Suena el segundo Tik Tak de este viernes 4 de noviembre en SEMANA y suena por los lados de la temida ministra de Salud, Carolina Corcho. Temida porque tiene planes de darle una voltereta al sistema de salud colombiano, que aunque está catalogado como uno de las mejores de América Latina, para ella y para el presidente Petro es el peor del planeta.
El jueves hubo un anticipo de lo que viene en Aracataca, la tierra de García Márquez. Se presentó el primer anuncio de un programa preventivo y predictivo de atención primaria en salud, sin muchos detalles adicionales, salvo que el programa contará inicialmente con 1007 equipos médicos que actuarán 213 municipios del país y que será integrado por enfermeras, psicólogos, pediatras, odontólogos y terapistas, e incluso, con promotores de salud en saberes y medicinas ancestrales. Su función será desplazarse por el territorio como puerta de entrada al sistema de salud para detectar las enfermedades o para prevenirlas.
No sabemos, sin embargo, si los saberes indígenas en salud van a ser mediadores de la medicina tradicional o van a actuar directamente como médicos ancestrales. A probar la reforma tributaria, pues, costará este programa cinco billones de pesos, que saldrán de los 20 o de los 18, no sabemos todavía, que levantará la reforma tributaria.
Para que comience a regir en 2023, qué coincidencia, el mismo año de las elecciones regionales, que ocurrirán el 29 de octubre del año entrante. Se elegirán gobernadores, alcaldes, diputados, concejales y ediles. Como uno de los rumores más fuertes es que toda esa salud primaria se la entregará la ministra Corcho a alcaldes y gobernadores..., pues aténganse a lo que viene.
Qué susto, qué rodadera, pues estas elecciones del año entrante van a ser claves para todos los grupos políticos, especialmente, para la oposición y para el propio gobierno. Pero, visto por el lado bueno, les enviará a los hogares más pobres médicos tradicionales y ancestrales a prevenir enfermedades. Sin embargo, visto por un lado más pragmático, serán brigadas petristas, o podrán actuar como tal, para ganar adeptos en momentos en que el actual gobierno pueda ya estar comenzando a pasar aceite por sus evidentes improvisaciones.
Escuche aquí el primer Tik Tak de María Isabel Rueda
Tik Tak: ¿destruir repara derechos de la mujer?
No. La violación de una menor de edad en una estación de TransMilenio, delito que no pudo denunciar por trámites burocráticos, llena de indignación. Pero eso no constituye un permiso ni una justificación para que piquetes femeninos salgan a destruir las estaciones de TransMilenio, lo cual constituye otra agresión imperdonable, esta vez contra la ciudadanía, y en nada ayuda a proteger ni a reparar a la mujer vulnerada. Escuche a María Isabel Rueda.
Suena el primer Tik Tak de este viernes 4 de noviembre en SEMANA y suena por los lados del acabose de las nuevas jornadas de protestas que el jueves paralizaron la movilidad en Bogotá. Esta vez sus autoras fueron en su mayoría mujeres, desgraciadamente, y lo digo así porque el motivo, que sí llena totalmente de rabia: el abuso sexual contra una menor, produjo una reacción totalmente vandálica; afectó gravemente estaciones de TransMilenio y muchos de sus usuarios tuvieron que regresar a pie a sus casas.
Como se ha vuelto usual cuando sale cualquiera a protestar en Bogotá, paralizar el transporte público y la violencia. Ya no hay protesta pacífica en Bogotá, eso se acabó. Aquí la pregunta entonces vale para el motivo de la protesta y para la reacción que ocasionó. ¿Dónde está la autoridad? Porque la joven de 17 años violada en la estación de TransMilenio en La Castellana cuando fue a denunciar, no solamente, primero, no apareció ningún policía ni ninguna autoridad a su alrededor. Pero, segundo, quedó metida en una maraña de tramitología burocrática.
La víctima se llama Hilary Castro y si a Petro le llamó la atención y la mencionó en un comentario de apoyo fue porque la víctima hizo campaña a favor de su candidatura. Pero la joven se fue primero para un CAI a poner la denuncia, que insólitamente le rechazó dizque porque allá solo atendían a mayores de edad. Entonces, se fue para una de menores de edad y la devolvieron a la primera URI.
¿Para qué sirve, por ejemplo, la Secretaría Distrital de la mujer? Vea toda esta burocracia que se inventan para eso, precisamente para atender las necesidades de las mujeres. Pero, por lo pronto, solo sirve para pedir excusas, como sucedió el jueves, porque el caso no fue tratado con la urgencia que requería, que qué pena.
Bueno, igualmente, la pregunta es ¿dónde está la autoridad, repito, en ambos casos? Porque la joven ni se pudo defender, ni pudo denunciar. Y un grupo de mujeres, un colectivo feminista, sale en protesta, en actos de reacción absolutamente vandálicos. Que pedían cosas razonables como: identificar y capturar al agresor y que haya seguridad para los usuarios del transporte público, es cierto, pero el resultado es otro abuso.
La vandalización de tres estaciones de TransMilenio, lo cual es una grave agresión contra los derechos de la ciudadanía, es inaceptable. Que por cada protesta que se hace en Bogotá se lleven una estación de TransMilenio, un CAI y no haya ni autoridad, ni haya justicia en medio de estos incidentes es inconcebible. Hasta se rumora que hay una fuerte desmoralización en la Policía, que prácticamente está trabajando por el sueldo, sin ninguna mística. Porque sus policías se sienten humillados, entre otros incidentes recientes, por la paliza que les dieron los indígenas a algunos de sus miembros.
Además de la increíble intervención, e inaceptable, del viceministro del Interior, que se encaramó a una tanqueta a liberar a unos vándalos a los que previamente les pidió perdón por haberse demorado un poquito en llegar. Pero, también, por las nuevas directrices sobre cuándo debe actuar la policía, eso también los tiene desmoralizados. Será como última, última, última alternativa, después del diálogo.
Mientras tanto, que acaben con las estaciones de TransMilenio, porque hay una causa justa esta vez, injusta o inexplicable otras veces, de protesta. De cuándo acá, última pregunta, destruir estaciones de TransMilenio repara los derechos de la mujer.