A las 8:22 a. m. suena el segundo Tik Tak de hoy martes 5 de abril en SEMANA y suena por los lados de la sin salida en la que nos ha colocado la decisión de la alcaldesa con la prohibición de los parrilleros de las motos, que o ellos la obedecen o la obedecen, porque la alcaldesa ha dicho que no la va a levantar, pero que algunos expertos ya dicen sobre la medida que fue improvisada y atropellada y que otras veces en las que se ha ensayado no ha servido.

Hoy la alcaldesa aclara en una intervención, ante las perspectivas de otro día de parálisis del transporte en Bogotá como el de ayer ―que fue caótico por la protesta masiva de los motociclistas―, que la de la prohibición de parrillero es solo de tres días por semana, jueves, viernes y sábado, solo en horas de la noche y la madrugada, entre 7 p. m. y 4 a. m., y se debe a que, según Claudia López, el 57 % de los homicidios en Bogotá. A lo cual ayudan. Pues claro, los parrilleros que se fugan cómodamente y rápidamente de sus lugares del delito, se producen en esos tres días y a esas horas.

Pero, adicionalmente aclara la alcaldesa que es apenas esta una de diez medidas más que incluyen en que la ciudad habrá mil policías más, 120 hombres de inteligencia adicionales y recompensas millonarias por el frente 33 de las Farc, el más peligroso de lejos, no solo por los ataques terroristas en Bogotá, sino por los de otros otras varias ciudades del país.

Es realmente injusto con la ciudad que las motos, por el hecho de que les estén exigiendo algo elemental como una identificación visible en cascos y chalecos y no llevar parrillero escasamente tres días a la semana en altas horas de la noche y de la madrugada, resuelvan ahora paralizarnos la ciudad porque se sienten intocables.

Según la alcaldesa, y en esa alarma hay que apoyarla. La ciudad está enfrentando el mayor riesgo contra la vida y la propia ciudad que hayamos enfrentado y por eso solicita la solidaridad y la colaboración de la ciudadanía para que voluntariamente acepte restringir ciertas cosas que se pueden en la cotidianidad, el bloqueo no puede ser la principal expresión de la protesta y por eso es inadmisible que nuevamente hoy las motos hayan estado amenazando con perjudicar al resto de los bogotanos.

“Aquí no tenemos sino una de dos: asumir que estamos bajo una amenaza terrorista y de riesgo ciudadanos sin precedentes, como lo dice la alcaldesa que está tomando los correctivos que están a su alcance, que por fin ella resolvió contar con la ayuda de la Policía en lugar de deslegitimarla y regañarla y contar con la ayuda, además, del Ejército para patrullar las calles”, añadió.

Pero la anarquía de la ciudad no es por generación espontánea, y en ello la actitud que la alcaldesa ha demostrado en este periodo de su cargo, pues no permitió desde el principio cultivar una conciencia ciudadana de que la autoridad se respeta, no. En lugar de eso, aquí el que amanezca bravo se siente con el derecho de bloquear el carril de Transmilenio y la ciudad colapsa.

Pero a la vez, la sensación de inseguridad que nos embarga en Bogotá no tiene precedentes y raya en el pánico de tocar la calle, a un miedo sin precedentes basado en unas estadísticas de inseguridad reales, pues hay que poner a funcionar medidas de seguridad sin precedentes. Veremos si estas diez de las que habla la alcaldesa, que incluyen además cerrar los parques en horarios tempranos, pues funcionan, si es que los de las motos permiten saber si sí o si no.