En Colombia se estima que hay unos 3 millones de perros y gatos en situación de calle, según cifras presentadas en el Congreso por la senadora Andrea Padilla. Paradójicamente, en el país también hay cientos de familias que han soñado con tener una mascota en su casa y por diversos motivos no se han animado. Natasha Bernal tiene 30 años y vive en Bogotá, adoptó dos gatos con los que habita desde hace ocho años, pero no ha cumplido su sueño de tener un perro husky siberiano.
Es consciente de que la vida no se comercializa, y un perrito de esa raza suele ser vendido entre 700.000 y 1.500.000 pesos, el precio cambia dependiendo del color, el pedigrí, entre otras características del canino. El pasado 22 de agosto, en Facebook, Natasha vio una publicación que hacía, al parecer, una patrullera de la Policía, pues en la foto de su perfil se veía una mujer bella y uniformada. Aseguraba haber encontrado en un criadero a varios cachorritos husky siberiano y que lo único que buscaba eran hogares para ellos que estuvieran dispuestos a adoptarlos, sin dar dinero y brindarles una vida estable y digna.
Natasha no dudó en escribir al número de WhatsApp que aparecía en la publicación, acompañado de fotos de los caninos. Recibió como respuesta que apenas quedaban dos hembras y un macho, solo tenía que escoger con cuál se quedaba. Le mandaron videos, supuestamente en tiempo real, de los cachorritos que enternecían con su pelaje y mirada. Le dejaban claro que no tenía que pagar ni un peso por ellos, y toda la conversación se dio de tal manera que con cada mensaje que cruzaban aumentaba la confianza.
Solo después de unos minutos, cuando ella estaba completamente ilusionada y enamorada de la que sería su nueva mascota, le preguntaron la dirección en la que sería entregada. Al manifestar que estaba en Bogotá, se le indicó que el animal se encontraba en Manizales, pero que no se preocupara porque se buscaría la manera de hacérselo llegar. Después de un rato de gestión, manifestó que encontró alguien que se lo llevaría, que el envío solo costaba 100.000 pesos y tocaba aplicarle un sedante que valía 40.000 pesos. Natasha no quiso someter a la perrita a una sedación con menos de tres meses y cuando le planteó a la “uniformada” que estaba dispuesta a viajar por ella, nunca más le volvieron a contestar.
Se salvó de ser estafada. El equipo periodístico de SEMANA realizó la investigación y evidenció que a todas las personas que contactan a quienes se presentan como altruistas, repetían una y otra vez la misma historia. Lo único que cambia es el lugar donde tienen a los perritos, dicen estar en Piedecuesta (Santander) si el interesado está en Cundinamarca. En Pereira (Risaralda) si el que quiere adoptar vive en Boyacá, y así cambian de región. El mayor Diego Quitián, comandante de la Policía de Carabineros y Protección Ambiental de Risaralda, verificó la información e identificó que la supuesta uniformada no pertenecía a esa zona, los delincuentes suplantan a alguien con tal de ganarse la confianza de incautos.
Quitián invita a los amantes de las mascotas a no dejarse llevar por las emociones y que cuando encuentren publicaciones en redes sociales sobre adopción, insistan en tener contacto físico con el animal antes de adoptarlo e informar al centro cibernético policial mediante el CAI virtual para que sean ellos quienes verifiquen las cuentas de los que terminan interesados en transferencias bancarias, así las disfracen de cualquier necesidad. Además, hay muchas fundaciones en las cuales se puede adoptar un animal y que trabajan a diario por salvarles la vida.
Se estima que con un día que los estafadores hagan convocatoria de falsas adopciones, al menos 200 personas están dispuestas a pagar lo del traslado, lo que quiere decir que sus ganancias mal habidas suman cerca de 3 millones de pesos y la ilusión frustrada de decenas de familias.