Desde cuando se hizo público en el 2012 el proceso de paz, el Gobierno y las FARC han repetido hasta el cansancio: “Nada está acordado hasta que todo esté acordado”. Es decir, cada uno de los puntos está condicionado a que se llegue a un acuerdo sobre la totalidad de la agenda. Sin embargo, sostener esa premisa como mantra de la negociación no ha sido fácil. El tiempo y la complejidad de los diálogos empezaron a desgastar la fórmula, de ahí que a la par el Gobierno y las FARC se las arreglaron para mostrar que la cosa va en serio. En ese camino no sólo aparecieron hechos unilaterales por parte de ambos bandos como el cese al fuego unilateral y la suspensión de los bombardeos, sino que las partes acordaron poner en marcha dos planes piloto: uno sobre el desminado humanitario y otro sobre sustitución de cultivos. Todo comenzó en mayo del 2016, en medio de la peor crisis del proceso de paz. En ese momento se le dio vía libre al plan piloto de desminado en El Orejón (Briceño, Antioquia). Un plan conjunto pactado desde la Mesa para construir confianza con la población. De mutuo acuerdo el pasado 10 de junio el Gobierno y las FARC hicieron un segundo anuncio que apunta a la misma dirección. Un plan de sustitución voluntaria de cultivos ilícitos en ese mismo municipio que empezó a caminar este domingo. Allí, ante más de 500 habitantes, el alto consejero para el Posconflicto, Rafael Pardo, y el miembro del Secretariado de las FARC Pastor Alape, se anunció el inicio del proyecto de sustitución voluntaria de cultivos de coca en 10 veredas: El Orejón, Pueblo Nuevo, La Calera, La América, El Pescado, La Mina, Buena Vista, Altos De Chiri, Roblal y Palmichal. “La paz tiene que llegar al territorio y uno de los temas centrales, problemas complicados, problemas insolubles hasta ahora, es el de los cultivos de uso ilícito, como es el de la coca, y eso es lo que queremos hacer en Briceño”, dijo Pardo durante la instalación de la primera mesa de trabajo integrada por representantes del Gobierno, las FARC y la comunidad. Por un lado el Gobierno se comprometió con la ejecución de un plan de atención inmediata y la puesta en marcha del proceso de “construcción conjunta, participativa y concertada” del proyecto. A su vez, las FARC asumieron la responsabilidad de erradicar voluntariamente aquellos cultivos. “Esfuerzo conjunto de sustitución de cultivos de uso ilícito empieza a caminar. Primer encuentro en terreno”, dijo el jefe guerrillero a través de su cuenta de Twitter. La comunidad, por su parte, expresó su compromiso con el proceso y la no resiembra, no sin antes hacerle un llamado al Gobierno para que se adecuen las carreteras de las veredas para poder comercializar los nuevos productos. “Por ejemplo, un cultivo de cacao para poder producir se demora dos años, entonces nosotros tendríamos que proponer un subsidio o algo para poder trabajar porque si nos erradican y no tenemos de dónde salir adelante, ¿qué hacemos?”, le dijo Beatriz Jaramillo, presidenta de la Junta de Acción Comunal de la vereda El Roblal, a Caracol Radio.Se busca que la comunidad de Briceño, donde los involucrados en el programa estarán “de forma permanente”, según Pardo, pueda tener “una vida distinta en la cual puedan vivir de la agricultura distinta y puedan tener una posibilidad de vender sus productos en distintos mercados nacionales”.“Este piloto es el resultado de un ejercicio de concertación entre las partes y de participación por parte de la comunidad. Más allá de generación de oportunidades que brindará este piloto, es la generación de espacios de diálogo social y político”, afirmó Iván Felipe León, representante de la FAO. Como lo ha sido en otros momentos, la participación de la comunidad internacional será determinante para sacar el proyecto adelante. No sólo por el conocimiento y la asesoría que brinda cada organismo, sino también porque serán veedores de este plan piloto. “La paz requiere de grandes esfuerzos que se deben llevar a cabo en el mediano y el largo plazo. Será esta la oportunidad para empezar a disminuir las brechas sociales a partir de la construcción de vías terciarias, escuelas y centros de salid que le permitan a la comunidad mejorar su calidad de vida”, señaló la coordinadora residente de la ONU, Belén Sanz. El proyecto deja grandes expectativas de desarrollo para la región. No sólo por el salto que dieron el Gobierno, las FARC y la comunidad sobre la sustitución de cultivos, sino también por los esfuerzos que con anterioridad han hecho en esa misma zona para limpiar el campo de la presencia de minas antipersona. No cabe duda, en ese lejano municipio de Antioquia se cimenta el corazón del posconflicto.