JUAN DIEGO ALVIRA: En términos generales, ¿siente que el presidente Gustavo Petro está haciendo un buen gobierno?
SERGIO FAJARDO: Le voy a explicar lo que veo y tengo muchos interrogantes. Petro tiene una condición particular de liderazgo que hace muy difícil que a un gobierno le vaya bien. Espero estar equivocado. Cuando oí que varios ministros dijeron que no hablaron con el presidente, sino que los llamó la secretaria para ofrecerles el cargo, enseguida pensé: estamos en serios problemas. Como exgobernante y por la forma en que entiendo el liderazgo, cuando uno está armando un equipo, lo primero que hace es hablar con las personas con quienes va a trabajar. Por el contrario, nombrar como ministros a personas con quienes no se ha hablado suficiente no me parece. Imagínese, yo convocar a alguien a trabajar conmigo para que asuma la dignidad de ser ministro o ministra y darle semejante responsabilidad sin conversar. Para mí es una señal de alarma como gobierno.
J.A.: A su juicio, ¿eso qué problemas puede traer?
S.F.: Se traduce en que no existe una estructura de gobierno, ni de trabajo en equipo, ni una línea, que esté estructurada por la cabeza, que articule a todo el gabinete y que marque un norte y muestre a dónde se pretende llegar. Hay muchos anuncios en simultánea.
J.A.: Y, entonces, ¿qué puede ocurrir?
S.F.: Detrás de todo esto hay un libreto. Colombia está en un contexto populista, porque Petro es un populista. Tiene una condición de caudillo. Basta ver la forma como hace la política e invoca al pueblo posando como su máximo representante. Todos los días sale, dice algo y el país empieza a hablar de lo que dijo. Todas las cámaras lo enfocan. Todo gira alrededor suyo. Se han dicho cosas que todos conocemos. Por ejemplo, mensajes contradictorios que muestran que no hay una línea clara de acción y que no hay un trabajo en equipo. Es un Gobierno que tiene muchas cosas pendientes. No es muy distinto a lo que pasó cuando él fue alcalde de Bogotá. No fue una buena administración. Cuando el exprocurador Alejandro Ordóñez lo destituyó, lo que hizo fue darle figuración. Petro, muy hábilmente, cambió el eje de la discusión política y le vendió a la opinión pública la idea de que lo querían sacar de la Alcaldía. Pero su gestión no fue buena. Ahora, como presidente, veo mucho desorden. Mi sensación es que no está construyendo buenas bases para que este sea un buen gobierno.
J.A.: ¿Por qué dice que hay mucho desorden?
S.F.: Le hago una lista. Recuerde que el presidente dijo: “Alcaldes y gobernadores, preparen lotes que vamos a hacer colegios y universidades”. ¿Cuántos van? También convocó a los profesionales con doctorado a tener listas sus hojas de vida para contratarlos. ¿Hemos vuelto a saber de eso? ¿Estaba sustentado en algún programa y presupuesto? Otro ejemplo más: anunció que iba a crear el departamento del Magdalena Medio. ¿Cómo va?
J.A.: ¿Pero no considera injustas sus críticas cuando el presidente no cumple todavía sus primeros 100 días en la Casa de Nariño?
S.F.: Es por eso. En tan corto tiempo ha prometido tantas cosas y muchas han ido desapareciendo. Le doy otro ejemplo: ¿se acuerda de que, como candidato, dijo que iba a pedir una misión de Naciones Unidas para liderar la lucha contra la corrupción en Colombia? Pues hoy la palabra corrupción no se escucha por ningún lado, no existe una política clara sobre eso. Hay una cantidad de preguntas en el ambiente. De las palabras y promesas de campaña a la realidad hay una distancia muy grande.
J.A.: Lo noto pesimista. ¿Hay algo que le guste de la gestión del presidente?
S.F.: Entendamos que Colombia necesitaba un cambio. Eso es bueno para el país. Venimos de la época de Uribe, que ponía presidentes, a excepción de Santos en el segundo mandato por el acuerdo de paz con las Farc. Quise ser el cambio y no fui. Ahora, ¿qué va a pasar? Tener a José Antonio Ocampo es una gran cosa, pero insisto: hay que ver otros asuntos. Quiero decir todo esto con mucha sensatez frente a las discusiones de país. Estamos muy divididos. Constantemente, jugamos con candela. Se pasa rápidamente del debate crítico y constructivo al insulto.
J.A.: Entonces, ¿cómo cree que va a terminar este Gobierno?
S.F.: Mmm, no sé. No soy capaz de aventurarme a una predicción de tan largo plazo. El año entrante, según el Banco de la República, el país va a tener un crecimiento económico inferior al 1 %. Va a haber, entonces, una gran disonancia entre lo que Petro prometió y lo que el presidente Petro puede hacer. Son muchas dificultades. Sabemos del precio del dólar, la inflación, y algo que se ha mencionado poco y es el efecto adicional de la ola invernal en los precios de los alimentos y la emergencia social. Eso sin contar con factores externos, como los altos precios de las importaciones y los fertilizantes. Esto va a hacer que el presidente Petro no pueda cumplir con ese montón de promesas.
J.A.: Al presidente lo han criticado por su impuntualidad y por no llegar en ocasiones a actos que él mismo convoca. Usted, como matemático, ¿cómo analiza esa falta de puntualidad en la agenda?
S.F.: Como matemático, profesor o ciudadano común y corriente, para mí es un rasgo muy desagradable y que habla mal de él. Es una falta de respeto hacia la otra persona. La impuntualidad es una mala costumbre, un mal rasgo. Hay momentos en que puede haber alguna dificultad, que hay que entender también, pero cuando es sistemático me parece que es una mala característica. En mi caso, cuando voy a una reunión, quiero que me digan con quién voy a estar, a qué hora es, trato de hacer todo con cuidado. Creo que eso da ejemplo. La persona que conduce el país es el profesor o la profesora más importante de Colombia, y parte fundamental de la manera como se enseña es el ejemplo. Entonces, eso de la impuntualidad no tiene presentación. No tiene justificación. Es un rasgo negativo.
J.A.: La ministra de Minas y Energía, Irene Vélez, ha estado en el ojo del huracán por sus declaraciones y sus propuestas para frenar las nuevas exploraciones y explotaciones petroleras. ¿Qué opinión tiene sobre ella?
S.F.: No he dicho ni una sola palabra sobre la ministra ni me he burlado. Veo que anda en tenis, que habla de la teoría del decrecimiento económico y todo eso. Sin embargo, creo que su visión acerca de la política de transición energética es equivocada. Naturalmente, tenemos que apostarle a eso, pero no podemos suspender las exploraciones de petróleo y de gas. Tenemos que hacerlo con rigor ambiental.
J.A.: ¿Qué podría pasar si se suspende la exploración de petróleo y gas, como lo ha mencionado ella en repetidas ocasiones?
S.F.: Colombia dejaría de recibir grandes recursos que se necesitan en este momento para el desarrollo. No estoy de acuerdo con ella. Creo que sería un grave error. Ella dice que no importa y que traemos el gas de Venezuela, pero eso no tiene sentido.
J.A.: Hablando del gabinete, ¿cómo ha visto el desempeño del ministro de hacienda, José Antonio Ocampo, quien fue su asesor en la campaña?
S.F.: Buenísimo. Somos buenos amigos, trabajamos juntos, fue una figura clave en nuestra propuesta. Tiene experiencia, es serio, inteligente. Conoce el mundo en todas sus dimensiones. Trabajó en la Cepal, en Naciones Unidas, en América Latina. Además, entiende el rigor del mundo académico y tiene unas condiciones únicas. Sabe escuchar, nunca se le ve descompuesto. Lo admiro, es mi amigo. Está haciendo un buen trabajo para este Gobierno, con todas las dificultades.
J.A.: A Ocampo lo hemos visto contradiciendo al presidente Petro…
S.F.: Eso sí, ha tenido posiciones contrarias a las del propio presidente. Ocampo aseguró que no iba a permitir que se hicieran tonterías. Obviamente, él (Ocampo) es consciente de las realidades sociales del país y sabe que Colombia tiene que cambiar. El presidente Petro llegó a gobernar con esa bandera del cambio. Por eso ganó. Yo hubiera querido hacer el cambio, pero no pude. No gané. No obstante, Colombia tiene grandes retos. Eso no se nos puede olvidar. Por supuesto, en la segunda vuelta presidencial, entre Rodolfo Hernández y Petro, el país escogió a Petro porque quería cambiar. Ocampo entiende eso.
J.A.: El primer logro del ministro de Hacienda es la reforma tributaria que se acaba de aprobar. ¿Le gustó?
S.F.: Sí. Tiene sentido en el marco actual de Colombia. Se necesitan más recursos para atender las necesidades de miles de colombianos. Lo cierto es que esa reforma tributaria se parece mucho a la que propusimos. En un debate presidencial, le dije a Petro: “Lo que usted propone no da”. Él quería una reforma tributaria de 55 billones de pesos y podían ser más. Yo le advertí: “Los programas que usted está prometiendo no los va a realizar nunca, pues valen 125 billones de pesos”. Él me respondió diciendo que yo estaba equivocado. Más adelante, en otro debate, le hice las cuentas una vez más y se lo reiteré: lo que estaba anunciando no daba.
J.A.: ¿Los cerca de 20 billones de pesos que se van a recaudar con la reforma tributaria le van a alcanzar al Gobierno para cumplir todo lo que prometió?
S.F.: No. Eso es un paso. No se ha discutido qué se va a hacer con esa plata. ¿En qué se va a invertir? ¿Cuáles son los programas? Por ejemplo, uno de esos sobre los cuales no se ha vuelto a hablar es el programa de Cero Hambre. ¿Qué ha pasado? Otro más es el relacionado con los subsidios de Ingreso Solidario que se dieron en la emergencia desatada por la pandemia y que vencen en diciembre. ¿Qué se va a hacer?
J.A.: Para 2023 hay un presupuesto de unos 400 billones de pesos y con un amplio enfoque social. El presidente ha sido enfático en que se les dará un apoyo de 500.000 pesos a tres millones de abuelos pobres. ¿Qué opina?
S.F.: Vamos a ver a cuántos se les puede dar ese subsidio. Si la plata alcanza. ¿Qué va a pasar con el apoyo económico para las madres cabeza de familia? Hay una larga lista de cosas que están por verse y deben estar diseñándose. Aun así, hay muchos interrogantes. Hay que darle tiempo. Uno como gobernante siempre dice: “Apenas llevo 90 días, denme tiempo”. Sin embargo, hay una expresión: “Como sirven el desayuno…”.
J.A.: Se sabe cómo va a ser el almuerzo…
S.F.: Eso…
J.A.: El dólar esta semana pasó de los 5.000 pesos y hay mucha preocupación. ¿Es culpa del Gobierno Petro?
S.F.: Claro. No hay que ser el supergenio de las finanzas. Hay una razón global, que es clarísima, pero sin duda las contradicciones y esa desarticulación han tenido efecto. Se va a sembrar desconfianza. Los mercados internacionales, y eso no lo conoce la gente, miran el país y hablan de riesgo. Fue un gran error decir que no se va a volver a explorar (petróleo).
J.A.: Usted formó parte junto con Alejandro Gaviria de la Coalición Centro Esperanza. Hoy él es el ministro de Educación de Petro. ¿Cómo vio esa llegada de él al Gobierno?
S.F.: Hasta el momento, no he visto qué se va a hacer en educación. Me imagino que están diseñando un superplan. Hasta el momento, no tengo mayor información.
J.A.: Pero que Gaviria haya hecho parte de su coalición y ahora esté en este gobierno de izquierda, ¿qué le dice sobre su manera de hacer política?
S.F.: Cada quien puede estar donde quiera. Ni más faltaba que le fuera a decir a alguien dónde debe estar. Cada quien es dueño de sus expresiones.
J.A.: ¿Pero eso le parece coherente?
S.F.: Ese camino fue el que escogió él. Esperemos que sea un gran ministro de Educación.
J.A.: Hablando del gabinete, ¿no le molestó que Luis Gilberto Murillo, su fórmula vicepresidencial, fuera nombrado por Petro como su embajador en Estados Unidos?
S.F.: Es un funcionario que sabe, y el saber no lo regalan. Luis Gilberto es alguien que sabe, conoce, tiene preparación, ha vivido en Estados Unidos, entiende a Colombia, es serio y responsable. No es un funcionario del servicio exterior que ande diciendo bobadas.
J.A.: ¿Pero no se siente decepcionado con su llegada al Gobierno? ¿No lo vio como un acto de deslealtad?
S.F.: No, para nada, Juan Diego, por qué me voy a sentir maluco, para usar una expresión paisa. ¿Me voy a sentir maluco porque Luis Gilberto está trabajando con Petro? ¿O me va a doler lo de Ocampo? Por supuesto que no.
J.A.: Es decir, ahí no hubo deslealtad.
S.F.: No, para nada. Ellos no son desleales y me alegra que se destaquen y le sirvan a Colombia. ¿Usted me imagina encerrado en este apartamento, dando vueltas, llorando y bravo porque ellos trabajan con Petro? Ya estoy muy grande en la vida para eso. Tenemos que darle una mayor dimensión a la política.
J.A.: Una de las principales apuestas del presidente Petro es la llamada “paz total”. ¿Cómo la ve?
S.F.: Miremos lo que viene con toda la racionalidad del caso. En primer lugar, la paz con el ELN va a ser algo muy complejo. El hecho de que ese grupo violento lleve tantos años diciendo sí y no a la paz lo hace diferente. No se va a repetir la negociación que se hizo con las Farc. El ELN va a querer tener un protagonismo distinto. Ese diálogo va a requerir por parte del Gobierno la conformación de un equipo negociador especial. Esa guerrilla tiene una visión diferente sobre la sociedad colombiana.
En segundo lugar, el Gobierno se sentará en la mesa con las disidencias de las Farc. Ahí viene otra gran discusión. Los que no entraron al acuerdo con las Farc y los que lo dejaron tirado. ¿Cuál será el mensaje que se le enviará al país al negociar con Iván Márquez? Tal cual como lo advirtieron hace unos días Humberto de la Calle y otros más que negociaron con esa guerrilla, va a ser muy difícil explicarle eso al país. Además, se requiere de un equipo negociador distinto y no puede ser el mismo que hablará con el ELN.
Tercero, al mismo tiempo, el Gobierno va a tener que hacer acercamientos con el Clan del Golfo y las bandas criminales, que son muchísimas. Como si fuera poco, simultáneamente, habrá conversaciones territoriales. Se ha dicho que lo que se vaya acordando se irá implementando. Imagínese eso con comisionados de paz distintos en cada región o departamento. Piensen en la estructura y la organización para manejar eso. Con toda la agitación que vive hoy el país, no será fácil. No conozco al comisionado de paz, Danilo Rueda, pero liderar cuatro negociaciones paralelamente será complejo. Veo eso y me preocupo.
J.A.: ¿Pero acaso qué tiene de malo intentarlo?
S.F.: Nada de malo. Lo bueno es advertir la dimensión de lo que se ve venir con la paz total y es en la mecánica donde se ve el problema. Soy matemático y resuelvo problemas. El Gobierno tendrá simultáneamente cuatro conversaciones con grupos violentos de diferente origen. Se debe coordinar equipos, manejar un programa de gerencia, que es muy complejo, porque las negociaciones se desarrollarán en diez departamentos con los más graves conflictos de orden público. No estoy en contra de la paz total, pero no será una tarea fácil. Ahora, no sé si después de todo el presidente Petro prefirió no hablar de “paz total”, sino de paz sin adjetivos.
J.A.: Lo veo con mucha desconfianza.
S.F.: No, por naturaleza soy optimista. Soy constructivo, pero veo todo muy complicado y me preocupo. ¿Se dan cuenta de lo que implica hacer estos cuatro procesos en simultáneo? Ojalá que haya estructura y que tengan el equipo de personas para hacer todo eso.
J.A.: Esta semana se dio finalmente el encuentro entre Petro y Nicolás Maduro en Caracas. ¿Cómo le pareció?
S.F.: En términos simbólicos, es un paso importante. Desde el 2016 no se veía que un presidente de Colombia se reuniera con el de Venezuela. Para mí la política de Duque fue errónea. ¿Qué va a pasar ahora? No sabemos. El presidente Petro ya expresó una insatisfacción, pues se abrió la frontera y siguieron las trochas. Hay que pasar de la foto y de los montones de anuncios al trabajo. A impulsar el comercio bilateral, a tener una nueva cooperación militar y una reapertura de los consulados.
J.A.: Maduro está en la mira de la comunidad internacional por violar libertades y derechos humanos de la oposición. ¿No es grave la cercanía de Petro con él?
S.F.: Hay que trazar unas rayas frente a esos atropellos a los derechos humanos. El restablecimiento de las relaciones entre los dos países debe darse paso a paso. No se puede precipitar. Hay que trazar bien los caminos. A Colombia le conviene resolver la conflictividad en la frontera. Al país le interesa resolver eso que está pasando con el ELN y ese mundo criminal y paramilitar. Vamos reconstruyendo la confianza paso a paso. Allá en Miraflores se hablaron de unos puntos, pero hay algo de lo que no se dijo nada y es cómo avanzar para que los venezolanos puedan volver a su país. Creo que es un tema importante y no se mencionó.
J.A.: Dados los estrechos vínculos de Venezuela con Rusia y China, Estados Unidos expresó sus reservas frente a ese encuentro Petro-Maduro. ¿Cómo cree que Petro esté manejando las relaciones con Biden?
S.F.: Fíjese que Venezuela se convirtió en un país que tiene relevancia global porque aparecen Rusia y China con su influencia en América Latina, y se da una discusión de los poderes en los países. Trump y Duque eran equivalentes a lo que hoy por hoy representan Biden y Petro como una alternativa distinta. Obviamente, Estados Unidos es pragmático y tiene sus intereses. Allá fueron a hablar con el presidente Maduro. Ahora, vamos a ver si Petro logra que Maduro avance en las negociaciones con la oposición en México. Eso sí, la relación Petro-Estados Unidos es contradictoria por momentos. Un día les pide que nos quiten la visa, y si eso ocurre se daría por allá en diez años, pero después acusa a Estados Unidos de destruir la economía global. Luego, Petro habla de que deben trabajar juntos para enfrentar el cambio climático. Lo que no se puede negar es que tenemos un buen embajador en ese país.
J.A.: ¿Cómo ha visto la participación de la vicepresidenta Francia Márquez en el Gobierno?
S.F.: Hasta ahora, no ha tenido una posición visible, un papel relevante. Todo está alrededor de la figura del presidente. Todos los reflectores, todos los días, están alrededor de la figura de Petro. Hasta el día de hoy, Francia Márquez no ha aparecido y eso tiene una implicación en principio y es que el tema de las mujeres todavía no es relevante.
J.A.: Pero Petro, y usted lo ha escuchado, destaca y empodera a las mujeres.
S.F.: A las de la selección de fútbol y ese es un caso en el que todos estamos de acuerdo. Pero Francia Márquez, que es la del Ministerio de la Igualdad, que sería la cabeza de la política de las mujeres, todavía no figura. Es una mujer inteligente, potente, no creo que se vaya a quedar de figura decorativa. Pero, por el momento, no ha sido una voz de este Gobierno. Es lo que yo pienso.
J.A.: Rodolfo Hernández renunció al Senado y uno de sus asesores más cercanos dijo que tuvo miedo de llegar a la presidencia. ¿Cree que eso fue así?
S.F.: Mire, probablemente en este mundo de la política, soy de los que mejor conoce a Rodolfo Hernández.
J.A.: Ah, ¿entonces, usted se lo esperaba?
S.F.: He tratado de ser discreto y respetuoso. No quiero figurar por referirme a él. Pero lo que creo es que Rodolfo entró a esto, pero nunca estaba pensando en las dimensiones. Él se lo tomó de una manera muy informal, nunca se imaginó que iba a estar en las circunstancias de llegar a una segunda vuelta y no estaba preparado para eso. No tenía una propuesta de país. Nunca fue consciente de la dimensión de lo que estaba pasando. Creo que quedó abrumado cuando se empezó a dar cuenta de que podía ser el presidente de Colombia. No estaba preparado para eso.
J.A.: ¿Usted se lo advirtió a él en su momento?
S.F.: Yo se lo dije.
J.A.: ¿Y por qué no se lo dijo a la ciudadanía?
S.F.: Claro, yo escribí por qué votaba en blanco, y por qué no votaba ni por Petro ni por Rodolfo. Él se conectó con un montón de gente por su forma de ser. Los medios de comunicación lo acogieron de una manera enorme, lo veían como una posibilidad presidencial, tuvo la capacidad de conectarse con el malestar de la gente y eso hay que reconocérselo. Con TikTok y toda esa cantidad de cosas que hacía. Con decir: “Voy a sacar esos hps de los corruptos”. Con un discurso muy simple, se convirtió de repente en una figura novedosa que no se conocía en Colombia. Venía de Bucaramanga y se conocía porque le había dado una palmada a un concejal. Nunca le pegaría una palmada a nadie, nunca en mi vida le he pegado a nadie, ni nadie me ha pegado. Se ha analizado muchísimo lo que pasó en esa segunda vuelta.
J.A.: ¿Usted cree que él sí quería ser presidente?
S.F.: Él ha querido ser gobernador de Santander. No estaba preparado para ser el presidente de Colombia. No tenía una propuesta, una elaboración. Tenía una condición personal de conectarse con el malestar de mucha gente.
J.A.: ¡Pero dicen que quiso perder!
S.F.: Él quedó abrumado, no estaba preparado para eso, nunca se imaginó que iba a estar en esas condiciones.
J.A.: Es decir, ¿a usted eso no le pareció serio?
S.F.: No lo hubiera hecho. Cuando me presento, es porque estoy preparado para ser el presidente de Colombia y quiero serlo. Si no, ¿con qué cara voy a salir a decirles a las personas que voten por mí? Creo que a él se lo llevó una ola y no supo qué hacer ahí montado.
J.A.: ¿Rodolfo hizo parte del “plan Petro”, como dicen algunos?
S.F.: No creo en esas cosas. No creo que fuera un plan de Petro.
J.A.: Rodolfo salió peleando incluso por plata con Marelen Castillo, su fórmula vicepresidencial…
S.F.: Todo eso es feo, no tiene presentación, le hace daño a él como persona.
J.A.: Doctor Fajardo, hablemos de usted. ¿Por qué perdió la presidencia?
S.F.: Porque estuvimos fatales, la coalición fue un fracaso, no fuimos capaces de conectar con la sociedad colombiana, con ese malestar, y mostrarnos como una expresión de cambio. Por eso perdimos. No lo hicimos bien, no fuimos capaces de construir una coalición de verdad. Todos los días era una pelea del uno con el otro, un fiasco, un fracaso. Por eso perdimos y no me quejo. Ni tendría que haber ganado. Pasaron tantas cosas que no merecíamos ganar. Jugamos muy mal. Muy mal.
J.A.: ¿Considera que usted fue una gran opción en algún momento?
S.F.: Teníamos calidad, pero jugamos pésimo, para ponerlo en términos de fútbol. Era un equipo con una cantidad de personas muy valiosas, capaces, con talento, pero jugamos pésimo, fuimos un fiasco, un fracaso y no merecíamos ganar las elecciones. Estoy hablando en plural. Tengo notas de todo, aquí las tengo y no sé si algún día las escriba. Aprendo de estas lecciones, vamos a escribir otra página, vamos para otra, pero nunca para repetir esta. Por eso no ganamos, Rodolfo, sin una propuesta, sacó diez millones y medio de votos.
J.A.: ¿Se va a volver a lanzar?
S.F.: Yo sigo en política. Aquí me están entrevistando porque soy político. Pienso en mi país y me he dedicado a la política.
J.A.: ¿Está reconstruyendo la Centro Esperanza?
S.F.: No. No se equivoque con eso. Nunca jamás volveré a repetir ese fracaso. Sería el peor error que podría cometer.
J.A.: ¿Pero volvería a hacer una alianza con quienes fueron sus integrantes?
S.F.: Estuvimos en el congreso de Dignidad, en el que nos invitaron a participar. Allá estuvo Humberto de la Calle, Juan Manuel Galán, Carlos Amaya, Juan Fernando Cristo mandó un video y yo estuve por Zoom. Les dije que habíamos sido un fiasco rotundo y que teníamos que ser capaces de reflexionar sobre por qué nunca pudimos consolidar el cambio.
J.A.: En 2023 son las elecciones locales y regionales. ¿Va a ser candidato?
S.F.: No, no me voy a lanzar a nada, pero voy a trabajar con mucha gente.
J.A.: ¿A quién va a respaldar? Deme esa chiva.
S.F.: La chiva es que tenemos que reconstruir un partido nuevo. Pasar esta página de la coalición, donde fuimos un fracaso, y mostrar que hay una política diferente y una nueva forma de ejercer el liderazgo político. Que seamos capaces de presentar un programa común básico para las ciudades de Colombia de diferentes tamaños. Que todos trabajemos en eso y cada quien module las ideas en las regiones. Colombia tiene que salir de eso que muchos dicen: “¿Usted con quién está?, ¿cuántos votos tiene?”. Eso es fatal. Hay un montón de ciudadanos que quieren ser candidatos, pero para qué quieren serlo. El poder político no puede ser el aval, sino que debe ser otorgado por capacidades y propuestas. Eso lo tenemos que cambiar. Espero que seamos capaces para el 2023 de aportar políticas distintas. Eso es lo que espero hacer.
J.A.: ¿Cree usted que las elecciones de 2023 serán el punto de quiebre entre la consolidación del Gobierno de Petro frente a la oposición?
S.F.: El punto de quiebre fue la elección del presidente Petro.
J.A.: ¿Usted todavía quiere ser presidente?
S.F.: Hoy lo único que quiero es hacer mucho por la educación.
J.A.: ¿Pero sí quiere ser presidente?
S.F.: Estoy tranquilo, libre, en paz, bien, feliz, monto bicicleta. Y espero que el Independiente Medellín quede campeón (risas).
J.A.: Uno de los principales hechos políticos en este arranque del Gobierno fue el acercamiento del expresidente Álvaro Uribe con Petro. ¿Para qué ha servido?
S.F.: Se lo dejo a los analistas políticos. Por supuesto que Petro llega al poder cerrando un ciclo que tuvo como último capítulo al presidente Duque. Con Uribe han tenido una gran confrontación, la carrera en el Congreso de Petro va de la mano del oficio del expresidente Uribe. Entonces, ahí hay un símbolo. El expresidente Uribe aparece y quita ciertas cosas de la confrontación. Dos políticos extraordinarios, no estoy descubriendo el agua tibia (risas).
J. A.: Veo que está preparando café. A propósito, ¿lo prefiere caliente o tibio?
S.F.: Qué chiste tan malo. Me gusta caliente. Frente a lo de tibio, lo que pasa es que no me gusta la confrontación ni los insultos. Ni caigo en la división y polarización que nos tienen tan emproblemados.