Como en los años setenta, la bonanza marimbera revivió en el norte del Cauca y, desde allí, se expande por el país y el extranjero. A finales de esa década, cuando el negocio de la cocaína reemplazó al de la marihuana, las estructuras criminales cambiaron de mata y el tráfico del alcaloide se convirtió en su objetivo principal. Pero en los municipios de Caloto, Corinto y Toribío hay un efecto en reversa: el resurgir de la yerba.La Dirección de Antinarcóticos de la Policía detectó el crecimiento de la marihuana hace 5 años, impulsado por la expansión de una cepa creada en Europa y de mucho arraigo en el país: la cripy. Este tipo, que tiene una mayor concentración de THC, el componente psicoactivo de la planta, se volvió muy popular entre los consumidores.Puede leer: Éxtasis, cocaína, marihuana, 2CB, licor adulterado: un poco de lo que hallaron el Benjafest 2018Es un negocio redondo. En Colombia, un kilo de cripy se vende alrededor de 150 dólares (casi 450.000 pesos). Puesta en Europa alcanza los 4.800 dólares (14 millones de pesos) y en Estados Unidos, los 6.400 dólares (casi 19 millones de pesos). Y los cargamentos son enormes. El pasado 30 de abril, por ejemplo, la Policía incautó 3.579 kilos de marihuana, avaluados en más de 1.600 millones, en Palmira, Valle del Cauca. Iban en un camión cisterna, cubiertos por un dispositivo mecánico que los camuflaba entre la gasolina que transportaba como fachada. En enero y febrero las autoridades ya habían retenido dos tractomulas del mismo tipo, cada una con más de 2.500 kilos ocultos en su carrocería.En lo que va de este año, la Policía ha incautado 68.255 kilos de marihuana, y en 2017 llegó a 189.442. La cifra viene creciendo año tras año. Esos grandes volúmenes, en su mayoría, provienen del triángulo del norte del Cauca, entre los municipios de Caloto, Toribío y Corinto. Desde ese enclave se está distribuyendo buena parte de la cripy.Hay varias rutas y con frecuencia siguen las de la cocaína. Desde la vía Panamericana se mueve por todo el país: hacia los Andes y el Llano, con destino a Venezuela; y también hacia el Cono Sur, a Ecuador o Chile, donde la mata colombiana disputa el mercado abastecido desde Paraguay, el otro gran productor de marihuana de la región.Le recomendamos: “La marihuana no es peligrosa ni adictiva”Desde el Cauca también va a los ríos Caquetá y Putumayo, por donde se mueve hacia Perú, pero sobre todo a Brasil. La yerba colombiana se distribuye para el consumo del coloso suramericano y llega hasta sus costas del Atlántico, donde sale para Europa. Las estructuras también usan las rutas sobre el Pacífico. De la costa del Cauca salen lanchas rápidas hacia Urabá, donde la embarcan a Centroamérica y a Estados Unidos.Los investigadores ya identificaron los capos que están dinamizando la marihuana. En el Cauca van tras alias Pija, quien dirige una organización de unos 55 hombres. Pero el cultivo también crece en Catatumbo, donde la cabeza sería alias Villa, jefe de una disidencia de las Farc compuesta por 77 personas, y en la Sierra Nevada de Santa Marta, donde estaría a cargo de Chucho Mercancías, líder de Pachenca, una banda con 40 integrantes.Le sugerimos: “E.E.U.U. exportó su modelo fracasado en la lucha antidroga”Las organizaciones dedicadas a la marihuana, sin embargo, pululan. A finales del año pasado, por ejemplo, la Policía desmanteló una conocida como Patía, compuesta por 11 personas, cuyo jefe estaba en Bogotá y sus miembros repartidos en Cali, Florencia, Cúcuta, Santa Marta y Cauca. En general, esas estructuras le apuestan a la cocaína a la par que a la marihuana, un negocio en el que caben desde pequeños narcos hasta las estructuras más grandes, como el ELN, las disidencias de las Farc, el Clan del Golfo y organizaciones ligadas a la Oficina de Envigado.A las autoridades les preocupa que la bonanza de la marihuana ya desató una ola de violencia, en medio de la disputa de rutas y cultivos, especialmente en el norte del Cauca, donde ya se han registrado masacres vinculadas con esa pelea. “Creamos un bloque de búsqueda contra la cripy porque está afectando la seguridad en el país”, dice el general Fabián Cárdenas, director de la Policía Antinarcóticos. Como hace 40 años, la marihuana volvió a ser un negocio atractivo para los criminales. Esa bonanza significa más combustible para las guerras de los narcos.