El único pecado de Tumaco es ser considerado la Perla del Pacífico. Un apelativo que se ganó gracias a la ubicación estratégica donde se fundó, perfecta para la navegación. Pero irónicamente esas bondades ahora son su perdición.Ese es uno de los serios problemas que padece ese pequeño municipio costero donde viven 170.000 personas. Estar rodeado por ríos navegables, selvas impenetrables y fácil acceso al mar convirtieron a Tumaco en la Joya de la corona de grupos armados ilegales. A ello se suma la extrema pobreza que golpea a buena parte de su población.En medio de ese coctel explosivo es que se da la guerra territorial a muerte entre guerrilla, paramilitares y bandas criminales como Rastrojos y Urabeños. Y por cuenta de esos ajustes es que el municipio lidera las estadísticas de muertes violentas en Nariño.En numerosos informes de inteligencia y en el propio Tumaco es vox populi que el puerto se convirtió en ruta obligada para el tráfico de coca, la cual cultivan y procesan en la selva para luego sacarla al mercado ya sea por el mar Pacífico o la frontera con Ecuador.Hay quienes creen que esa ruta cogió mayor fuerza por dos razones. Primero porque se desmanteló la base de Manta en el vecino país y segundo porque la presión de la fuerza pública en otras regiones obligó el repliegue de esos grupos ilegales en Tumaco.Pero toda esa problemática se volvió paisaje; y de no ser porque esa ciudad portuaria este mes ya suma 16 días sin energía eléctrica, cuatro sin agua y un comercio semiparalizado, el país ni se daba por enterado, “tristemente nuestros problemas son repetitivos y pese a ello aún no hay soluciones de fondo”, expresó Gustavo Girón, obispo de Tumaco.La reflexión del obispo no es para menos. Hace exactamente un año ese municipio padecía una escalada terrorista similar a la actual y por cuenta de los atentados guerrilleros contra las torres de energía, se quedó sin fluido eléctrico durante medio mes.Hoy Tumaco completa 16 días en tinieblas y podrían ser más; a ello se suma que los bloqueos indígenas de la semana pasada sobre la vía Panamericana entre Cali y Popayán ocasionaron el desabastecimiento de combustible con el que funcionan las plantas eléctricas. Es decir, ocurrió la ´tormenta perfecta´: Sin energía eléctrica y sin combustibles.El propio alcalde de Tumaco, Víctor Gallo, reconoció en entrevistas radiales que la situación es preocupante, habló de pérdidas cercanas a los 30.000 millones de pesos e hizo un llamado al gobierno nacional para que les ayude a reparar cuanto antes las torres de energía y a dotar su municipio con pequeñas termoeléctricas para evitar futuros apagones.Pero los atentados a las torres de energía son apenas una arista del problema. La inseguridad es el otro plato fuerte y los homicidios acorralan a los tumaqueños. Las cifras son tan altas que superan con creces la tasa de su capital, Pasto. Solo por citar un ejemplo, en 2009 los crímenes llegaban a 277 casos y el año anterior fue de 266. Este año ya van 173 asesinatos.La presencia de grupos armados ilegales en la mayoría de los 108 barrios de Tumaco es tan evidente, que la Diócesis lidera frentes de 'Resistencia Civil' contra los violentos, tal como ocurrió hace unas semana en el barrio Panamá; “con palos la comunidad se enfrentó a los malos y logró sacarlos del sector”, explicó el obispo tras asegurar que allí se cometieron 25 homicidios en solo dos años.Y como en el resto del país la extorsión también hizo su agosto en Tumaco. De hecho, allá aparecieron las primeras señales del fenómeno y fue tan crudo, que ha motivado varias marchas de protesta.Hernán Cortés, secretario de gobierno local, aseguró que en el último trimestre “no hemos recibido denuncias sobre extorsiones. En parte gracias a una estrategia contra el problema que puso en marcha el propio general Guatibonza”, dijo el funcionario.Sin embargo, hace un par de meses tres grandes y reconocidas empresas de Tumaco suspendieron sus labores debido a que fueron extorsionados por bandas criminales. Aunque ya reactivaron sus operaciones, el incidente sirvió para mostrar la magnitud de las extorsiones.Sin duda un panorama triste para la que es considerada la segunda ciudad portuaria más importante que tiene Colombia sobre el océano Pacífico, después de Buenaventura. Pero lo más preocupante de toda esa realidad, es que pese a las alertas y denuncias, el lado oscuro de Tumaco sigue creciendo.