La fuerte ola de sequía que atraviesa Casanare ha causado desde hace cuatro meses la muerte por deshidratación de aproximadamente 20.000 animales, principalmente chigüiros, venados, zorros, peces, tortugas, reptiles y ganado vacuno. El impacto ha sido tan fuerte que la Gobernación de ese departamento está estudiando este viernes si declara emergencia ambiental, especialmente en el municipio de Paz de Ariporo, el tercero más importante de Casanare. Pero para ello necesitan argumentos jurídicos que están recopilando. De hacerlo, significaría que se harían obras de mediano plazo como perforación de pozos profundos con equipos de bombeo para abastecer de agua. Pero el problema no es de falta de pozos sino de una reserva forestal suficiente, como lo explicó para Semana.com Adriana Soto, ex viceministra de Ambiente y experta en adaptación al cambio climático. “Habrá más sequías y más lluvias extremas. Las regiones que tengan en mejor estado sus coberturas naturales (como bosques, selvas, entre otros) podrán resistir mejor estos impactos porque ayudan a regular el agua y los suelos”, indicó. Soto especificó que si no hay árboles y una zona forestal bien mantenida, el agua lluvia no se acumula en los pozos y se generan sequías cada vez más fuertes. “Estamos apostándole mal a la cosa porque la ganadería extensiva y las actividades agrícolas piensan en un terreno limpio de árboles como lo productivo pero este país se tiene que dar cuenta que la deforestación va contra su misma productividad”, aseguró. En la Gobernación de Casanare están de acuerdo con este planteamiento pero le tiran la pelota a su vecino, Boyacá. “En Casanare hay poco pie de monte. La deforestación está en municipios boyacenses como Paya, Isba o Aquitania y nuestro departamento se debe a Boyacá por turismo, por vías y por aguas. Cuatro ríos que vierten a Casanare nacen en la Laguna de Tota”, aseguró Luis Eduardo Castro, secretario de planeación de Casanare.
Los animales tienen que caminar kilómetros con su manada para conseguir un pozo de agua.
En sus largos trayectos, los animales mueren atrapados por el lodo o de sed. El tiempo de intensas temperaturas, que van entre 40° y 45° centígrados, comenzó desde diciembre del 2013 y no ha cesado. Muchas voces indignadas en las redes sociales han manifestado que la Gobernación y el Estado no han hecho nada durante estos cuatro meses y pretenden arreglar la situación en un día. Castro dijo que en la sabana siempre hay mortalidad de animales por el clima pero esta situación se agudizó con la prolongación del verano, que no esperaban. “Es un fenómeno natural que se nos sale de las manos”, precisó. Según él, no es el primer acto de la Gobernación para afrontar la sequía. El intento de Casanare es trabajar en el manejo de cuencas de la mano con Boyacá y que esto sea aprobado como política pública nacional. Castro argumenta que la Autoridad Nacional de Licencias Ambientales (ANLA) otorga permisos a las grandes empresas sin estudiar demasiado si afecta o no el territorio y la Gobernación no puede interferir en ello. “La ANLA expide la licencia pero no hace seguimiento, no hace un balance de la compensación del daño y no revisa constantemente si las empresas cumplen o no con la conservación de microcuencas”, detalló. Si bien de Boyacá provienen importantes recursos hídricos para Casanare, no se puede obviar una responsabilidad de este departamento en los impactos del medio ambiente. Así piensa Manuel Rodríguez, el primer ministro de Medio Ambiente que tuvo el país, quien dice que “Casanare no puede olvidar que ha tratado a los humedales de una manera absolutamente irresponsable y eso es local”. Según Rodríguez, en ese departamento se han drenado humedales para otorgarle mayor terreno a la agricultura. Algunas voces culpan a las petroleras por secar los pozos hídricos. El secretario de planeación dice que no tiene el dato técnico de si esas empresas interfieren o no en esta última temporada de sequía. Rodríguez opina que la afectación de las aguas en la explotación petrolera es evidente pero que de fondo el tema no es cómo regularla sino si se acaba o no la extracción de dicho mineral. Adriana Soto, por su parte, considera que hay que mirar la situación específica de Casanare con lupa para asegurar eso y analizar la sequía con más ciencia y menos política. Su posición es clara: la única solución para las largas y fuertes sequías o las inundaciones que aquejan al país es la reforestación y el cuidado de bosques y selvas. De otra manera, por más pozos que se construyan, será una tarea casi imposible afrontar el drástico cambio del clima pues no habrá reservas hídricas suficientes en tiempos de calor ni coberturas naturales que guarden el agua durante tiempos de lluvia. Así, seguirán muriendo 20.000 animales silvestres y miles más.
Peces muertos por deshidratación.
Alrededor de 250.000 hectáreas estarían afectadas.