su exclusión de las listas de beneficiados.“Es preciso indicar que al haber sido excluido el ciudadano extranjero de los listados de los miembros de las Farc-Ep, la solicitud con la cual pretende que se suspenda provisionalmente la extradición argumentando que debe esperarse el listado final de los miembros de las Farc-Ep carece de fundamento”, dice la resolución firmada por Santos.La historia de Gerald terminó por cuenta de una mujer. Las autoridades lograron que una atractiva agente de inteligencia colombiana se hiciera muy amiga suya, al punto de que logró convencerlo de que pasara ilegalmente la frontera entre Ecuador y Colombia para visitarla en Cali. Haciendo esta ruta finalmente fue capturado. Todo con colaboración de las autoridades del vecino país.En contexto: Comenzó extradición de narcos colados en listas de FarcEsta versión del Pablo Escobar de Ecuador se suma a los otros 25 narcos que se quisieron colar en el proceso de paz con las Farc y que fueron excluidos de estas instancias para ser extraditados a Estados Unidos. Esta revista contó en noviembre pasado el caso de Rubén Durán Moreno, conocido como El Gato, el primer de ellos en ser identificado y enviado a una prisión estadounidense.Lo que hay en torno a todo este escándalo, de los narcos colados en las listas de las Farc, se ha manejado con mucho sigilo por el Gobierno y por la propia exguerrilla, pero seguro levantará ampolla por la responsabilidad que le pueda caber al grupo que firmó la paz con Santos y que avaló el ingreso a sus filas –a última hora– de 25 capos. El capítulo del Pablo Escobar de Ecuador y su extradición es tan solo una punta de esta historia.