El estallido del paro nacional del año pasado dejó una atomización de movimientos radicales, conocidos como primeras líneas, en las principales ciudades, y Bogotá no escapó a este fenómeno. Uno de esos grupos que alzó la voz fue el denominado Escudos Azules. Su filosofía, según los panfletos, consiste en luchar contra los desequilibrios sociales, desigualdades e injusticias. Pero, en la práctica, promueven acciones violentas contra entidades y la fuerza pública, en particular el Escuadrón Móvil Antidisturbios (Esmad).
La figura más visible es conocida como Simona, una mujer de unos 30 años, quien estudió Bellas Artes en la Universidad Distrital y se caracteriza por sus radicales posiciones ideológicas.
Se esconde detrás de una capucha, pero es identificada por sus continuas apariciones en extremo agresivas y hasta calificadas de irrespetuosas, como la ocurrida recientemente en la Catedral Primada: en compañía de otros encapuchados, ella irrumpió en el momento en el que se desarrollaba la eucaristía, justo cuando se daba el saludo de la paz, para hacer lo contrario, atemorizar a los fieles y leer, en medio de gritos, un incendiario panfleto.
El acto fue considerado contra la fe, teniendo en cuenta que la libertad de cultos está amparada por la Constitución. A juzgar por las imágenes que invadieron las redes sociales, los feligreses sintieron mucho miedo. Simona justificó los hechos como supuesta expresión artística.
En sus apariciones, con megáfono en mano y lanzando continuamente arengas y discursos antigobierno, viste por lo general con una capucha color morado, chaqueta negra de jean, camiseta, pantalón y zapatos del mismo color. En su brazo izquierdo amarra una pañoleta verde, símbolo de las luchas feministas. Dentro del movimiento juega un papel importante.
Su misión es darles visibilidad mediática a los Escudos Azules, y para ello ha protagonizado varios actos que rozan en la delgada línea de lo penal. Otro hecho en el que Simona aparece promoviendo el desorden sucedió el pasado 11 de enero en la estación Marly de Transmilenio, en Chapinero. Allí, nuevamente, la joven, acompañada de otros integrantes de la primera línea, se tomó uno de los accesos a la estación presionando a los usuarios del sistema para que no pagaran el pasaje, instigando una ‘colatón’. En videos publicados en las redes sociales, aparecieron los integrantes de la primera línea. Se trata de la facción denominada Escudos Azules, quienes se ufanaban de la actividad.
Simona se montó sobre una de las taquillas y, con su parlante en mano, lanzó su discurso incitando a la desobediencia civil y el caos.Para la Policía, los Escudos Azules habrían estado detrás de otras acciones vandálicas en Bogotá, como la convocatoria para quemar los CAI, luego del crimen de Javier Ordóñez a manos de agentes de la Policía.
Además, el saqueo del cual fue objeto el Icetex durante una jornada de paro nacional, en el que vandalizaron las instalaciones, y el ataque a la sede del Centro Democrático en junio del año pasado, cuando sus oficinas fueron manchadas con pintura de color rojo.
Simona nuevamente fue protagonista. Para las autoridades, Simona y los integrantes de los Escudos Azules actúan de manera coordinada. Aseguran que luego de cometer los actos violentos, para evitar ser capturados o generar un impacto mediático de mayor alcance, supuestamente se cambian la ropa y se visten con chalecos de defensores de derechos humanos o periodistas con el propósito de enviar el mensaje de que las autoridades están deslegitimando o reprimiendo la protesta social.
Infiltración del ELN
SEMANA tuvo acceso al informe de la Policía que investiga a los Escudos Azules y la posible infiltración del ELN en este movimiento, conformado en su mayoría por jóvenes universitarios. El dosier señala a Simona como una de las líderes fuertes del grupo, que tiene la capacidad de mover masas para causar caos en la ciudad, pero no la relacionan con la guerrilla directamente.
“Lo registrado con la persona conocida como Simona, quien aparece como interlocutora del video hecho en la Catedral en Bogotá, pareciera advertir que existen intereses de diferentes sectores para reavivar expresiones de inconformismo y posiblemente de violencia, a través de actores delincuenciales que han pretendido, en los últimos dos años, adoptar estos esquemas para sembrar una percepción de ingobernabilidad”, señala el informe.
El dosier al que tuvo acceso SEMANA revela, además, que la supuesta relación de los Escudos Azules con el ELN incluye contextos ideológicos de adoctrinamiento, apoyo logístico y orientación para promover actos violentos en Bogotá. Sobre la incidencia de esta organización ilegal, los investigadores han establecido que dentro de los Escudos Azules habría personas que tendrían contacto directo con el frente Darío Ramírez Castro, cuyo cabecilla principal es alias Pirry, y su jurisdicción se encuentra entre el sur de Bolívar y Antioquia.
Sobre Felipe Alcocer Alvarino, alias Pirry, las autoridades han recopilado información de importancia para engrosar su hoja de vida criminal. Según datos de inteligencia, se lo ha visto tomándose fotos en el Altar de la Patria, ubicado en Valencia, Venezuela, junto a quien sería su compañera sentimental, conocida con el alias de Yeimi. Entre las acciones de Pirry, se destaca que participó en la liberación de secuestrados del avión Fokker de Avianca, tomado por el ELN en abril de 1999 en el sur de Bolívar, acción en la que se llevaron a más de 40 personas. Las autoridades reconocen que este es un escurridizo personaje que se ha salvado de varias operaciones en su contra de la fuerza pública.
La especialidad del frente que maneja el cabecilla Pirry, según la información recopilada por los investigadores de la Policía y el Ejército, consiste en infiltrar, por medio de sus redes de apoyo urbano, movimientos sociales y radicales, como los Escudos Azules. Para ello designan personas con afinidades similares a quienes integran estas organizaciones de masas, les brindan apoyo financiero, logístico, adoctrinamiento y entrenamiento para enfrentar al Esmad, hasta convertirlos en sus aliados en las ciudades.
Este frente, Darío Ramírez Castro, fue el mismo que presuntamente logró infiltrar el movimiento MPR (Movimiento Revolucionario del Pueblo), al que las autoridades le atribuyeron el atentado terrorista que se presentó en el Centro Comercial Andino el 17 de junio de 2017, y que dejó tres personas muertas y al menos una docena de heridos.
Para las autoridades, la intención del ELN con los Escudos Azules sería concretar, en el corto plazo, lo que denominaron la campaña de despedida a Duque, la cual busca provocar acciones violentas en las principales ciudades del país a fin de dar una sensación entre la ciudadanía de ingobernabilidad.
Para lograrlo, según la investigación, el ELN quiere mediante estos movimientos reclutar de manera indirecta a jóvenes en las universidades. Sobre los Escudos Azules, dicen las autoridades, ya tienen plenamente identificados e individualizados a sus líderes y los supuestos infiltrados del ELN.
Cuentan con la información de alias el Profe, quien aparentemente convence a los nuevos integrantes de unirse a las manifestaciones violentas. Alias el Químico estaría encargado de brindar la inducción sobre cómo fabricar artefactos explosivos artesanales (papas bomba y molotov) para atacar a la fuerza pública. También aparece alias el Abogado, quien presuntamente les brinda asistencia a los integrantes de los Escudos Azules y los instruye sobre cómo ejecutar las acciones violentas y evitar los impactos legales en el momento de ser detenidos por las autoridades.
El informe sobre los Escudos Azules señala que su organización no es piramidal, no dependen de un solo jefe, son aproximadamente diez personas las que toman las decisiones sobre cómo organizarse y a cuáles eventos asistir para causar el impacto mediático.
Este es el trabajo que hace Simona, quien es una de las cabezas visibles del movimiento y hoy está bajo la lupa de las autoridades. Sus apariciones nunca pasan desapercibidas. Sobre la situación jurídica de Simona, será la Fiscalía General la que determine si alguna de sus conductas se encuentran enmarcadas dentro del Código Penal colombiano. Lo cierto es que por el ataque a la Catedral Primada, como lo denominaron desde algunos sectores políticos, ya se instauró una denuncia del representante a la Cámara del Centro Democrático Christian Garcés, quien consideró que allí se tipificó un ataque a la libertad de cultos. La última palabra sobre la beligerante Simona la tomará el ente acusador.