El peaje Naranjal, en el kilómetro 50, en la vía que comunica a Bogotá con Villavicencio, en el departamento del Meta, es el reflejo de las horas de horror y de tragedia que se vivieron en la noche del 17 y madrugada del 18 de julio en el municipio de Quetame, en el oriente de Cundinamarca. Esto, luego de que las torrenciales lluvias ocasionaran las crecientes súbitas de las quebradas Puerto Grande y Estaquecá.

Las lluvias que iniciaron en la tarde y primeras horas de la noche desembocaron en una de las peores tragedias que ha afectado a esta zona del país.

Allí, en el peaje y puente Naranjal, todo es desolación. Las grandes piedras y el lodo son el gran reflejo de la estruendosa avenida torrencial de la que algunos lamentablemente pudieron escapar. El puente permanece totalmente cerrado, lo que impide el tránsito vehicular de la vía al Llano, en la que a diario se movilizan cientos de miles de vehículos.

Las casetas del peaje, a cargo de la Agencia Nacional de Infraestructura (ANI), permanecen cerradas, sin ninguno de los funcionarios prestando el servicio, y no es para menos, en este punto de la vía no se moviliza un solo vehículo.

El lodo y los escombros arrasaron con todo, este es el desolador panorama. | Foto: NO

Los únicos vehículos que hay, después de más 15 horas de ocurrida la tragedia, son las volquetas y maquinaria amarilla con la que los trabajadores de la concesión Coviandinia y de la Agencia Nacional de Infraestructura (ANI) hacen su mayor esfuerzo para revolcar y sacar de la vía las grandes piedras y el lodo que cayó sobre la vía.

Una fiel imagen de la magnitud de la tragedia que ocurrió en Quetame es un camión grúa de la ANI que prácticamente quedó enterrado bajo el lodo. Las llantas quedaron totalmente inmovilizadas. El carro se atascó por completo y a punta de pico y pala los trabajadores tratan de sacar el camión de nuevo a flote.

Son decenas de volquetas con toneladas de escombros, lodo y piedras las que han salido de lugar y aún continúan las labores.

'SEMANA' llegó hasta el lugar de la tragedia en Cundinamarca. | Foto: NO

En esta zona de la vía, por cualquier punto que se transite, el lodo literalmente se traga las pisadas. La marca del barro puede llegar fácilmente hasta la pantorrilla.

Pero esta zona de la vía al Llano muestra lo que fue el desenlace de la tragedia, pues el punto inicial ocurrió unos pocos kilómetros más arriba, en la vereda Naranjal, en donde las voraces aguas arrasaron con todo lo que encontraron a su paso. Decenas de viviendas afectadas, personas arrastradas kilómetro abajo y hasta mascotas heridas, totalmente enlodadas, son el rostro de lo acontecido.

Al subir a la vereda todo es más desolador. La carretera se perdió por completo y el lugar parece una verdadera piscina de lodo. En la zona hay una humilde escuela, llamada también Naranjal. Aquí en donde centenares de niños deberían estar recibiendo clases, lo único que se observa es barro, escombros, y hasta varios árboles caídos. La cancha de fútbol, en donde muy seguramente los estudiantes acostumbran a hacer deporte, está totalmente enlodada.

A pocos metros de la entrada de la escuela, hay un carro Aveo rojo tragado por el lodo. Muy seguramente las fuertes lluvias y la avalancha sorprendieron al conductor.

El sector productivo y empresarial, entre los más afectados. | Foto: NO

De ahí para arriba, el acceso es incluso más caótico, los Bomberos de Cundinamarca, con maquinaria amarilla, intentan escarbar y levantar cuanta cantidad de material sea posible.

En otro punto más arriba de la vía, una camioneta Jeep no corrió con la misma suerte del carro Aveo. La fuerza de la avalancha la lanzó a un pequeño precipicio y quedó totalmente enterrada junto a un criadero de pollos. Desde este punto se puede observar cómo las quebradas siguen lanzando agua kilómetros abajo.

Desde las paredes de la zona montañosa también se alcanzan a observar pequeños chorros de agua, los cuales en las últimas horas muy seguramente fueron mucho más fuertes.

Los perros, también damnificados de la tragedia. | Foto: NO

Habitantes de esta vereda son quienes lamentablemente pusieron las víctimas fatales. De acuerdo con el balance que ha entregado hasta el momento el gobernador de Cundinamarca, Nicolás García, la tragedia ya deja un saldo de 11 personas fallecidas, entre las que se encuentran tres menores de edad. Todos los cuerpos ya fueron llevados hasta el hospital de Caqueza.

De momento la vereda Naranjal permanece prácticamente desolada. Las viviendas colapsaron, se vinieron abajo y lo único que hay son escombros y lodo por todos lados. Los únicos habitantes que permanecen en la zona son quienes entre el barro tratan de buscar a algunos de sus seres queridos.

“Es desolador, muy triste ver cómo quedó la vereda, esto parece un campo santo. El lodo arrasó con todo. El viento fue el que me alertó lo que iba a ocurrir. El viento soplaba bastante fuerte y alcancé a evacuar a mi esposa, a mis hijos y a mi suegra, por cuestión de minutos nos salvamos de ser arrastrados por la avalancha”, narró uno de los habitantes a SEMANA.

Gran parte del caserío quedó sepultado. | Foto: NO

Por su parte, una mujer, con lágrimas en los ojos, totalmente desanimada, apenas logró gesticular unas cortas palabras para narrar el dolor que está sintiendo. “Lo perdí todo, perdí a mi familia. Mi mamá y mi papá no aparecen, este dolor es inmenso”, afirmó.

Lo que era la vía principal de la vereda ya no existe, desapareció por completo. Todo son rocas inmensas de varios metros de altura, tierra, barro y escombros. En las casas, algunos muros a duras penas quedaron en pie, pero en cualquier momento pueden venirse abajo, pues no son sostenibles.

Fueron cerca de 25 viviendas las que se vinieron abajo. El pequeño puente o paso que conectaba con el municipio de Guayabetal también se vino abajo. Aquí, hoy por hoy, solo hay lodo.

Es así como una avenida torrencial acabó por completo con esta vereda y hoy todo es desolación.