Un bogotano fue quien acostumbró al país a madrugar los domingos frente a las pantallas de televisión. Juan Pablo Montoya no solo se convirtió en el segundo colombiano en llegar a la gran carpa del automovilismo mundial, la Fórmula Uno, sino que se convirtió en el principal rival de una de las máximas leyendas de la historia del deporte, el alemán Michael Schumacher, ganador de siete campeonatos mundiales.
El colombiano, al volante de un prototipo de la afamada escudería Williams, derrotó al bólido rojo de la Ferrari que conducía el alemán hasta en cuatro oportunidades.
El colombiano, al volante de un prototipo de la afamada escudería Williams, derrotó hasta en cuatro oportunidades al bólido rojo de la Ferrari que conducía el alemán. La más emotiva tuvo lugar en el circuito callejero de Mónaco, considerado el Gran Premio por excelencia de la Fórmula 1.
Y ante la mirada de los príncipes Alberto y Carolina de Mónaco, Juan Pablo levantó el tricolor y entonó el himno del país. Fue el día en que más se ha sentido orgulloso de ser colombiano. “Fue el día más especial de mi vida, siempre había querido ganar en Mónaco, la carrera más hermosa de la Fórmula 1. Que el himno de Colombia haya retumbado en Mónaco fue espectacular”, dice Montoya en diálogo con SEMANA desde Estados Unidos.
Y precisamente, en ese país, es donde el piloto bogotano más le ha latido el corazón de patriotismo. “De las cosas más chéveres eran las carreras de Estados Unidos. Era increíble la cantidad de banderas en las tribunas. Fueron momentos únicos, en los que uno se siente muy orgulloso de ser colombiano”, dice Juan Pablo, el tercer deportista en la historia en recibir la Cruz de Boyacá, en 1999, después que lo hiciera Lucho Herrera en 1987, y la selección de fútbol que en 1993 clasificó al mundial de Estados Unidos.