Un año después del accidente del Jumbo HK-2910 en cercanías del aeropuerto de Barajas, en Madrid, las dos comisiones (la española y la colombiana) que investigan las causas del desastre, no logran ponerse de acuerdo.En efecto, el informe final de las dos comisiones que había sido anunciado para mediados de noviembre, no será dado a conocer antes del mes de enero, debido a que una serie de complejos detalles están aún por definirse. La redacción definitiva del documento deberá realizarse después de que sean estudiadas las conclusiones de lo que habrá de ser la última reunión de las comisiones, a partir del 26 de este mes, en Madrid.SEMANA ha podido establecer algunos de los puntos sobre los cuales giran las discusiones centrales entre los distintos investigadores. Como se recuerda, las primeras conclusiones que se dieron a conocer tras un analisis inicial de las grabaciones contenidas en la caja negra, permitieron establecer que en el centro de todo había una "falla humana" a nivel de la tripulación, sin que esta afirmación implicara una condena al piloto, ya que el término "falla humana" debe entenderse en estos casos como el sinnumero de eventualidades que pudieron perturbar el comportamiento normal de la tripulación.Un año después del accidente, parece haber cierto acuerdo sobre este punto, pero otros indicios que han salido a relucir dentro de la investigación han llevado a los investigadores a plantearse algunas dudas sobre el comportamiento del control de tránsito aéreo del aeropuerto de Barajas. Se sabe con certeza que antes del accidente y cuando ya el avión se acercaba a Barajas, José Andrés Alcaine, operador del control de Paracuellos del Jarama, comunicó a la tripulación, encabezada por el comandante Tulio Hernández, que para dar la curva y enfilarse hacia la pista podía volar directamente de Baraona al VOR de Campo Real, sin pasar por Castejón (ver mapa). Estos cambios se consideran normales y son recomendados cuando el tráfico es muy bajo, como en este caso, con el fin de obtener un ahorro de combustible.El piloto siguió las nuevas instrucciones y "recortó el camino" según lo indicado, pero al terminar la curva, estaba volando a un nivel inexplicable: 2257 pies, en vez de 3396 que era la altura mínima autorizada. Ese error determinó que una de las ruedas tocara la primera colina y que luego una turbina estallara al chocar con la segunda loma, antes de que el avión se estrellara. Pese a que la pregunta sigue siendo por qué el piloto volaba a esa altura, lo cierto es que los investigadores están tratando de establecer si, debido al cambio de ruta, pudo originarse una confusión que contribuyera al accidente. En pocas palabras, algunos aseguran que los controladores que le comunicaron al avión el cambio de ruta debían haber tenido en cuenta que por tratarse de una aerovía que no era la normal, estaban obligados a redoblar su vigilancia desde tierra sobre el avión. La opinión de algunos de los miembros de las comisiones de investigación es que si esa vigilancia se hubiera redoblado, desde el control de la pantalla del radar hubieran podido advertir que el avión volaba demasiado bajo y alertar al piloto. Esto, al parecer, no sucedió y aunque no es la causa del accidente, es un elemento que puede haber contribuído a que se produjera.La discusión sobre este punto no tiene solamente ángulos técnicos. Tiene también connotaciones que podrían denominarse "políticas". Por un lado, los miembros de la comisión colombiana no están dispuestos a permitir que, si se comprueba que una advertencia del control aéreo habría evitado el accidente, éste sea explicado exclusivamente por la falla humana a nivel del piloto. Y por el otro, los controladores españoles, duramente cuestionados y responsabilizados en accidentes anteriores, no parecen dispuestos a permitir una nueva mancha en su historial, por lo cual es muy probable que la comisión española oponga dura resistencia antes de reconocer, si se comprueba, que el accidente pudo ser evitado desde tierra.--