En un hotel de bajo perfil, en pleno centro de Medellín, se reunieron los principales cerebros de la banda criminal que protagonizó el cinematográfico atraco a una fundidora de oro en la exclusiva zona de El Poblado. Su misión era revisar una y otra vez los detalles del plan que venían trabajando desde hace más de un año.

El botín era nada más y nada menos que un cargamento de oro que, según sus cálculos, valdría por lo menos 50.000 millones de pesos. Se trataba de un gigantesco robo al mejor estilo de la serie La casa de papel. Pese a la compleja filigrana con la que armaron el plan, afortunadamente todo les salió mal.

Once miembros de la banda hoy están tras las rejas; las armas, carros y motos fueron incautados y no lograron entrar a la millonaria bóveda. Su actuar criminal quedó registrado minuto a minuto y hoy es una de las pruebas fundamentales con las que cuenta la justicia para condenarlos a prisión por muchos años.

A medida que pasan las horas, se conocen nuevos detalles. SEMANA revela toda la tras escena del intento de robo que quedó grabado en vivo y en directo. Entre ellos, una información que no resulta menor, la banda criminal no actuó sola, los tentáculos han llegado hasta poderosas organizaciones narcotraficantes.

La bodega venía siendo vigilada por los hombres del grupo delincuencial conocido como ‘Los del 12’, una estructura que se dedica a hurtos por valores superiores a los 1.000 millones de pesos. Hace dos meses decidieron darle vía libre a su plan.

‘Los del 12’ estaban cortos de personal y optaron por subcontratar servicios en Bogotá. Lograron contactos con personas en la capital del país que les proporcionaron chalecos antibalas. También contactaron en Medellín a motociclistas que habían prestado sus servicios a la temida banda la Terraza.

Luego de tener lista la logística, armas, documentos, indumentaria y demás, los cerebros del plan realizaron una segunda reunión en el sector del 12 de octubre, fortín de la organización. El plan consistía en suplantar a los trabajadores de la empresa que se encargaba de suministrar los almuerzos a los empleados de la fundidora de oro. Todos los días recibían los alimentos entre las 11:30 y las 12:00 del mediodía.

Situación que fue estudiada con detenimiento por ‘Los del 12’, quienes consiguieron vestirse de manera similar a los repartidores. SEMANA conoció que las autoridades ya tienen información, según la cual, por lo menos una persona dentro de la fundidora habría sido cómplice, entregando datos confidenciales sobre su funcionamiento.

La hora cero

Las manecillas del reloj marcaban las 11:30 de la mañana del jueves 4 de noviembre. Conductores, transeúntes y trabajadores del barrio Manila realizaban sus actividades cotidianas sin mayores novedades. Lejos estaban de imaginar que serían testigos de una de las peores balaceras que se han presentado en la historia reciente de la ciudad.

Este sujeto fungía como campanero durante el cinematográfico hurto a una fundidora de oro en Medellín.

El vigilante de la fundidora se preparaba para recibir los almuerzos para los trabajadores. Llaman a la puerta y aparece uno de los repartidores. Confiado, el guarda de seguridad abre la puerta para recibir los paquetes, pero es encañonado por el falso domiciliario. Reducido el vigilante, el delincuente llama a sus secuaces, llegan otros tres, quienes amarran y amordazan al celador, lo dejan tirado en el piso a un lado de la bodega, inmóvil y sin su radio para evitar alguna clase de aviso.

De pronto irrumpen con una volqueta que tumba la puerta de seguridad con la que se resguardaba la bodega. Con el control total de la entrada, se da la orden de que ingresen los otros cómplices de la banda. Aparecen cerca de diez sujetos fuertemente armados y entran ante la mirada atónita de decenas de transeúntes que no entendían lo que pasaba.

Fusiles, pistolas, chalecos antibalas, motos y vehículos hacían parte del libreto. Por la manera como actuaron los ladrones, era claro que todo había sido planeado milimétricamente. La hora y el lugar del asalto habían sido repasados detalladamente. Había que entrar con todo y dispuestos a morir si era necesario, pero la idea era llevarse el botín a como diera lugar.

Aunque la escena era de película, estos criminales eran de la vida real, sus rostros estaban cubiertos con pasamontañas, y sus vestimentas eran simples: jeans y zapatillas. Era necesario usar ropa cómoda para emprender la fuga.

Todos los asaltantes tenían sacos de manga larga que les tapaban los brazos, otros tenían puestos chalecos antibalas. Estos últimos eran los que debían cruzar disparos si llegaba la Policía. Todos los delincuentes tenían definidos sus roles.

En las imágenes se puede ver al campanero que tiene una escopeta terciada en su cuerpo (ver imagen). Este sujeto, vestido con una prenda similar a un camuflado del Ejército, es el que está a la entrada del lugar del asalto, observando por si se acerca la Policía para dar la alerta a sus secuaces y emprender la huida.

De otra parte, están los planificadores y quienes asignan los roles en el momento de ser descubiertos como efectivamente ocurrió (ver imagen). Así se puede evidenciar en una fotografía que recopilaron los hombres de inteligencia de la Policía, en donde se ve a cinco delincuentes en posición de guerra, impartiendo órdenes sobre cómo enfrentarse a la autoridad. Estos parecen ser los más peligrosos. Cuentan con todo un arsenal, fusiles, escopetas, mini uzi y pistolas.

La información que habían recibido, era que, tras el primer piso, podían llegar al segundo nivel, donde se encontraban las bodegas con 50.000 millones de pesos en oro. Todo iba acorde al plan. Suplantar a los domiciliarios, reducir al vigilante para que no avisara a la Policía y estrellar la volqueta para abrir completamente la bodega.

Al seguir a otros niveles, se fueron encontrando con dificultades. Había más puertas de seguridad de las que no les habían avisado. Luego de derribarlas con los equipos que llevaban, se acercaron hasta un punto en el cual no pudieron seguir avanzando e hizo que su estrategia se viniera al piso. El gran botín estaba resguardado en un búnker al que no pudieron acceder.

El plan, construido meticulosamente por más de un año, había fracasado, los criminales sabían que debían emprender la retirada, era cuestión de minutos que estuvieran rodeados de policías. Para no irse con las manos vacías, uno de los ladrones tomó tres kilos de metales mixtos, que suman un valor cercano a los 500 millones de pesos. Sin embargo, sabía que ese dinero no compensaba el riesgo que habían tomado.

En cámaras de seguridad quedó registrado en detalle el intento de robo que generó instantes de pánico en El Poblado.

Descubiertos

El informe de inteligencia de la Policía al que tuvo acceso SEMANA señala que los delincuentes fueron descubiertos por una llamada que hicieron ciudadanos al 123, en la que reportaban que una volqueta se había estrellado contra la fundidora de oro. “Nos cayeron los tombos”, gritó uno de los campaneros. En ese momento todo se salió de madre, el millonario botín que buscaban llevarse dejó de ser prioridad. Armados hasta los dientes, los hampones salieron de la fundidora y la emprendieron a tiros contra los policías.

Con gran habilidad, accionando sus fusiles y pistolas, los malhechores salieron de la bodega y comenzaron la huida, ayudados por un enjambre de motociclistas que salieron de la nada. Uno a uno los enmascarados se subieron en calidad de patos para perderse en medio de las calles y el tráfico.

Sobre la banda de ‘Los del 12’ se conoció que depende de una estructura de mayor alcance identificada como Robledo, relacionada con el tráfico de drogas a gran escala. Las autoridades se encuentran investigando otros casos recientes en Medellín de hurtos de grandes cantidades de oro para verificar si hay alguna conexión. Los investigadores de la Policía ya tienen 15 declaraciones de testigos, uno de ellos entregó información importante sobre cómo ocurrieron los hechos y describió al que comandó el operativo. Un hombre alto que daba las órdenes. Esta persona, según conoció SEMANA, no está entre los capturados.