“Yo no inspiro nada”. La frase, pronunciada esta semana por Sergio Fajardo en el debate presidencial de SEMANA y El Tiempo, resume muy bien la situación en la que se halla hoy el centro político. La llamada Coalición Centro Esperanza navega a la deriva, con la corriente en contra y rumbo al naufragio en las urnas este domingo 29 de mayo.

En momentos en los que la derecha enfrenta un desgaste por cuenta de las críticas que se le formulan al Gobierno de Iván Duque y el temor que existe en algunos ciudadanos frente a un gobierno de izquierda, el centro llegó a esta contienda electoral con una gran oportunidad de conquistar el voto de los colombianos.

Y había motivos para la esperanza. En las elecciones regionales de 2019, quienes se matriculan en esta orientación política lograron conquistar las alcaldías de Bogotá, Cali, Manizales y Cúcuta, además de mantener la Gobernación de Boyacá, plazas claves en el país. Este crecimiento llevó a pensar que en poco tiempo un representante del centro podría conquistar la Casa de Nariño.

Más aún cuando los resultados de la más reciente Encuesta de Cultura Política, del Dane, arrojaron que la mayoría de los colombianos se consideran de centro. Conforme a la medición, el 44,3 por ciento se declaró de centro, el 17,9 por ciento, de derecha, y el 14 por ciento, de izquierda. El 23,8 por ciento no tomó posición.

Sin embargo, en medio de divisiones, poca conexión con el clamor ciudadano y escasa emoción en sus propuestas, Sergio Fajardo, el candidato de centro, no logró despegar en las encuestas y llega este 29 de mayo con muy pocas probabilidades de pasar a una segunda vuelta.

Según el más reciente sondeo del Centro Nacional de Consultoría para SEMANA, Gustavo Petro sigue sólido en primera posición, Rodolfo Hernández se encuentra en un empate técnico con Federico Gutiérrez, y Sergio Fajardo aparece en la parte baja con apenas el 4 por ciento, lo que pondría en riesgo superar el umbral para recibir el dinero de la reposición de votos.

La denominada Coalición Centro Esperanza, a la que pertenecen Fajardo, Alejandro Gaviria, Carlos Amaya, Juan Manuel Galán y Jorge Robledo, fue la menos apoyada en las urnas en las consultas presidenciales. De acuerdo con la Registraduría, el Pacto Histórico triplicó a la Centro Esperanza, y el Equipo por Colombia dobló los sufragios obtenidos por el centro.

“Tal vez, el centro por ser más nuevo tiene menos cohesión y, por tanto, menos disciplina. Después de la consulta, los partidos no lograron mantener a todos sus miembros alineados y eso hizo daño”, explicó Sandra Borda, docente de la Universidad de los Andes, quien fue candidata al Congreso por el Nuevo Liberalismo.

Ante la alerta de naufragio, varias de las figuras que necesitaba la candidatura de centro para la remontada prefirieron abandonar el barco a una semana de las elecciones. Unos lo hicieron de manera directa, y otros, a pesar de que siguen en la embarcación, tienen el radar puesto en otras candidaturas.

Este lunes, por ejemplo, se unió a la campaña de Petro el exjefe de gabinete de la Alcaldía de Bogotá Luis Ernesto Gómez.Si bien el hasta hace poco funcionario de la administración distrital no formaba parte de la campaña de la Centro Esperanza, su llegada al Pacto Histórico fue leída como una aproximación a Petro del grupo político de la Alianza Verde cercano a la alcaldesa Claudia López. Además, Gómez llegó a la Alcaldía de Bogotá como parte del movimiento En Marcha, fundado por Juan Fernando Cristo, jefe de debate de la Coalición Centro Esperanza.

Con Gómez también arribaron al Pacto Histórico los representantes de la Alianza Verde Catherine Juvinao y Duvalier Sánchez, el más votado de esta colectividad en el Valle del Cauca.

El senador Jota Pe Hernández dio la sorpresa en las pasadas elecciones legislativas | Foto: NO

Y por el lado de Rodolfo Hernández aterrizaron esta semana Jonathan Ferney Pulido, el senador más votado de los verdes, con 190.000 sufragios, y tres congresistas del grupo político del exgobernador Carlos Amaya: Carolina Espitia, Wilmer Castellanos y Neyla Ruiz.

Y el propio Amaya, a pesar de que sigue en la Centro Esperanza, ya anunció: “Si a segunda vuelta pasa Rodolfo Hernández, me pondré las botas con él”.

La deserción ha ido a parar incluso a las toldas de Federico Gutiérrez, candidatura antagónica a la de Fajardo. El exdefensor del Pueblo Carlos Negret, quien fue candidato del Nuevo Liberalismo, ya se había ido con Fico.

Lo mismo hizo Bernardo Ordóñez, quien fue candidato al Senado del Nuevo Liberalismo y director político de la campaña de Galán, y ahora resultó en el Equipo por Colombia.

Centro de las divisiones

A pesar de que fue la primera que se integró, la Coalición de la Esperanza se volvió el ‘centro’ de las divisiones.

Los primeros destellos de fracturas los mostró Juan Manuel Galán a finales del año pasado, cuando pujó por tener listas propias al Senado y a la Cámara del Nuevo Liberalismo, separadas de las de la Centro Esperanza. Esto causó fuertes enfrentamientos.

Luego, el duro rifirrafe entre el exministro Alejandro Gaviria e Ingrid Betancourt, que terminó con la salida de la excandidata de Verde Oxígeno de esta convergencia. Posteriormente, el enfrentamiento entre Gaviria y Sergio Fajardo.

Pocos días después de esta situación, ocurrió la pelea entre Juan Manuel Galán y Carlos Amaya por acusaciones en contra del exgobernador de Boyacá a causa de una supuesta red de clientelismo entre el departamento y la actual administración en Bogotá.

Y, ahora, las fracturas han sido generadas por los guiños que le ha hecho el exministro Gaviria a Gustavo Petro. Sus compañeros de coalición consideran que después de la consulta de marzo el también exrector de la Universidad de los Andes no ha sudado la camiseta en favor de la Centro Esperanza.

El centro, por estar más pendiente de las discusiones internas, se dejó quitar las banderas que lo identificaban y así perdió su viabilidad.

Hasta hace poco, el centro era identificado con la lucha contra la corrupción. La consulta anticorrupción fue impulsada por la Alianza Verde, en cabeza de la senadora Angélica Lozano y la hoy alcaldesa Claudia López. Sin embargo, en medio de la campaña electoral, esta bandera fue tomada por Rodolfo Hernández.

Lo mismo ocurrió con las causas ambientales y de las juventudes, asuntos que eran del seno del centro político y ahora se convirtieron en el núcleo de las propuestas de Petro.

Más allá de lo que ocurra este 29 de mayo, el centro debe dedicarse a analizar cuáles son sus banderas. Decirle no más a la polarización, como han hecho quienes pertenecen a este sector político, no basta para ganar una elección en Colombia. La llamada polarización es una tendencia mundial, por lo que concentrarse en rechazarla de tajo sin entender sus causas resulta contraproducente.

“Se han dedicado a condenar la indignación como sentimiento político de millones de personas que tienen hambre o están desempleadas. No entienden al país”, expresó el analista político y especialista en gobierno David Flórez.

Las claves del naufragio al que se encamina el centro van más allá de lo ocurrido con la Coalición de la Esperanza. La Alianza Verde, única estructura política con poder regional con la que contaba Fajardo, lleva años en medio de una aguda fractura, que obligó a las directivas a dejar a sus militantes en libertad. El partido se dividió en tres campañas: Gustavo Petro, Sergio Fajardo y Rodolfo Hernández.

Lo ocurrido con este partido refleja, en buena medida, lo que ha sucedido con el centro en Colombia, una franja que, hasta ahora, ha servido más como refugio de líderes políticos con orígenes e intereses disímiles.

La Alianza Verde nació de la unión entre el antiguo Partido Verde, en el que estaba, por ejemplo, Antanas Mockus, y el movimiento Progresistas, de Petro, y al que pertenecían figuras como Inti Asprilla y Antonio Navarro.

Ahora, en esta campaña electoral, las aguas parecen volver a su cauce, y los antiguos progresistas han vuelto a las toldas de Petro.

Y así, entre acusaciones, indefiniciones, imposibilidad de lograr consensos y discusiones más políticas que programáticas, esta franja política parece ir rumbo al naufragio. El país cambió y el centro no se enteró.