Un relicario de oro con la foto de cuatro personas, entre ellas la de su papá, el temido exjefe paramilitar y capo del narcotráfico Daniel Rendón Herrera, alias Don Mario, delató a Sebastián Meneses, su hijo, quien era buscado en todo el mundo por la justicia de Estados Unidos. Resultó siendo el heredero del imperio del tráfico de drogas.
Meneses entró en el radar de las autoridades norteamericanas hace más de un año, cuando enviaron a Colombia una alerta en la que indicaban que el hijo de Don Mario debía ser capturado con suma urgencia.
La información que tenían los investigadores antinarcóticos era que Meneses, como su papá, pero sin el patrocinio de este, había conformado una organización independiente dedicada al narcotráfico, que lograba ‘exportar’ en promedio unas cinco toneladas de cocaína al mes.
Pese a su juventud y a que había logrado pasar desapercibido ante las autoridades en Colombia, alias Sebas había buscado la manera de consolidar su propio negocio criminal. Contaba con laboratorios para el procesamiento del alcaloide, según reveló la Dirección de Investigación Criminal (Dijín), que estaban ubicados en Montería, Córdoba, y en Necoclí, Antioquia.
Sebastián vivía a sus anchas, lleno de lujos, como un magnate: se había radicado en Dubái, en los Emiratos Árabes Unidos, la ciudad más cara y lujosa del mundo. Desde allá coordinaba las operaciones de sus socios en Colombia, según le contó a SEMANA una fuente que trabajó en su captura.
En la reconstrucción que hicieron los investigadores de la vida de Meneses, se encontraron con varios detalles particulares, entre los que sobresalen la manera como fue formando su nombre en el mundo de la mafia, pues cuando decidió tomar los caminos de narco de su papá, él ya había sido extraditado a los Estados Unidos.
No obstante, en su adolescencia fue testigo del actuar de su papá y su tío Fredy Rendón Herrera, alias el Alemán, otro sanguinario y despiadado exjefe del bloque Élmer Cárdenas de las Autodefensas Unidas de Colombia, con injerencia en Necoclí, Antioquia, y Chocó, la misma zona donde ahora tiene sus cocinas de cocaína.
Con sus familiares como ejemplo a seguir en el mundo de la delincuencia, pero sin tener en cuenta que eso fue lo que condenó a su papá, Don Mario, a estar detenido en una cárcel de los Estados Unidos, Sebastián decidió seguir sus pasos y adoptó la franquicia y el legado de dolor, muerte y narcotráfico que habían dejado sus familiares. Decidió llenar ese vacío.
Según el expediente conocido por SEMANA, Meneses comenzó a hacer tratos con capos de la droga que conocían a su papá y a su tío, a quienes les decía que él había asumido el control del negocio familiar.
Confiados en la palabra de Sebastián, y pensando que contaban con el respaldo de los hermanos Rendón Herrera, los mafiosos accedían a hacer negocios con el joven, lo que no sabían es que ni Don Mario ni el Alemán le habían dado la autorización para que los sustituyera en las actividades criminales que en el pasado los convirtieron en temidos hombres, a quienes sus enemigos respetaban por las graves consecuencias que podrían sufrir si los traicionaban.
Sebastián supo sacarles provecho a los nombres de su papá y su tío para hacer los tratos, dicen los investigadores. Pero su actuar en la ilegalidad tuvo un giro, la falta de palabra en algunas transacciones lo llevaron a poner en peligro su vida, por eso decidió marcharse del país y terminó en Dubái.
La investigación sobre Meneses revela que en varios negocios habría “torcido” a sus socios, no les entregó lo pactado, les incumplió o se apropió de lo que no era de él, lo que le valió que su papá, Daniel Rendón Herrera, le soltara una particular frase, “prefiero verlo en la cárcel que muerto”.
Pues a Don Mario ya le habían llegado con el cuento, como se dice popularmente, de que su hijo se estaba portando mal y estaba generando mal ambiente en el mundo de la mafia.
Incluso, dicen los investigadores, que alias Don Mario dejó una notificación en los Estados Unidos, cuando fue extraditado, en la que advertía que su hijo lo estaba suplantando en Colombia, que estaba haciendo negocios a nombre suyo.
Don Mario sabía que mantener tratos de droga por medio de una tercera persona, en este caso su hijo, le podría traer problemas con los gringos y entorpecer cualquier tipo de negociación o acuerdo que pudiera hacer con las autoridades norteamericanas.
También tenía claro que en el oscuro mundo de la mafia lo que más vale, por encima de los dólares que trae la droga, es la palabra, incumplirla es una sentencia de muerte.
Modelos y excentricidades
Sebastián Meneses no fue ajeno a los gustos que caracterizan a los mafiosos. Las extravagancias, los excesos, los lujos y las fiestas formaban parte de su diario vivir. Cuando fue capturado por la Policía en Bogotá, los investigadores quedaron sorprendidos con los accesorios que llevaba.
Un reloj Rolex por un valor cercano a los 180 millones de pesos, dos pulseras de oro blanco y amarillo, un relicario de oro en el que tenía las fotos de su papá, su mamá, su hermana y una reconocida modelo, de quien dice es el amor de su vida, objetos que fueron conocidos en exclusiva por SEMANA.
El hijo de Don Mario se había radicado en Dubái, Emiratos Árabes Unidos, de acuerdo con la investigación, para poder blanquear los dineros que obtenía de la venta de la cocaína que cocinaba desde sus laboratorios en Colombia.
Para ello, el joven se había especializado en el negocio de las criptomonedas y rentas bursátiles en internet, que sirven para hacer transacciones sin dejar rastro de las operaciones o por lo menos dificultan más la labor de las autoridades de rastrear ese capital.
Las millonarias rentabilidades que obtenía Sebastián le daban para despilfarrar dinero por montones, pagar viajes desde Colombia a Dubái de sus amigas, que no eran pocas, y se convirtieron en uno de los factores de su caída.
Las autoridades descubrieron que en una ocasión se llevó para Emiratos Árabes a dos modelos, hermanas gemelas, a quienes les solventó la estadía durante dos meses. Incluso, para 2018, se reveló un video de Sebastián en un yate en Cartagena con la reconocida modelo Sara Uribe, expareja del futbolista Fredy Guarín. En las imágenes se ve el momento en el que Meneses le muerde uno de los glúteos a la modelo.
Plan de fuga
El pasado 31 de octubre, la coronel Olga Salazar, directora de la Dijín, de la Policía, reportó que había sido capturado en Colombia un objetivo considerado de alto valor para las autoridades norteamericanas. “En un trabajo articulado con la DEA, la Interpol, la Fiscalía General de la Nación, fue capturado, en la ciudad de Bogotá, Sebastián Meneses Toro, luego de que arribara en un vuelo proveniente de Dubái.
Sebastián es solicitado por la Corte Distrital de California por los delitos de conspiración internacional para distribuir cocaína y conspiración internacional para fabricar cocaína”, dijo la oficial. Sebastián era esperado en Migración por los agentes de la Dijín, quienes lo identificaron por sus tatuajes, características físicas y el relicario con la foto de su papá.
Para el día de su detención estaba vestido con un buzo de capota y una pantaloneta color café, su vestimenta era toda de marca. Al joven lo tomó por sorpresa cuando uno de los investigadores le solicitó la cédula y al confirmar su identidad le pidió que se dirigieran a una oficina aparte, en donde le leyeron los derechos de capturado.
Al sentir que las cadenas que estaban sobre las muñecas ya no eran de oro, sino de metal (esposas), Sebastián habría tratado de persuadir a los uniformados ofreciéndoles dinero para que lo dejaran ir, pues afuera del Aeropuerto El Dorado lo estaban esperando al menos cinco camionetas de alta gama, con un amplio esquema de seguridad.
Con el objetivo de alto valor en su poder, Colombia volvió a recibir una notificación de cooperación internacional, en la que afirmaban que las medidas de seguridad del joven sindicado de delitos de narcotráfico debían ser extremadas, pues había información de que Meneses estaba ofreciendo, al parecer, una suma cercana a los 10.500 millones de pesos para un plan de fuga o para quien le ayudara a lograr la libertad.
Sebastián Meneses se encuentra en la actualidad en poder de las autoridades colombianas, a la espera de ser enviado a los Estados Unidos para responder por delitos relacionados con tráfico de estupefacientes. A sus 24 años de edad, se podría convertir en el colombiano más joven en ser extraditado.