El asesinato el pasado miércoles 7 de agosto del reconocido esmeraldero Juan Sebastián Aguilar, también conocido como Pedro Aguilar, sigue generando polémica en medio del avance de las investigaciones que adelantan las autoridades para esclarecer el crimen ocurrido en Bogotá.
Aguilar, quien era un poderoso empresario del sector de las esmeraldas, fue asesinado en la tarde del pasado miércoles, justo en frente de su lujosa vivienda, la cual había comprado hace menos de un mes en un exclusivo sector de la capital del país.
Las hipótesis que se manejan sobre el tema son variadas, pero la principal apunta a que el hombre —quien ya había sufrido un atentado en 2023— fue impactado con arma de fuego por un francotirador que se ubicó, más o menos, a una distancia de 200 metros entre el bosque aledaño a la residencia.
Sin embargo, estas primeras pesquisas siguen dejando muchas dudas, especialmente porque las autoridades no han logrado la colaboración de los testigos del hecho, quienes se han negado a declarar, por lo que la investigación se vuelve más compleja.
Según conoció SEMANA, varios de los testigos, incluso presenciales del crimen del poderoso esmeraldero y hasta familiares, se negaron a entregar declaraciones a los investigadores, un hecho crucial para avanzar en el enredo del proceso.
Aunque queda la duda de las razones por las que estas personas, en lugar de colaborar con la administración de justicia, tomaron la determinación de cerrar las puertas y hacer más complicado el trabajo de las autoridades, es claro que el temor los invade por la importancia del personaje.
A esta negativa se suma otro hecho particular dentro de la investigación, la cual tiene que ver con la desaparición de la ropa que traía puesta el esmeraldero en el momento de su muerte. Esta se perdió en el trayecto entre su casa (la escena del crimen) y el hospital a donde fue trasladado.
La ropa, al igual que las declaraciones, es fundamental para conocer detalles del homicidio, rastros forenses que revelarían la verdad de lo ocurrido el pasado miércoles, hacia las 5:35 de la tarde, cuando Aguilar salía de la casa en el conjunto residencial Bosques de Márquez, donde vivía con su esposa.
Una de las versiones que se conoce es que el empresario del sector de las esmeraldas y muy reconocido en el departamento de Boyacá estaba estrenando la casa, y para ello, buscaron un sacerdote que realizara una eucaristía y bendijera el nuevo hogar.
Fue al finalizar la reunión que Aguilar salió a despedir al religioso, cuando el disparo golpeó un muro en la entrada de la casa, atravesó la puerta, luego el cuerpo del esmeraldero y finalmente paró en el espejo, el cual quedó completamente destruido en el suelo.
Ese recorrido de la bala explicaría el poder del arma y la munición. Un informe que conoció SEMANA explica en detalle el crimen y cómo las versiones iniciales, contrastadas con las evidencias forenses, no coinciden o abren nuevos escenarios de investigación, que descartan al supuesto francotirador y reescriben otras hipótesis de un enemigo interno.
Sin embargo, las pruebas recaudadas, las dudas respecto de las declaraciones, la desaparición de la ropa y el análisis de balística podrían cambiar la ruta de la investigación. No está confirmado que el asesino sea un francotirador, pues el disparo no fue efectivo, pegó primero en una pared, antes de atravesar el pecho del esmeraldero.
De confirmarse la hipótesis de un tirador desde la zona boscosa cerca a la casa del esmeraldero, se considera que el asesino habría estado por varias horas en el sitio, esperando el momento exacto y oportuno para el disparo.
Pero, los investigadores no descartan que la información con los movimientos de la víctima pudiera salir de la propia vivienda y el tirador se pudo anticipar a la salida del empresario. Es decir, habría un cómplice que avisaba los movimientos de Pedro Aguilar.