“Me intimidó con un cuchillo, me lo colocaba en los ojos y en las partes íntimas, diciéndome que si no le daba las claves del celular me iba a chuzar”... “Me desnudaron y me amarraron. Me cortaron con un cuchillo, me tiraron boca abajo y me quemaron la espalda”... “Con una plancha para el cabello me quemaron los ojos, también las partes íntimas, no pude, sino quedarme quieta”.
Estos son los extractos de aterradores testimonios de víctimas de una organización criminal que se instaló en Medellín y convirtió a las mujeres en el objetivo de una sádica venganza. Las víctimas, todas mujeres, contaron a la Fiscalía como fueron secuestradas, torturadas y asaltadas por tres hombres y una mujer.
SEMANA conoció los detalles de la investigación que adelantó un fiscal en la ciudad de Medellín y que permitió capturar a los presuntos responsables de una brutal adicción misógina. Las mujeres eran citadas en hoteles y apartamentos donde eran sometidas con cuchillos para convertirlas en una especie de experimento sádico donde calculaban qué tanto dolor alcanzaban a soportar.
“Me esposó, luego me amarró con un trapo los pies y las manos. Me metió un trapo en la boca, me amarró la boca, me dijo que él sabía dónde vivía, que si hacía bulla, me iban a matar y meter dentro de una maleta, que me iba a prender fuego. A lo último me echó alcohol en todo el cuerpo y me dijo que me iba a prender fuego”, contó otra víctima que sobrevivió al ataque.
La Fiscalía concluyó que no se trató simplemente de un grupo de asaltantes. Era un cuartero de enfermos que querían expresar su odio por las mujeres de la forma más brutal posible. Los detalles de su sevicia, narrados por el fiscal del caso, fueron perturbadores. Mujeres que terminaban desnudas, amarradas, heridas y hasta quemadas en los ojos, reflejaban la barbarie.
El cabecilla resultó ser el más joven, según la Fiscalía. Miguel Ángel Botero Mosquera, de apenas 24 años de edad, se encargó de dirigir esta horda de cobardes, seguido por su novia, María Paula Sierra, conocida como Dulce María, que, siendo mujer, se ensañaba con más vehemencia contra las víctimas. “Esta chica fue la que con el cuchillo me amenazaba con apuñalarme, me cortó mi cabello con ese cuchillo y me rayó el pezón, ya que yo no les daba las contraseñas”, dijo la víctima en su testimonio.
Durante varios meses la Fiscalía adelantó labores de seguimiento interceptación de Comunicaciones recepción de denuncias y todas apuntaron a este grupo de delincuentes que no escondían su cara de los videos de seguridad para alquilar apartamentos y habitaciones en hoteles que convertían en la escena del crimen en varias oportunidades le subían el volumen al televisor para disimular los gritos de las víctimas.
“El líder decía que me dañaran el rostro que me cortaran el cabello le decía a la chica que me cortara con el cuchillo insinuaba o daba a entender que estaba de afuera no se diera cuenta le subió volumen al televisor para que no escuchara para que no escucharan afuera esta persona fue la que me ató dañó las sábanas de la almohada y unión varios pedazos de tela me puso boca abajo en la cama después me amarró las manos y los pies me colocó boca abajo me metí un pedazo de tela en la boca”,
Un fiscal de la seccional en Medellín reveló en detalle la brutalidad de los crímenes y cómo estos delincuentes demostraban un odio hacia las mujeres, también contra las personas de la comunidad LGBTI. Algunos incluso tenían antecedentes por hechos relacionados con homicidio, el detalle de al menos ocho secuestros quedó consignado en las audiencias de imputación de cargos.
“Sale de un closet de manera inmediata, pues las dos personas, un hombre y una mujer, en este caso, se trataría de Miguel Ángel Botero Mosquera y María Paula Sierra, quienes con arma blanca la intimidan, le ponen unas esposas, se identifican como policías y que estaban buscando un score, que había hurtado a un ciudadano y se apodera de sus pertenencias, un millón de pesos y una cadena de oro”, explicó el fiscal del caso.
En las audiencias preliminares, el fiscal a cargo de la investigación estableció que en poder del ente acusador hay al menos 8 denuncias que reseñan hechos atribuidos a esta organización criminal, las víctimas no dudaron en señalar, a través de álbumes para el reconocimiento de personas, que quienes aparecen allí, fueron los responsables del secuestro y las torturas.
“Los investigados son Miguel Ángel Botero Mosquera, María Paula Sierra Alba, William Samuel Suárez Rubiano y David Alonso García Restrepo, quienes entre el 17 de diciembre de 2023 y el pasado 1 de abril habrían secuestrado a ocho mujeres en los barrios El Poblado, Suramericana, Laureles, El Rodeo, Belén y Robledo de la capital antioqueña”, explicó el ente acusador.
Aunque el operativo de la Fiscalía y el Gaula de la Policía en Medellín fue un éxito, queda un sinsabor, pues a estos criminales los denunciaron hace dos años en Bogotá, por la misma brutal y cobarde dinámica de atacar mujeres. SEMANA reveló los detalles de las torturas, pero apenas se abrió una investigación y nunca hubo resultados, los sádicos quedaron libres para continuar con sus crímenes. Fue así cómo lograron llegar a Medellín a repetir lo que dejaron impune.
Alejandro Carranza, abogado de las víctimas que en la ciudad de Bogotá también fueron torturadas por la misma organización criminal, aseguró que la Fiscalía, en ese momento, falló al no tomar las medidas correspondientes y permitir que estos delincuentes dejaran en impunidad sus crímenes y además se desplazarán a otra ciudad para continuar con las torturas.
“El fiscal Barbosa nos dejó un legado que entre las paredes del búnker solo había oídos sordos para las personas más humildes, que le iba a importar a él unas mujeres de una vida entregada a la noche por necesidad… Por qué no invirtieron recursos en parar esta organización, que luego de huir, cuando señalamos y pedimos la extinción de dominio de esa casa de tortura. Por qué no paró a esos hombres que rápidamente llegaron a Medellín a seguir haciendo daño. Esto es sin duda responsabilidad de esa Fiscalía de Barbosa”, dijo el abogado Carranza.
Por fortuna ahora son reos. La Fiscalía imputó cargos por secuestro extorsivo, tortura, concierto para delinquir y hurto. Las pruebas en su contra son contundentes. Hay videos, declaraciones, audios y chats que advierten, en detalle, cómo planearon los ataques, el odio que expresaban por sus víctimas y que materializaron con sevicia.
Mientras se reían en la audiencia, los cuatro capturados negaron ser quienes aparecen en los videos de seguridad, se escuchan en los audios y en los álbumes de reconocimiento de personas. Se declararon inocentes, pero esta vez la Fiscalía logró frenar la brutalidad de su perversa fantasía. Todos fueron enviados a la cárcel.