Salvo el escándalo de la 'registraduría paralela', todo lo demás que ocurrió en las elecciones atípicas del pasado 1 de julio, estaba previsto: la abstención del 80 por ciento fue la reina de la jornada, ganó el candidato de la Unidad de Gobierno y el voto en blanco dio la pelea hasta el final, a tal punto que fue tercero con 132.236 votos, superando al aspirante del Polo. El gran damnificado fue la democracia ya que sólo acudió a las urnas el 20 por ciento de los 3'139.172 vallunos aptos para votar; y de nuevo, los partidos políticos tradicionales quedaron mal parados porque, pese a que siete de ellos apoyaron a Delgado, el número de votos alcanzados no superó el diez por ciento del censo. Incluso, el nuevo gobernador sacó más votos en octubre del 2011, cuando aspiró solo por la Gobernación. En alusión a ese fiasco electoral, el columnista Ramiro Bejarano dijo el pasado miércoles en una entrevista al portal Confidencialcolombia.com que “en el Valle no existen partidos políticos sino bandas que se unen de acuerdo a los propósitos que tengan”. En el fondo, varios dirigentes de la región temen que esa unidad de partidos se convierta en otra rapiña burocrática que frene el rescate de un departamento amenazado con demandas que superan los 700.000 millones de pesos y un déficit fiscal de 120.000 millones. En favor de Ubeimar juega su paso por el Congreso, el cual le dio experiencia en el manejo político, con todas sus consecuencias. Además, la poca votación que sacó puede jugar de su lado a la hora de exigirle cuentas a los caciques de los partidos que lo apoyaron. Por ahora, lo único claro es que el Valle del Cauca le puso fin a una eterna interinidad que arrancó en el 2010 con la destitución de Juan Carlos Abadía, y que se extendió durante dos años y ocho gobernadores. “Pasamos de la interinidad a la gobernabilidad”, explicó a Semana.com Nicolás Orejuela, director ejecutivo de la Unidad de Acción Vallecaucana (UAV), una organización gremial que vela por el desarrollo de la región. El nombramiento de González La denuncia de Semana.com de que en la gerencia de la campaña de Ubeimar estaba Víctor Julio González Riascos, un profesional con excelente hoja de vida, pero que fue excónsul de Colombia en Panamá como cuota política del exsenador Martínez durante el gobierno Uribe, empezó a generar dudas sobre qué tanta injerencia podría tener la estructura política de Martínez en el gobierno de Ubeimar. La preocupación no duró mucho tiempo y fue resuelta este viernes cuando Delgado se posesionó como gobernador y dio a conocer los nombres de su equipo de trabajo. Como era de esperarse, entre los secretarios que lo acompañarán hay curtidos políticos de los siete partidos de la Unidad de Gobierno que lo respaldaron. Los indicios de que Víctor Julio González era ficha de Martínez están bien documentados. Por ejemplo, en el Valle nadie olvida que González Riascos fue ternado por Martínez para que fuera elegido gobernador encargado tras la destitución del titular Juan Carlos Abadía. Sumado a ello, cuando se pensaba que habría elecciones atípicas al finalizar el 2010 o a comienzos del 2011, González Riascos hizo campaña como candidato independiente, pero detrás estaba toda la maquinaria política del polémico exsenador. Pero lo que nadie se imaginaba es que el puesto que le concederían al señor González Riascos era la Industria de Licores del Valle (ILV), considerada la joya de la corona del departamento y que en los últimos años ha sido el bastión burocrático, no sólo de Martínez sino de su socio, el exgobernador Juan Carlos Abadía. Esta revista intentó dialogar con el gobernador Ubeimar o su nuevo gerente de la ILV, pero ninguno contestó las llamadas. Todo ello aumenta las sospechas en el sentido de que el exsenador Martínez jugó a dos bandas en estas elecciones atípicas; es decir, puso sus huevos en varias canastas para ganar con cara o sello. Sólo el tiempo nos dirá si esa jugada fue una simple especulación o la triste realidad.