En el sector de Puente Piedra, en la vía que conduce de Bogotá a Subachoque, Cundinamarca, está ubicada una finca ganadera de propiedad de la familia Vejarano Echeverry, en la cual habitan dos niños de 13 y nueve años de edad. Sus padres, además de tener reses como negocio, también tienen caballos que son sus mascotas, “parte de la familia”, así los describe Alfonso Vejarano. En la noche del 23 de agosto, un camión entró a sus predios y hombres que iban en el vehículo se bajaron a robarse varios caballos del lugar.
Según describen los guardias de seguridad, cuando se percataron de la presencia de personas extrañas corrieron hacia el establo y se dieron cuenta de que faltaban siete caballos, algunos los alcanzaron a encontrar amarrados antes de que los subieran al camión y otro se cayó del vehículo tan pronto emprendió la huida.
Los cuatro que se llevaron corresponden a tres yeguas, dos de ellas están en embarazo y un macho. “Ellos vivían con nosotros desde hace nueve y ocho años, nacieron en mis brazos, yo los crie dice”, dice Vejarano. Son caballos de raza Lusitana, cada ejemplar puede costar en el mercado entre 20 y 25 millones de pesos. Sin embargo, su dueño, aclara que a estos no los tenía para negocio, su valor trasciende lo económico, tanto así que no les ha podido contar a sus hijos sobre la desaparición, " no lo soportarían”, dice el ganadero, mientras ruega a las autoridades que muevan cielo y tierra para recuperarlos.
Los cuatro animales tienen nombre propio: La Hechicera, llevaba con ellos casi una década, es la más vieja de todos; La Verónica es la yegua que su esposa cuidaba como una más de la casa; La Faena es la yegua de la niña de nueve años y el caballo que responde al nombre de Domec, es el macho, amigo inseparable del menor de 13 años, pues desde los cinco años dan paseos juntos.
En la línea de investigación no descartan dos posibilidades: que los ladrones supieran que las yeguas estaban cargadas, cada una con cuatro meses de gestación y que el hurto estuviera relacionado por ese interés económico. Pero esa teoría pierde algo de fuerza al tener en cuenta que los equinos tienen sellos de la finca y que esconderlos en la región durante los seis meses que restan de gestación no es tarea fácil.
Otra de las hipótesis es una que está creciendo entre el gremio ganadero y es que con la intención del actual gobierno de permitir la creación de más mataderos municipales, la informalidad aumente y con ello el hurto de ganado. “Pensar en eso me parece un sacrilegio. Esos animalitos son tan nobles. Se robaron cuatro caballos que son parte de mi familia, no quiero ni pensar que los quieren volver salchichón”, puntualiza Vejarano, con la esperanza de que alguien reporte su paradero.
Paola Castro es ganadera del Meta y vicepresidenta del Comité Cebuista de la Orinoquia, y cuenta a SEMANA que en diciembre pasó por una situación similar, pero con una vaca Brama, cuyo valor comercial es de alrededor de los 20 millones de pesos por su alto valor genético. Un día la res desapareció de la finca y horas después encontraron sus restos en uno de los potreros cercanos. “Se están robando el ganado para venderlo a los mataderos, los sacrifican donde sea y pagan alrededor de 600 mil pesos por su carne. La carne de caballos muchas veces es usada para hacer salchichón, todo esto es muy doloroso”, dice la líder del gremio.
Según cifras de Carabineros y Protección Ambiental de la Policía Nacional, durante los primeros siete meses del 2023 se han incautado 86.476 kilos de carne y 62.575 semovientes. Así mismo, se han producido 189 capturas y se han recuperado 1.081 semovientes, en todo el país. Esos operativos también están relacionados con el mal manejo sanitario de algunos establecimientos en los que se almacena carne, según CONtexto Ganadero, que reporta que, en Ibagué, Tolima, se decomisaron 359 kilos de carne de res; en Fusagasugá, 350 kilos de carne y en Sutamarchán, Boyacá, se confiscaron 200 kilos, recientemente.