Una compleja división de funciones, esto fue lo que encontró la Fiscalía General en la investigación que adelantó después de tener conocimiento sobre el ingreso de elementos prohibidos y restringidos a la cárcel Modelo de Bogotá. Las pesquisas lograron evidenciar que un grupo de dragoneantes y particulares juntaron fuerzas con el fin de burlar los controles para ingresar licor, armas, drogas y teléfonos celulares. El asunto está fuera de control.
“Fue un acuerdo de voluntades para cometer delitos”, señaló el fiscal durante la audiencia de imputación de cargos que se extendió por varios días. En su intervención manifestó que las casetas que estaban ubicadas a pocos metros de la cárcel funcionaron como centros de acopio de estos elementos. Durante todo el día se realizaba el intercambio de información por mensajes de WhatsApp y llamadas con el fin de conocer el estado de la “la mercancía” y la forma en cómo la iban a ingresar a la cárcel, principalmente al patio 2B.
Las dueñas de estas casetas también recibían los pagos que hacían los internos para acceder a estos elementos. Las labores de inteligencia los identificaron con los sobrenombres de Ros, Leíto y Piolín, siendo los encargados de controlar el intercambio de los elementos y el cobro de los mismos, utilizando las cuentas de Nequi.
En los operativos adelantados en las casetas y viviendas identificadas fueron incautados 35 celulares, 23 simcard, tres microSD, doce botellas de whisky, dos cajas de cerveza, 180 gramos de marihuana aproximadamente, 16 cajas de aguardiente, dinero en efectivo y encomiendas.
Por estos hechos, la Fiscalía General les imputó a los siete dragoneantes (Cesar Augusto Moreno Hidalgo, Julio Humberto Oviedo España, Christopher Mauricio Salcedo Cuadros, Luis Fernando Bustos Galindo, Jonathan Javier Sánchez Quiroga, Daniel Mauricio Barrios, Leidy Stefanía López Sánchez y Álvaro Castro Quinayas) el delito de concierto para delinquir agravado, mientras que a Rosimary Giraldo Montoya le imputaron los cargos de tráfico y porte de estupefacientes y concierto para delinquir. En esta “organización rudimentaria”, aclaró la fiscal del caso, fueron identificados plenamente por testimonios y la interceptación de las comunicaciones.
En la diligencia, la fiscal detalló que gracias a los elementos que ingresaban de manera ilegal los dragoneantes, los internos realizaban actos extorsivos que pusieron en riesgo la seguridad pública. “La exigencia de dinero, el ‘tío-tío’, la falsa encomienda y demás eran ejecutadas por las personas privadas de la libertad”.
Frente a la petición de aclaración hecha por los abogados de los procesados, la delegada del ente investigador manifestó que “los dragoneantes les facilitador ingresar los elementos para cometer delitos, entre estos la estafa y la extorsión”. Todo esto en coordinación de los denominados “jefes del patio 2B”.
Por la gravedad de estos hechos se le solicitará al juez de control de garantías con el fin que sean cobijados con medida de aseguramiento en centro carcelario.
Este escándalo se presenta pocas semanas después que se registrara una fiesta que se extendió por cinco días en la cárcel La Picota de Bogotá, escándalo que provocó la salida del director del penal, el traslado de varios reclusos, una investigación penal y disciplinaria, así como el anuncio de una modificación de cambio de la política carcelaria.
En esta fiesta, que se hizo bajo la excusa de la celebración del Día de La Virgen de Las Mercedes, la protectora de las personas que se encuentran privadas de la libertad, estuvieron presentes varios artistas vallenatos y de música popular.
En el registro obtenido por SEMANA del Complejo Carcelario y Penitenciario Bogotá (Regional Central) se observa que Ana Castillo Jiménez, más conocida como Ana del Castillo, ingresó autorizada por la dirección de la cárcel el 21 de septiembre a las 9:13 a. m. y salió el 26 de septiembre a las 7:20 a. m.
Es decir que la cantante habría permanecido durante cinco días al interior del establecimiento carcelario. La pregunta es: ¿en dónde estuvo?
Lo que más llama la atención de los investigadores es que el Mono Zabaleta, el acordeonero Daniel Maestre, el manager Fabio Quiroz y el cantante Churo Díaz, salieron el mismo 21 de septiembre luego de la fiesta y así aparece en los registros.
Cuando los investigadores le preguntaron a Ana del Castillo por qué en el registro de visitas aparecía su salida cinco días después de la fiesta, la artista dijo que seguramente hubo una falla en el sistema.