De la frontera de Colombia con Venezuela siempre han preocupado varios asuntos. El narcotráfico, el contrabando, las FARC, el ELN son algunos. Los más graves ante los ojos de muchos. Sin embargo, una reciente investigación de la Corporación Nuevo Arco Iris pretende poner en evidencia otros fenómenos que podrían ser mucho más complejos. ‘La frontera caliente entre Colombia y Venezuela’ es el nombre del texto que recoge los detalles de la investigación, que durante dos años se llevó a cabo en seis subregiones de la frontera con Venezuela. Del lado colombiano en La Guajira, Norte de Santander y Arauca-Vichada. Y del lado del país vecino, en Zulia, Táchira y Apure. El libro será presentado este miércoles en la Feria del Libro de Bogotá. Y según su autor, Ariel Ávila, "pretende desbaratar los mitos que hay en la zona de frontera, al tiempo de que describe otras realidades y muestra que lo más complejo de la situación allí no es la guerrilla". En el documento, Ávila logra poner en evidencia que lo más preocupante (y al parecer sin pronta solución) es la articulación de las bandas criminales con el crimen organizado trasnacional. Y para demostrarlo pone como ejemplo tres casos. "Hay tres alianzas claramente visibles. La de los ‘Rastrojos’ con los Zetas (de México), que tienen una especia de comisionistas en Maracaibo. La de los ‘Urabeños’, cartel de Sinaloa y los carteles dominicanos. Además de los herederos de ‘Jorge 40’ con el cartel de Tijuana. Todas esas uniones de organizaciones se disputan el control de la frontera", dice el investigador, quien llama la atención principalmente frente a la notoria presencia de dichos carteles mexicanos en la frontera entre La Guajira y Zulia. Con esto, advierte el autor del libro, no quiere decir que las FARC y el ELN no sean una amenaza en esa región, pero "lo que sí está claro es que no juegan en este partido del crimen organizado, por lo que no son el gran problema de la frontera. El que sí lo es el que tiene que ver con la falta de control por parte de las autoridades de ambos países con lo que pasa en la frontera colombo-venezolana". Y es que, según el libro, en los últimos años son evidentes la transformación y la reconfiguración del crimen en la zona de frontera colombo-venezolana. ¿En qué consiste? "Por ejemplo, el tema del contrabando ya no es descentralizado, sino que está siendo manejado por estructuras grandes como los ‘Urabeños’ y los ‘Rastrojos’. Dejó ser administrado por pequeños grupos para estar en manos de esas estructuras, en las que además se evidencian niveles de corrupción en las instituciones del Estado". En Zulia, dice la investigación, "la Policía parece una estructura criminal más". Y para Ávila, la responsabilidad no recae en las autoridades venezolanas solamente, sino en algo más complejo. "El tema no es Chávez. La frontera tiene realidades locales mucho más complejas que decir que es culpa de un lado o del otro. Nunca los gobiernos de ambos países se han sentado a discutir el tema seriamente para combatir lo que allí pasa", sostiene el investigador. En el caso de la Policía zuliana asegura: "Es claro ver cómo la oposición es la que lo controla (...) se dice que entregaron a Valenciano, por ejemplo, para quedarse con el tráfico de cocaína", señala Ávila, quien aunque reconoce que con el gobierno Santos se han dado grandes avances, son muchos los retos frente a la situación de frontera. "No hay duda de que sí ha habido mayor presión para las guerrillas y que se está dando una cooperación interesante en el tema de narcotráfico con las autoridades venezolanas (...) el acercamiento y los diálogos entre los dos presidentes (Chávez y Santos) han permitido avanzar. Sin embargo, hace falta mayor ampliar el debate sobre cuáles son los problemas reales de la región", dice el investigador. El texto, que será presentado este miércoles, se produjo en medio de tres contextos claros, según Ávila. "Primero que desde finales de la década de los 90 se presentó una intensificación de la actividad de los grupos armados ilegales en la frontera, con tendencia al aumento en los últimos cinco años. Segundo, que efectivamente la región de frontera había visto incrementar diferentes actividades ilegales: el contrabando de la gasolina desde Venezuela hasta Colombia, la salida del narcotráfico desde Colombia pasando por Venezuela hacia Centroamérica y África, y el contrabando de armas, todos ellos mercados en crecimiento acelerado". Pero además, "la creciente inestabilidad institucional de las administraciones locales y regionales de la zona de frontera".