Las recientes decisiones del gobierno venezolano de Nicolás Maduro, como el cierre de la frontera entre Colombia y Venezuela desde el jueves de la semana pasada y el estado de excepción decretado por el Gobierno, que ha permitido la deportación o expulsión de miles de colombianos residentes en ese país, ha aumentado la tensión diplomática entre Bogotá y Caracas. El estado de excepción en cinco municipios del estado de Táchira fue anunciado el pasado viernes por el presidente Nicolás Maduro, dos días después de un ataque a balazos de desconocidos que hirió un civil y tres militares venezolanos que realizaban una operación anticontrabando. Aunque el gobierno colombiano se ha comprometido a combatir el contrabando y cualquiera de los delitos que afectan a la frontera, las medidas del gobierno venezolano han afectado a miles las familias colombianas que se están viendo obligadas a regresar a Colombia y, según denuncias de los deportados, las autoridades venezolanas hasta han separado a padres de sus hijos. Si bien es cierto que no se vive una tensión o expectativa de confrontación como en épocas pretéritas, la situación humanitaria puede ser la peor en muchos años, sobre todo porque ha alimentado un sentimiento que en Colombia se ha calificado de xenófobo. “La actitud de xenofobia que se ha visto en los últimos días no solamente con el cierre de frontera, sino con las arbitrariedades que se están cometiendo contra nuestros connacionales, es de inmensa gravedad”, calificó el senador Iván Duque, vocero del Centro Democrático. “Maduro mezcla la extracción de productos con la absurda xenofobia en contra de los colombianos. Es increíble que un gobierno que se llama ‘socialista’ trate así a los seres humanos. Marcar las casas como lo están haciendo es una actitud fascista y vergonzante”, señala Jaime Buenahora (La U), quien es el representante de los colombianos en el exterior. Tras las determinaciones del Ejecutivo de Venezuela, la Cancillería colombiana se ha mantenido dentro de los canales diplomáticos. Incluso se acordó una cumbre de cancilleres para el próximo 26 de agosto, pero mientras esta se produce, la situación parece incontrolable. Y aunque la política exterior es un asunto de Estado, los partidos políticos de oposición reclamaron este lunes mayor contundencia a la ministra María Ángela Holguín. Incluso, el Centro Democrático consideró que la situación en la frontera amerita sanciones diplomáticas al gobierno venezolano. Para Iván Duque, vocero del uribismo en el Senado, el gobierno colombiano ha actuado con “diplomacia contemplativa” frente las arbitrariedades denunciadas que han sido recogidas por la Defensoría del Pueblo, pero cuestiona que la ministra no haya llamado a consultas a su embajador en Caracas o que tampoco se haya habido denuncias ante organismos internacionales. El presidente del Partido Conservador, representante David Barguil, calificó de inadmisible que los chavistas estén marcando las fachadas de las casas donde viven los colombianos, en un gesto de xenofobia propio de regímenes autoritarios. Por eso pidió una urgente intervención de la comunidad internacional ante lo que llamó “el trato indigno que el régimen Maduro está dando a los colombianos”. Los sectores políticos en el país coinciden en que las decisiones de Maduro contra los colombianos obedecen a una nueva cortina de humo que pretende tender frente a las crisis internas por las que atraviesa su país, y recuerdan que han sido reiterados los intentos del gobierno venezolano de aumentar su popularidad alimentando el sentimiento nacionalista y anticolombiano. La más reciente tensión se produjo por un decreto en el que el presidente Nicolás Maduro pretendía modificar la frontera marítima, situación que se resolvió con una nota de protesta y con la posterior rectificación del decreto. Sin embargo, la situación de cinco millones de colombianos que viven en Venezuela, que se está viendo afectada por las decisiones de Maduro, puede ser la mayor crisis desde cuando ambos países recompusieron sus relaciones en el año 2010, las cuales permitieron, entre otras, que Venezuela fuera clave para el proceso de paz que el gobierno colombiano adelanta con las FARC. En la frontera la tensión se mantiene y mientras los afectados insisten en que el presidente Juan Manuel Santos haga presencia, el senador Álvaro Uribe llegó hasta ese lugar, aunque algunos cuestionaron la pertinencia de su presencia. El jefe natural del Centro Democrático es una de las figuras que más han sido 'satanizadas' por el presidente Maduro.