La que espera convertirse en la nueva sede de la Alcaldía de Teusaquillo, en Bogotá, tiene un retraso de 17 meses, cuatro prórrogas, dos suspensiones y un concepto de la Sociedad Colombiana de Ingenieros, que resulta literalmente demoledor. Las alarmas de la misma Alcaldía local y los vecinos desplazados por la construcción son evidencia de los graves errores en la obra de 32.000 millones de pesos. El edificio de 12 pisos se estaría inclinando por problemas estructurales, de cimentación y derrumbes, advertidos hace más de tres años.

El proyecto arrancó como una promesa durante la administración de Samuel Moreno. Cuatro años después, se contrataron los estudios y diseños con Gustavo Petro como mandatario distrital, y solo hasta diciembre de 2016, con Enrique Peñalosa en la alcaldía, se firmó el millonario contrato por 22.298 millones de pesos. Tres años más tarde, aún con los evidentes retrasos y errores en la estructura, se adicionaron 7.600 millones de pesos.

Proyecto para la nueva sede de la Alcaldía de Teusaquillo en Bogotá, ubicada en plena carrera 30 con calle 40. Tiene un retraso de 17 meses y una inversión superior a 32.000 millones de pesos. | Foto: GUILLERMO TORRES

Al parecer, la firma del contrato y un anticipo de 1.400 millones de pesos dejaron algunas dudas sobre el uso indebido de esos recursos públicos. Además, en el contrato de interventoría, que sumó 1.606 millones a la inversión, identificaron, según el contralor distrital, Andrés Castro, presuntas irregularidades, que motivaron una indagación preliminar con posibles “hallazgos de responsabilidad fiscal, disciplinaria y penal del contratista e interventor”. Es decir, tendrán que explicar ante los entes de control el porqué de los retrasos y los problemas de la estructura.

Visita del contralor distrital, Andrés Castro, al proyecto como parte de la indagación preliminar. A la derecha, concepto de la Sociedad de Ingenieros, con las advertencias estructurales dirigidas a la Alcaldía de Teusaquillo.

El informe de ingeniería, conocido por SEMANA, revela, más allá de los reparos por presuntas irregularidades en el proceso de contratación, que la enorme edificación ubicada en plena carrera 30, diagonal a la Universidad Nacional, está lejos de inaugurarse. De hecho, hay “incertidumbre” en la propia Alcaldía por temas estructurales “que dejan en riesgo su funcionamiento normal y sobre todo en caso de ocurrencia de un sismo”. En otras palabras, si se mueve, se cae.

El concepto de la Sociedad de Ingenieros, de 422 páginas, finaliza con una lista de conclusiones que advierten variaciones en elementos estructurales del proyecto, cambios no reportados o que no estaban contemplados en la licencia de construcción, menos en los diseños. Según los expertos en ingeniería, las modificaciones a “elementos estructurales” debieron ser anticipadas con nuevos diseños que permitieran identificar si las bases y, en general, la estructura del edificio cumplían apropiadamente los requisitos exigidos en normas de sismorresistencia, evento que, según el estudio, no se pudo constatar.

Las conclusiones confirman que, mientras avanzaba la obra, se iban acomodando los diseños. Esta peligrosa dinámica, particularmente en temas estructurales, se convierte en un riesgo latente, aun cuando la edificación se encuentre en el 81 por ciento de avance. En criterio del ingeniero Luis Alfredo Cely, experto consultado por SEMANA, “Se trata de una conducta gravísima del contratista de la obra”, en un proyecto que ya se compara con otros enormes y millonarios adefesios de ingeniería: el edificio Space y la Biblioteca España, en Medellín, y el Blas de Lezo, en Cartagena.

El concepto, asimismo, señala que durante el proceso de cimentación identificaron problemas de expansión del volumen del concreto y deslizamientos durante la excavación de los sótanos. A criterio de los expertos, se demostró que el suelo donde se levantó el edificio era poco estable para ese tipo de intervenciones, sumado a que, según la Alcaldía local, no se entregaron certificados de calidad ni ensayos de los materiales usados en la edificación.

Los daños no solo fueron para la futura sede de la Alcaldía de Teusaquillo. Hasta los vecinos, de acuerdo con el concepto de la Sociedad de Ingenieros, terminaron afectados. Las excavaciones provocaron deformaciones en predios aledaños; los vecinos vieron cómo, mientras el edificio crecía, sus casas se empezaban a enterrar. Las paredes se llenaron de fisuras, y el miedo los invadió a tal punto que algunos fueron evacuados, y actualmente las viviendas son inhabitables. Ante este escenario desolador, con casas abandonadas y llenas de grafitis en los alrededores del edificio, la alcaldesa local encargada, Ana Dunia Pinzón, aseguró que el contratista y el interventor responsabilizaron a la Alcaldía por la elaboración de unos estudios, necesarios para adelantar las reparaciones correspondientes.

Incluso, según la alcaldesa, el contratista advirtió que no podría hacerles las reparaciones a los vecinos afectados, puesto que no han recibido pagos desde abril de 2020. La mandataria lo confirmó, pero dijo que es consecuencia de la falta de “información legal, financiera y técnica” del contratista. Claramente, la administración local no puede asumir los gastos de reparación a terceros, pues estarían frente a un detrimento patrimonial. Así las cosas, no hay, por ahora, quien les responda a los afectados por la construcción de esta mole, que puso bajo amenaza sus viviendas.

En los libros de obra, analizados por la Sociedad de Ingenieros, se pudo establecer que parte de la estructura quedó desalineada, un escenario que puede ocasionar “deformaciones inesperadas”. Para un edificio de 12 pisos, tres sótanos, 17 parqueaderos y un área de construcción superior a los 5.300 metros cuadrados, se convierte en un evidente riesgo que dejó consecuencias, como la inclinación del edificio hacia la carrera 30. Según el ingeniero Cely, no siempre es visible “al ojo, pero las tolerancias de los movimientos se miden en milímetros”; esos movimientos fueron advertidos en los análisis solicitados por la Alcaldía de Teusaquillo a los expertos en ingeniería.

La Alcaldía

Las cuentas de la alcaldesa encargada son claras. Aunque se supone que la obra estaría lista para el 18 de mayo de 2021, el contratista pidió la suspensión del contrato por cuatro meses; y ante los conceptos de la Sociedad de Ingenieros, remitidos por la Alcaldía, guardaron silencio, lo que derivó en la apertura de actuaciones administrativas.

La relación entre contratista, interventor y Alcaldía local parece tener más fisuras que el propio edificio que los vincula. Han compartido comunicaciones sobre los incumplimientos en la obra, el contratista dejó plantada a la Alcaldía en una audiencia para llegar a acuerdos, se iniciaron procesos administrativos, y hasta la Contraloría intervino.

La alcaldesa Pinzón advirtió que las “falencias” en la construcción no son menores ni de forma. Se alerta por problemas de cimentación, derrumbes, modificaciones de diseño sin autorización, e, incluso, “incumplimiento de las normas de evacuación”. Esta grave situación, según la alcaldesa, no fue advertida por el interventor, que en diferentes informes certificó la “calidad en la ejecución de la obra”.

En resumen, mientras se aplaza la inauguración de la nueva sede de la Alcaldía de Teusaquillo, el edificio se sigue inclinando, de acuerdo con el concepto de la Sociedad de Ingenieros. Los vecinos que dejaron sus casas por riesgo de colapso esperan una respuesta, y entre los funcionarios de la Alcaldía hay temor por llegar a esa nueva sede que no parece tan segura.