En 2019, cuando Gustavo Petro era el líder más prominente de la oposición y Aida Merlano sacudía al país con sus confesiones sobre cómo funcionaba la política, el entonces senador quería que ese ventilador se destapara y ensuciara a todo el que pudiera. La congresista había sido condenada a 15 años de prisión por compra de votos y estaba en la cárcel del Buen Pastor desde 2018 por ese tema. Allí, se sentía desesperada y estaba dispuesta a negociar con la Fiscalía.
La sentencia de la Corte Suprema, que la puso tras las rejas, compulsó copias para investigar a 17 aliados y exaliados vinculados a las casas Gerlein y Char, que mandan la parada en la Costa. “Aida Merlano literalmente ha destruido su vida por proteger intereses muy poderosos de Barranquilla. Su salida es la confesión plena y su sometimiento a la justicia”, decía Gustavo Petro en uno de sus trinos. “Si Aida Merlano habla, cae el poder político en Barranquilla. Temo por su vida”, agregó en otro trino.
Para ese día que Petro habló en RCN Radio, Merlano ya se había volado de la cárcel. Lo había hecho, además, de manera espectacular, lanzándose con una cuerda desde un consultorio odontológico, en el que había pedido una cita para un diseño de sonrisa. Las imágenes de Merlano saltando al aire para ser recogida por un hombre disfrazado de domiciliario, estremecían al país. Ahí Gustavo Petro aseguró que era claro que había personas poderosas detrás de esa fuga.
“Siendo Aida una persona de extracción humilde que termina en una especie de relación sentimental y política (...), ¿quién la hace escapar?”, se preguntó. “La dejaron escapar para favorecer a dos grupos”, dijo Petro, y añadió: “Me preocupa algo: la vida de ella”.
“Por lo que ella sabe, por lo que no dijo, por lo que aún tiene guardado como ser humano que afecte a esos dos grandes poderes, temo por la vida de Aida Merlano”, remató. En otros trinos, Petro también criticaba el silencio de la prensa frente a lo que sucedía con Aida.
Meses después, cuando el gobierno de Iván Duque, tras haber roto relaciones con Maduro, decidió pedir la extradición de Merlano al entonces presidente interino, Juan Guaidó, Petro se volvió a despachar. “Va a quedar Aida Merlano libre por la estupidez diplomática de Duque. En el fondo, Char, Gerlein y Duque no quieren que la justicia tenga a Aida. Sabe mucho”, aseguró. Agregó que “Duque en realidad quiere es proteger a la mafia política de las declaraciones de Aida Merlano”. También pedía que la Fiscalía abriera una investigación por todo lo que decía la exsenadora.
“Aida Merlano y alias Otoniel conocen la informacion que llevaría al conocimiento público y concreto de la sociedad de la inmensa podredumbre del régimen de corrupción que gobierna de facto a Colombia”, decía Petro en otro trino.
Para el hoy presidente, esas declaraciones de Merlano gozaban de total credibilidad y podían sacudir los cimientos del poder en Colombia.
Hoy, decenas de usuarios de redes sociales le recuerdan al presidente esos trinos. SEMANA reveló en su última edición las conversaciones de Armando Benedetti y Merlano en las cuales dejan muchas dudas sobre el papel que pudo tener ella en la campaña del Pacto Histórico.
Las grabaciones son explosivas y ponen al descubierto lo que hasta ahora había permanecido en secreto: un acuerdo por debajo de la mesa entre la campaña a la Presidencia de Gustavo Petro y la excongresista, a instancias de Nicolás Maduro y su régimen.
Los audios revelan la crisis en la que entró Merlano ante su posible extradición hacia Colombia desde Venezuela, donde permaneció durante por lo menos tres años luego de protagonizar una cinematográfica fuga en Colombia. Todos sus reclamos están dirigidos hacia Petro, a quien amenaza de manera directa con contar lo que sabe.
Pero en esta oportunidad, el presidente no ha trinado nada. Ni se ha referido al asunto. ¿Creerá que las declaraciones de la senadora en esta oportunidad también deben abrir un tsunami judicial? ¿Sigue temiendo por la vida de la senadora? ¿Qué hizo Aida Merlano para favorecer el triunfo de Petro? ¿Qué le prometieron a cambio? ¿Por qué no le cumplieron? El gobierno está en mora de dar esas respuestas.
La respuesta de Benedetti
El embajador Armando Benedetti se refirió a la publicación de SEMANA en la que asegura que le contó al presidente las peticiones de Merlano. En un momento, en las conversaciones reveladas por SEMANA, primero le dice que Petro “hasta donde yo sé... para, para... hasta dónde yo sé, el man no sabe un culo, es la coya esta de Laura… que le fascina tirárselas de inteligente”.
Pero luego se retracta y dice todo lo contrario: “Ya se lo dije, ya se lo dije”. Merlano insiste sin recato alguno en que está dispuesta a todo, sin importar razones jurídicas y que sea la gente la que juzgue lo que ella puede contar: “Y que sea el pueblo entero porque a mí no me interesa lo que diga un magistrado (...)”.
Sin embargo, en su respuesta a los audios publicados, Benedetti insiste en que “todo lo anterior comprueba que los audios que se conocen de Aida Merlano son retazos atemporales que fueron editados, manipulados y expuestos sin ningún orden porque se desarrollaron en diferentes circunstancias y momentos durante 6 meses. Al momento de los hechos, yo me desempeñaba como embajador en Venezuela y como testigos de la conversación con ella y la manera como todo sucedió se encuentran funcionarios de la Embajada, quienes asistieron por petición mía, temiendo que sucediera una emboscada, y quienes pueden confirmar la mala fe de sus intenciones”.
Benedetti agrega que “la reunión se da por la insistencia de ella” y que “debido a la penosa situación en la que se encontraba, accedí a recibirla. Sin embargo, lo conocido hoy me confirma que se trató de una emboscada para obtener una grabación ilegal y manipulada”.
El hoy embajador cuenta detalles de cómo fue esa cita. Asegura que Merlano lo buscó en su calidad de diplomático y asistió acompañada de un general designado por las autoridades venezolanas encargado de su reclusión y custodia. “Extrañamente, los audios tampoco exponen la parte en la conversación en la que le aclaro a la señora Merlano que sus peticiones no estaban entre mis funciones como embajador. Solo le seguía la corriente”.
Y puntualiza: “Como embajador, por no hacer parte de mis funciones, siempre estuve aislado en las conversaciones y sucesos entre los dos gobiernos en el caso Merlano y me enteré de su deportación por los medios de comunicación, tal y como se entiende en las grabaciones”.
Pero la conversación conocida por SEMANA no se da en esos términos formales de embajador y recluso. A lo largo de todos los diálogos queda claro que Aida Merlano y Armando Benedetti tenían un estrecho contacto, hablaban de temas ocultos y que podrían poner en peligro a Petro. Aquí surgen varias preguntas: ¿qué es lo que sabe la excongresista que le permitía amenazar al presidente, mediante Benedetti? ¿Qué fue lo que acordaron la campaña de Petro y Merlano mientras ella estaba en Venezuela?
Tanto así que Merlano sigue hablando con Benedetti, cuando su deportación se vuelve realidad. Al llegar a Colombia, el embajador en Venezuela le dice: “Mira, mi amor, yo no sé cómo decírtelo, y tienes que creerme, hijueputa, que yo no me enteré de tu deportación, sino el día, hijueputa, que te deportaron. Por favor, créeme, hijueputa, ¿yo por qué te voy a decir mentiras? Y si hubiera sabido algo, te llamo, maricona... y si hubiera sabido algo voy allá y hago un consenso contigo de qué hay que hacer y de qué no hay que hacer, así que a mí también me cogió por sorpresa. Yo estuve el día anterior con el presidente y ya, yo soy la persona que te puede ayudar, ya yo hablé con Laura, ya yo hablé con el presidente. Si no pasa nada, dime ¿qué culos quieres que haga? Si quieres los mando a comer mierda de parte tuya…”.