En un río revuelto pareció haberse sumergido la caficultura colombiana durante la semana que termina. Los cultivadores del grano se han venido quejando de la baja rentabilidad en una actividad que actualmente representa el 22 por ciento del PIB agrícola y la mayor parte de las exportaciones de productos distintos a los hidrocarburos.
Las protestas de las que forman parte las llamadas organizaciones de base han estado en el orden del día. Asociaciones como Dignidad Cafetera, que en ocasiones ha sido tildada de tener intereses políticos, arrastran gente del sector y realizan plantones, uno de los cuales se anunció para el 17 de abril con un largo listado de peticiones, como subsidio al precio de compra; créditos especiales y alivio en las deudas adquiridas; apoyos para la compra de insumo y renovación de cafetales, entre otros.
El precio estaba en alerta naranja
La incertidumbre ha reinado en medio de los aprietos que viven los caficultores, con un producto que llegó a tener un precio interno de $2.530.000 pesos por carga (24 de agosto de 2022) y ha bajado a niveles de $1.255.000 pesos, como el que tuvo el 10 de septiembre de 2023. Hoy está en $1.500.000 y la línea roja para que se active el Fondo de Estabilización de Precios que existe para esos momentos, es de $1.280.000.
Los mensajes que se envían desde el Gobierno para el sector dan para sentarse a pensar. Un día el Ministerio de Agricultura hace una asamblea con cooperativas y asociaciones, de la que surge un acuerdo para 100 años más de caficultura, y al otro, el Ministerio de Hacienda se sienta con el Comité Nacional Cafetero, máximo órgano de administración de la Federación Nacional de Cafeteros, que lleva casi un siglo de institucionalidad y que fue el convidado de piedra en la mencionada cumbre, a la que asistieron 1.700 representantes de pequeños productores.
Pese a que la ministra de Agricultura, Jhenifer Mojica, dijo que la invitación a la asamblea nacional cafetera había sido abierta y que, de hecho, tenía entre sus asistentes a emisarios de la Federación, el Gobierno parece seguir inconforme con la tarea que ha realizado esa agremiación a la que salieron a defender muchos colombianos desde diversas trincheras.
La fricción entre el Gobierno y el legendario gremio cafetero viene casi desde los inicios de la administración Petro, cuando Germán Bahamón fue elegido como gerente, aunque al parecer no era el avalado por el mandatario de los colombianos. Un año después, durante la asamblea cafetera con cooperativas realizada el 3 y 4 de abril, el presidente habló del fracaso con la comercialización internacional del grano y de malos usos del dinero público del café, argumentando que “éramos el segundo productor mundial, con fama de productores de cafés excelsos, y todo eso se derrumbó”.
La controversia no se hizo esperar. Andrés Valencia, exministro de Agricultura, señaló que “Petro insiste en que los dineros del café son públicos, de los colombianos y se equivoca. Son de los cafeteros”.
Debate sobre la plata del café
En la batalla por la plata alrededor de este producto que nueve 730.000 empleos directos y es el primero en las exportaciones no minero-energéticas hay varias aristas, pero sobresalen dos fondos claves para la seguridad y el desarrollo de la caficultura: el Fondo de Estabilización de precios, que se activa ante riesgos de baja en el ingreso del cultivador, en particular los relacionados con el clima, y el Fondo Nacional del Café, que se nutre del aporte de los caficultores, por lo que son recursos parafiscales, considerados como dineros públicos, tal como lo ratificó una sentencia de 2011 de la Corte Constitucional.
El Fondo Nacional del Café, en la actualidad, es administrado por la Federación mediante un contrato que tiene vigencia hasta 2026. Aunque es el gremio el representante legal del Fondo, todas las inversiones –a veces apalancadas desde lo público, como las que tienen que ver con renovación de cultivos– se toman de manera concertada, en el Comité Nacional de Cafeteros, en el cual, el Gobierno tiene el voto preferente, con el mayor peso. “No hay ninguna inversión de la Federación que no tenga el visto bueno del Gobierno”, explicó Juan Camilo Restrepo, exministro de varias carteras en distintos Gobiernos.
A los recursos del Fondo Nacional del Café se les deben investigaciones científicas que son referente mundial, como las realizadas en Cenicafé, para crear variedades resistentes a la roya, entre otros.
No obstante, las críticas de Petro a la Federación sonaron fuertes, a tal punto que se refirió al manejo del café como “un fracaso nacional”, por lo que propuso replantear el negocio para “meterle cerebro al grano”, lo que además debería ser producto del trabajo asociativo. “El mundo cafetero debe ser de cooperativas”, aseguró.
¿Relevo o complemento?
Esos mensajes se interpretaron como un camino para hacer a un lado la Federación, que, entre otras, no es ajena a las cooperativas. “De las 80 que existen, 33 están afiliadas al gremio centenario”, según confirmó la Superintendencia de Economía Solidaria. Además, la actividad agrícola es de pequeños productores, como lo evidencia el hecho de que, de 550.000 familias dedicadas al cultivo del grano, el 94 por ciento tienen menos de cinco hectáreas. “Un 23 % son medianos y grandes productores”, recordó el ministro Ricardo Bonilla.
Adicionalmente, “este es el único cultivo en Colombia cuyos productores tienen asegurado quién les compra al precio de los mercados internacionales. Eso se llama la garantía de compra. En esa labor de comercialización interna, las cooperativas han tenido desde siempre un papel preponderante, de intermediación y participación”, explicó Restrepo.
Y, entonces, ¿cuál es el lío?
Las piedras en el escenario cafetero, desde la perspectiva del Gobierno, están en otros eslabones de la cadena, pues casi todo el café que se produce en el país se vende como insumo, sin valor agregado, lo que, al decir del presidente Petro, es pobreza para el que cultiva. “Los suizos, los belgas, hacen un café excelso con nuestro insumo y venden la taza a 2 dólares, mientras el productor recibe 5, pero centavos”.
La institución más democrática
En ese sentido, la posición del Gobierno ha sido demoledora con la institucionalidad cafetera vigente hasta ahora, de la cual dijo que los dirigentes del sector han estafado a los cultivadores, sobre lo cual el exministro Restrepo expuso sus argumentos. “Esos dirigentes son elegidos democráticamente. Es la institución más democrática dentro de los gremios agrícolas. Tiene elecciones cafeteras cada cuatro años, con índices de votación de cerca del 70 por ciento. Ningún funcionario de elección popular en Colombia ha sido elegido con una participación de tal magnitud”.
En cuanto a la comercialización del café, cerca del 60 por ciento la hacen los exportadores privados, no la Federación, que solo lleva 30 por ciento de todo el producto que sale al exterior. El valor agregado también está presente en esta cadena productiva y, de hecho, en parte, es resultado de las inversiones que se hacen con la plata que va al Fondo Nacional del Café. “La planta de café Buendía en Chinchiná (Caldas), que produce café liofilizado, es una forma de darle valor agregado al café colombiano”, recordó Restrepo y agregó que “se ve bastante ligereza en las críticas del Gobierno y nacen de no haber podido imponer al gerente, porque las mayorías cafeteras eligieron a otro”.
El revolcón lo habrá
El cambio de enfoque en la política cafetera, según la conclusión de la asamblea con participación de cooperativas, parece inminente. El Ministerio de Agricultura se refirió al resultado como “un gran acuerdo nacional para 100 años más de caficultura”, y se incluyeron 13 puntos que abarcan temas como la reforma agraria para titular tierras a caficultores y la activación del Fondo de Estabilización de Precios del Café, que luego de concluir el Comité Nacional Cafetero se estableció que tendrá 477.307 millones de pesos para aliviar pérdidas económicas y renovar cafetales.
El acuerdo cafetero con cooperativas contempla la democratización de créditos para aumentar la rentabilidad, uno de los dolores de cabeza de los integrantes de esta cadena. Por supuesto, entre los grandes énfasis está el de la asociatividad, “para involucrar cooperativas, asociaciones y demás expresiones de la economía solidaria”, dice el documento.
Al respecto, el ministro de Hacienda, Ricardo Bonilla, al final del Comité Nacional Cafetero, dijo que “el Gobierno no está interesado en paralelismos, sino en escuchar a todos los actores”.
Explicó lo relacionado con la activación del Fondo de Estabilización de Precios del Café, con la disponibilidad de $370.000 millones para la estabilización del ingreso de los productores. “Se definió la metodología y el comité de seguimiento tendrá que decir cuándo se toca la línea roja, y la ayuda planteada es de $76.000 por carga (e iría por 4 meses). Por ahora estamos en alerta naranja”.
Tarea para la Federación
Eso sí, le dejaron la tarea a la Federación de presentar un programa de ampliación de nuevos cultivos para ampliar de producción, y la elaboración de un plan de austeridad que, entre otras, “reduzca la ronda burocrática de la institución”, según expresó Bonilla.
A su vez, en relación con los resultados de la asamblea con cooperativas de la que no hizo parte, Bahamón manifestó que “todos los esfuerzos en beneficio del sistema caficultor y la familia cafetera son bienvenidos”. Eso sí, defendió la institucionalidad construida por años. “Somos la entidad privada y técnica más representativa de la caficultura mundial”.
Y de su papel en la Federación, aseguró: “vine a hacer las transformaciones corporativas y gremiales que se necesitan para asegurar el progreso. Me alegra que el Gobierno haya asumido como propios los planteamientos que he traido y que están dando resultados”. ¿Salió humo blanco al final del día?.