En medio de la pandemia, más de un colombiano soñó con tener una vivienda campestre rodeada de naturaleza y alejada de la tensión que trajo el confinamiento. Por esa razón empezaron a buscar la mejor opción para construir de manera rápida, económica y segura. Una casa prefabricada se acomodaba a tales necesidades. Entre la oferta que encontraron en redes sociales se promociona Dinamicasa, una empresa que se dedica a ese tipo de construcción. Con mucha ilusión, decenas de personas firmaron contrato con ellos, pero meses después denuncian que fueron asaltados en su buena fe.
Carolina Chica tiene que escuchar a su hijo de siete años con autismo preguntarle todos los días: “Mamá, ¿y la casita para cuándo?”, vivían en Chile el día que ella le prometió que tendría una casa cerca de sus abuelos en el Eje Cafetero y en 2020 decidieron venirse a Colombia a cumplir su palabra. Antes de eso habían cotizado la vivienda con la compañía de casas prefabricadas. Incluso realizaron algunos abonos, 46 millones de pesos. En realidad, la casa de 150 metros cuadrados en obra negra, es decir, sin enchapes, baño, cocina y demás, le valdría 97 millones de pesos aproximadamente. Ella, como lo evidencia en la documentación que está radicada en la Superintendencia de Industria y Comercio, aportó los planos y la compañía solo tenía que hacerle algunos ajustes según las necesidades del material.
El tiempo de entrega tenía un estimado de 6 meses a un año. Incluso acordaron los pagos a medida de las etapas de construcción, pero la obra empezó a presentar retrasos y, por ende, los pagos se detuvieron por incumplimiento del contratista. Solo le alcanzaron a poner algunas de las vigas de la edificación; en realidad, ella puso el material de su bolsillo, porque así lo estipulaba el contrato y la compañía respondía por la mano de obra. Al ver que la construcción no avanzaba y que ya había una causal para frenar el contrato, Carolina y su esposo decidieron contratar a alguien más y utilizar el material que estaba abandonado y por el que habían pagado ya casi 50 millones de pesos.
La sorpresa que se llevó es que la nueva empresa contratista le indicó que las estructuras que poco habían adelantado no servían porque tenían un desnivel de 21 centímetros, así que les tocó empezar de cero. La obra, casi dos años después, va en 200 millones de pesos. Ha tenido que vender el carro y otras propiedades para suplir los gastos y aún no termina. Ese es solo uno de los casos denunciados ante las autoridades competentes.
En una finca de Valparaíso, Antioquia, vive José Arango. Cada vez que llueve tiene que correr su cama al otro lado del marco de la ventana porque la empresa que se comprometió a construir la vivienda en la que habita no se la entregó terminada, según denuncia. Por eso la lluvia entra sin reparo. “Me tocaba venirme a vivir así porque no podía seguir pagando arriendo y ya le había dado mis ahorros al empresario”, dice a SEMANA.
Asegura que contó con suerte. En medio de sus reclamos ha conocido a otras presuntas víctimas a quienes le entregaron la casa sin techo o incluso con graves defectos en las bases.
Arango indica que le cobraron 35 millones de pesos por una casa de 72 metros cuadrados, en obra negra. Entregó 30 millones y se comprometieron a que en menos de dos meses ya tenía lista la obra, pero el tiempo pasó y el avance no se veía. Dice que solo llevaron las paredes prefabricadas y se las dejaron en el lote. Para evitar que se las robaran, él tuvo que armar un cambuche de plástico y dormir allí, mientras vigilaba el material. Luego de un pleito con el gerente de la compañía se avanzó en algo la obra, pero aún tiene falencias, entre ellas las ventanas que nunca fueron instaladas. El argumento que recibió es que no ha pagado los cinco millones restantes, pero José reclama que la demora le representó daños y perjuicios.
Las denuncias llegan de diferentes regiones del país, mujeres que destinaron su bono pensional para invertir allí, padres de familia que sacaron créditos para pagar la casa que hoy aún esperan. Braulio Betancourt, gerente de la compañía, manifiesta que está siendo víctima de una campaña de desprestigio que pretende dejar sin empleo a 150 trabajadores y afectar más de 600 obras que tiene en marcha que, según él, pueden dar testimonios favorables de las viviendas entregadas. Dice que está dispuesto a sentarse con las decenas de posibles víctimas a revisar caso por caso.
Sin embargo, los denunciantes aseguran que la condición que pone el empresario para poderlos atender es que desistan de hacer publicaciones en medios de comunicación, redes sociales y ante autoridades, violándoles sus derechos a la libre expresión y a denunciar cuando se consideren víctimas de alguna situación. “Lo que buscamos al romper el silencio es que más personas sean engañadas en su buena fe, porque es muy miserable quien juegue con el sueño de una familia de tener casa propia”, enfatiza una de las víctimas.
Sin contar que varias de las casas que Dinamicasa publicita en las redes sociales, algunas de ellas son tomadas de otros portales de compañías internacionales que se encuentran en los buscadores de internet y que ponen con su logo para hacer parecer que son sus diseños. Algo que también esta denunciado ante las autoridades.
Dinamicasa tiene sede principal en Medellín. Eduardo Loaiza de la Cámara Colombiana de la Construcción, Camacol Antioquia, aclara que las empresas de casas prefabricadas no están agremiadas, lo que no quiere decir que este tipo de viviendas sean irregulares, “Hay empresas muy serias y que generan seguridad”, dice Loaiza. Recomienda a los compradores de vivienda en general no depositar dineros a cuentas de empresas o personas naturales directamente, sino a través de una fiducia. Pedir garantía no solo con una firma en notaria, sino respaldada por una póliza dentro del contrato y no creer en superpromociones. “Como dicen en mi tierra, de eso tan bueno no dan tanto”, puntualizó.
Serán las autoridades competentes las que definirán si hubo o no irregularidades en este caso en particular, mientras el niño de Carolina sigue preguntado, “¿y la casita para cuándo?”.